Giuseppe Verdi: LA TRAVIATA (Dir.: Daniel Oren)

Es razonable pensar que esta Traviata haya llegado al mundo del disco gracias al tirón de Lisette Oropesa, sin duda una de las actuales luminarias de la lírica. La cantante norteamericana de origen cubano justificaría, sin duda alguna, esta opción, pero a quien no se esperaba es al tenor René Barbera en un papel en el que no logró convencer totalmente en el Festival de Peralada de 2019 y en el que aquí deslumbra con una dicción de una pulcritud extrema, una extensión notable y una elegancia en el fraseo que hacen de él un Alfredo ideal. La Violetta de Oropesa resulta, por su parte, totalmente creíble tanto en la vertiente vocal como en la expresiva, que se mantiene a lo largo de toda la ópera pese al progresivo incremento de la intensidad dramática, con una emisión impecable y una variedad de recursos en el tratamiento de las dinámicas que suscita una admiración incondicional. No llega ni con mucho a un nivel parecido el Germont père de Lester Lynch, un barítono de voz desapacible y acento un tanto monocorde, pero la felicidad nunca suele ser completa en estos casos. El resto del reparto es modesto pero no desentona ni siquiera en los miembros del coro utilizados para cubrir los papeles más episódicos.