CRÍTICAS
NACIONAL
Una Pamina para el futuro
Barcelona
Palau de la Música Catalana
Mozart: DIE ZAUBERFLÖTE
Versión semiescenificada
Marc Sala / Andrés Rodríguez, Serena Sáenz, Quim Cornet, Alba Martínez, Jeroboám Tejera, Laura Obradors, Pau Armengol, Nacho Guzmán, Carles Ortiz, Eugènia Montenegro, Anna Tobella, Marta Valero, Laura Brasó, Mar Esteve, Cecilia Ferraioli. Cor dels Amics de l’Òpera de Sabadell. Orquestra Simfònica del Vallès. Dirección: Daniel Gil de Tejada. Dirección de escena: Pau Monterde. 28 de noviembre 2020.
La flauta mágica producida por la Associació d’Amics de l’Òpera de Sabadell (AAOS ) con un destacado reparto encabezado por Serena Sáenz ha visto limitada su gira habitual por los teatros catalanes en el galardonado ciclo Òpera a Catalunya, pero afortunadamente ha podido llegar al Palau de la Música de Barcelona. Lo ha hecho en una sala semivacía a causa de las restricciones gubernamentales (aforo máximo de 500 asistentes), con un cast distinto al previsto inicialmente y en una versión semiescenificada y recortada, prescindiendo de los diálogos hablados.
Pese a todos los obstáculos el esfuerzo de todos los involucrados valió la pena, pues ha servido para constatar que con la soprano Serena Sáenz se está ante una auténtica perla que, si continúa llevando su carrera como hasta ahora, dará mucho que hablar. Su Pamina se puede pasear con autoridad por cualquier teatro del mundo y, de hecho, tiene en su agenda cantarla en la Staatsoper Unter den Linden de Berlín el próximo mes de abril. El timbre, de lírico ligera, es precioso y penetrante, con tintes oscuros que auguran una evolución de la voz que le permitirá ampliar repertorios de manera natural. El canto es refinadísimo y expresivo, con una messa di voce impecable y en escena transmite personalidad y carisma. Todas sus intervenciones fueron impecables, coronando su actuación con un «Ach, ich fühl’s» que, si bien aún debe ganar en profundidad dramática, fue de altos vuelos. La confirmación de un talento descollante.
Su príncipe Tamino fue el tenor Marc Sala quien, desde el primer momento, mostró signos de no estar en condiciones vocales óptimas. Pese a ello firmó un muy meritorio «Dies Bildnis«, cantado con su habitual elegancia y admirables recursos técnicos. Poco a poco, los problemas de proyección se fueron agravando hasta el punto que, en el segundo acto, optó por ser sustituido por el tenor Andrés Rodríguez que cantó desde un rincón mientras Sala asumía los movimientos escénicos. Un aplauso para Rodríguez, que mostró aplomo en todas sus intervenciones pese a la complicada situación de una substitución tan in extremis.
La prevista Sara Blanch fue sustituida, como Reina de la Noche, por la jovencísima Alba Martínez, procedente de la impagable Escuela de Canto de la Ópera de Sabadell. Muy meritoria su presentación en un escenario como el del Palau y en un rol tan peliagudo. La voz no posee gran volumen y la intérprete lógicamente debe madurar, pero su coloratura fue de una precisión rítmica y afinación notable y los sobreagudos proyectados con absoluta seguridad.
Voluntarioso pero técnica y expresivamente limitado el Papageno de Quim Cornet, así como la Papagena de Laura Obradors. Voz importante, en cambio, la del bajo Jeroboám Tejera en el papel de Sarastro; pese a faltarle algo de profundidad en los endemoniados graves del personaje, sonó rotundo y con buena línea de canto. Muy interesante también la prestación de Pau Armengol como Sprecher, una voz interesante de bajo barítono a la que habrá que seguir la pista. Armengol interpretó también el dúo de los Caballeros armados junto a un Nacho Guzmán muy adecuado. Carles Ortiz, por su parte, fue un Monostatos difícilmente clasificable a nivel vocal.
Un lujo contar con tres voces tan consolidadas como las de Eugènia Montenegro, Anna Tobella y Marta Valero para las Tres Damas y encantadoras las intervenciones de Laura Brasó, Mar Esteve y Cecilia Ferraioli como los Tres Genios.
El director musical de la velada, Daniel Gil de Tejada, concibe un Mozart de tintes clásicos, con tempi siempre moderados pero sin dejar caer la tensión ni que lleguen a ser demasiado morosos. Domina con autoridad la partitura y la orquesta y superó con nota la difícil prueba de concertar teniendo a los cantantes a sus espaldas. La Simfònica del Vallès le respondió con solidez en líneas generales, pese a una sección de violines en algunos momentos irregular. Cabe comentar, finalmente, la participación entusiasta del Coro de la AAOS y una dirección escénica un tanto improvisada de Pau Monterde que ayudó el desarrollo y disfrute de la función.
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