Reportajes
María Barrientos triunfa en el Real
120º aniversario de su debut en el Teatro Real de Madrid
En 2019 ÓA recordaba el centenario del debut de la soprano española María Barrientos como miembro de la compañía de la Metropolitan Opera House de Nueva York. En esta ocasión la gran cantante barcelonesa vuelve a estas páginas en el 120º aniversario de su debut en el Teatro Real de Madrid, coliseo en el que causó una gran sensación interpretando óperas de Bellini y Rossini.
Un 4 de marzo, pero del año 1884, la ciudad de Barcelona veía la llegada al mundo de quien se convertiría en una de las sopranos más célebres del primer tercio del siglo XX: María Barrientos. Aunque se consagró como una de las cantantes líricas más aclamadas del ámbito internacional, especialmente recordada por sus papeles operísticos, y a pesar de las últimas investigaciones realizadas en torno a su figura, su nombre no resulta aún demasiado conocido para el gran público contemporáneo. Algunos de los hitos de su trayectoria fueron su exitoso debut en el Teatro alla Scala de Milán en 1904, su vinculación como primera figura a la compañía de la Metropolitan Opera House de Nueva York y la grabación de las Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla acompañada al piano por el propio compositor. En este año 2021 hay que recordar también el 120º aniversario de su debut en el Teatro Real, el coliseo madrileño donde causó una gran sensación.
María Barrientos comenzó a destacar como cantante de ópera en los principales escenarios de todo el mundo durante los primeros años del siglo XX, con el favor del público y de la crítica, algo que caracterizó su carrera. En el fondo, ella lo vivió como algo natural, pues fue una niña prodigio. Comenzó sus estudios en la Escuela Municipal de Música de Barcelona cuando tenía cinco años y, de forma paralela, se acercó al canto de la mano de Francesc Bonet, empresario reconocido también por su labor de guía de nuevas artistas de ópera, como Josefina Huguet. Enseguida mostró tal talento que, siendo aún estudiante, Barrientos participó en algunos de los eventos culturales más relevantes de la Barcelona de finales del siglo XIX, siendo laureada por la crítica a la altura de músicos como Enrique Granados, con quien coincidió en un programa.
Su debut en un papel operístico se produjo en 1898, con solo 14 años de edad, en el Teatro Novedades de Barcelona, con L’Africaine, de Meyerbeer, siendo la artista de la producción más laureada por la crítica a pesar de ser la debutante. Solo un año después, en 1899, se produjo su debut en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona con el papel protagonista en Lucia di Lammermoor, de Donizetti, cosechando un éxito arrollador y llegando a recibir consejos para continuar su carrera más allá de las fronteras. Así, en enero de 1900, Barrientos debutó en el Teatro Lírico de Milán con La sonnambula, de Bellini, sin todavía haber cumplido los 16. Tras hacerse un nombre en Italia, en 1901 María Barrientos llegaba al Teatro Real, que tenía fama de ser uno de los más exigentes. De hecho, como se publicaba en El Día el 6 de febrero de 1901, “Gayarre solía decir que una ovación en Madrid representaba para él tanto o más que las obtenidas, durante toda una temporada, en otro punto; y Gayarre era voto [experto] en la materia”.
Amina y Rosina
Tras una gran expectación, de acuerdo con la fama precedente, María Barrientos se subió a las tablas del Teatro Real de Madrid, por primera vez, el 23 de enero de 1901. La ópera escogida fue La sonnambula, en la que la cantante dio vida a Amina bajo la batuta de Pedro de Urrutia, el director orquestal del Real en las temporadas de 1885-1886, 1887-1890 y 1894-1902. Barrientos mostró su arte ante una sala abarrotada, destacando por encima de sus compañeros.

María Barrientos debutó en el Teatro Real de Madrid en 1901, hace 120 años, llevándose un gran triunfo con dos óperas emblemáticas de su repertorio como fueron 'La sonnambula' de Bellini e 'Il barbiere di Siviglia' de Rossini
La crítica subrayó la agilidad de su voz, su agradable timbre, su perfecta afinación, su virtuosismo y, especialmente, la aclamación del público. Una acogida igualmente cálida se repitió el día siguiente, con el mismo título y alcanzando un triunfo idéntico.
Pero este primer contrato de Barrientos con el Teatro Real también incluía su participación en otra producción. Tras el éxito con La sonnambula, Barrientos ofreció Il barbiere di Siviglia, de Rossini, una de sus óperas favoritas, a lo largo de cuatro funciones celebradas los días 27 y 31 de enero y 3 y 5 de febrero. Si bien es cierto que la soprano española ya había causado sensación con su Rosina en el año anterior a través de giras por las principales ciudades de Italia y Alemania, la interpretación de la ópera de Rossini en Madrid se esperaba con igual anhelo. Ahora bien, en la primera representación la cantante tuvo que hacer frente a la actuación aquejada de un fuerte catarro, llegando a verse impedida de la ejecución de la lección de música del segundo acto. Aún sin poder llegar al final, el público se rindió a sus pies por el titánico esfuerzo realizado, interpretando incluso “Una voce poco fa” con gran acierto. En las representaciones de este título de los días posteriores, la excelencia vocal y las grandes ovaciones caracterizaron su Rosina sin incidentes.
El público y la crítica disfrutaron de todas y cada una de estas interpretaciones, tal y como recogió la prensa: “María Barrientos ha pasado por la escena del Real como un meteoro, pero dejando probado que en la esfera del arte es una estrella fija de primera magnitud” (La ilustración española y americana, 8 de febrero de 1901, p. 3). Esa buena acogida madrileña se sucedió los años venideros, en los que María Barrientos siguió creciendo en técnica y en fama, de manera que esa estrella que los críticos del Real creyeron ver era solo un pequeño destello del gran astro en el que María Barrientos se convertiría después. -ÓA