Las bodas de ‘Susanna’, lección de buen canto

Sevilla

13 / 12 / 2022 - Ismael G. CABRAL - Tiempo de lectura: 4 min

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maestranza-nozzedifigaro-operaactual-1.jpg Una escena de 'Le nozze di Figaro' en Sevilla © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
maestranza-nozzedifigaro-operaactual-1.jpg Una escena de 'Le nozze di Figaro' en Sevilla © Teatro de La Maestranza / Guillermo MENDO
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Teatro de La Maestranza

Mozart: LE NOZZE DI FIGARO

Alessio Arduini, Natalia Labourdette, Carmela Remigio, Vittorio Prato, Cecilia Molinari, Amparo Navarro, Ricardo Seguel, Manuel de Diego, Inés Ballesteros, José A. Sanabria, Pablo López. Coro del Teatro de La Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dirección musical: Corrado Rovaris. Dirección de escena: Emilio Sagi. 11 de diciembre de 2022.

El Teatro de La Maestranza tiene el sano empeño de reivindicar óperas con temática sevillana, que son muchas a lo largo de la historia. Por fortuna este lógico reclamo localista se cuida con esmero, pero sin abocarse al como si este tuviera que ser el santo y seña de su identidad. Hace casi una década el que fuera director del coliseo, José Luis Castro, firmó un Barbero de Sevilla junto a la desaparecida pintora Carmen Laffon que aspiraba a contener y exhalar la luz de la ciudad. En esta producción de Las bodas de Fígaro la pretensión de Emilio Sagi parece discurrir por el mismo sendero con luces cálidas de atardecer, haciendas burguesas dieciochescas, azulejería típicamente hispalense, buganvillas y maceteros andaluces en el cuarto acto… Todo ello puede dar lugar, y lo hace, a una aseada presentación en la que caben estas Bodas y, ¿por qué no?, hasta una docena más de óperas.

La cuestión es que no porque estos pentagramas estén tocados por la gracia del genial austríaco lo que explican siga teniendo vigencia. El tiempo no es una losa para un sinfín de creaciones (del mismo Mozart se podrían citar unas cuantas, comenzando con La flauta mágica), pero, ¡ay!, sí para otras. Y esta comedia de arcaica peripecia, con sus derechos de pernada y sus caballeros encelados, precisa hoy de un trabajo de contextualización y de relectura que vaya más allá de lo que ha sido capaz de hacer con ella Sagi junto a Daniel Bianco con su escenografía y Renata Schussheim con su propuesta de vestuario. Al final el vodevil deviene en un artefacto ingenuo que no levanta el vuelo más allá de provocar la satisfacción del público que, respetablemente, acude a la función para ver lo que ya ha visto, para corroborar que las cosas siguen siendo como eran. Un teatro como el Maestranza, a estas alturas, ¿debería ser más exigente a nivel intelectual consigo mismo y también con el auditorio al que dirige sus propuestas?

"Carmela Remigio fue la otra gran triunfadora de la noche y fue creciendo con el transcurso de la noche, también por lo que atañe al carácter dramático del personaje de la Condesa"

Se anunció que Alessio Arduini (Fígaro) estaba atravesando una indisposición que le podría haber hecho abandonar en cualquier momento la representación, pero el barítono italiano no solo resistió hasta el final, sino que apenas acusó alguna falta de proyección en momentos concretos; cantó con esmero y excelentes reguladores aunque, seguramente por su situación, no pudo llevar demasiado lejos su aria «Se vuol ballare». Cierto es que, desde el foso, Corrado Rovaris no puso las cosas sencillas al elenco: su sentido de la teatralidad resultó incisivo y las Bodas las guio a generoso volumen, a lo que ayudó, y no poco, la decisión de elevar el foso y, con ello, la situación de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Sin embargo también pudo, a la vez, haber podado aún más al conjunto instrumental para conseguir un Mozart más parco y teatral. Sus acentuaciones no resultaron muy efectivas y el tono de la cuerda fue demasiado sedoso.

Natalia Labourdette brilló con una Susanna que venció toda complejidad que aquí se pueda esbozar, porque su canto fue esmerado, lleno de acentuaciones y con un legato afín al estilo: fue un lujo escuchar su aria «Deh vieni, non tardar». Carmela Remigio fue la otra gran triunfadora de la noche, ya desde un «Porgi, amor» dicho de manera muy camerística, sin querer imponerse. Verdad es que fue creciendo con el transcurso de la noche, también por lo que atañe al carácter dramático del personaje de la Condesa. Muy vivaracha y de dúctil instrumento la soprano Amparo Navarro (Marcellina), a la que se quiere seguir oyendo. Vittorio Prato impartió una académica lección con su Almaviva, un punto tirante, de escuela clásica. Cecilia Molinari destacó por su timbre y atractiva línea de canto como Cherubino, similar a la de Inés Ballesteros como Barbarina. Buena comicidad la de José Sanabria y Pablo López, Curzio y Antonio; y mejor y muy simpático el Bartolo del eficaz Ricardo Seguel. Siempre resultó competente en sus aportaciones Manuel de Diego (Basilio).  * Ismael G. CABRAL, corresponsal en Sevilla de ÓPERA ACTUAL