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Manon entre neones, prostíbulos y bolas de discoteca
Con estrellas de la talla de Nadine Sierra, Amina Edris, Michael Fabiano y Pene Pati, vuelve al Liceu la historia de Manon y Des Grieux en un montaje de Olivier Py
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Massenet: MANON
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Manon: Nadine Sierra / Amina Edris. El caballero Des Grieux: Michael Fabiano / Pene Pati. Conde Des Grieux: Laurent Naouri / Jean Vincent Blot. Lescaut: Alexandre Duhamel / Jarrett Ott. Guillot de Morfontaine: Albert Casals. Señor de Brétigny: Tomeu Bibiloni. Poussette: Inés Ballesteros. Javotte: Anna Tobella. Rosette: Anaïs Masllorens. Hostelero: Pau Armengol. Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. Cor del Liceu. (Dirección: Pablo Assante). Dirección musical: Marc Minkowski. Dirección de escena: Olivier Py.
Quince años después de su última representación, Manon regresa al Liceu barcelonés entre los neones, prostíbulos y bolas de discoteca del montaje firmado por el francés Olivier Py, quien bucea en la condición femenina en el siglo XIX para concluir que las mujeres, fueran burguesas o proletarias, eran reducidas a objetos para ser vendidas. Solo si eran fuertes para cambiar su destino, como Manon, podían sacarle partido a las circunstancias. Nadine Sierra y Amina Edris y Michael Fabiano y Pene Pati se alternarán en los roles protagonistas en las 11 funciones programadas por el Gran Teatre.
Manon Lescaut, el personaje literario creado en 1731 por Antoine François Prévost, está en la génesis del mito de la mujer fatal, que estalla con fuerza en la literatura del siglo XIX; esa “mujer seductora que ejerce sobre los hombres una atracción irresistible y peligrosa”, según definición del diccionario de la Real Academia de la Lengua. Manon es símbolo de poder sexual, el de tomar las riendas de la propia vida en unos siglos, los de la creación del personaje, el XVIII, y el de la ópera de Massenet, el XIX, en los que las mujeres no podían decidir por si mismas, supeditadas a las voluntad de los padres, esposos o hermanos. Es esa mujer-objeto que escapa a su destino; en el caso de Manon es el convento, del que huye al enamorase de un joven como ella con el que se instala en París, pero que sucumbe al lujo y los placeres de la vida fácil que le proporcionan la prostitución. Es este aspecto de la personalidad de la protagonista el que el director de escena Olivier Py destaca en su propuesta teatral que, entre neones, prostíbulos y bolas de discoteca, presenta en el Gran Teatre del Liceu, una producción estrenada en 2016 en el Grand Théâtre de Ginebra y presentada en 2019 en los otros dos teatros coproductores, la Opéra National de Burdeos (ver crítica en este enlace) y la Opéra Comique de París.
“Manon es, durante todo el siglo XIX, un nombre simbólico del poder de la sexualidad. En la novela de Prévost encontramos un realismo crudo, muy violento, una sexualidad nihilista que niega a Dios, estamos muy cerca de Sade”, señala Py en la entrevista del programa de mano del estreno de la producción en París. “El siglo XIX arroja un velo sobre esto. Además, me pregunto si Massenet realmente llegó a leer la novela. Me gustan mucho sus palabras a su libretista Henry Meilhac, quien le habla de Manon Lescaut a lo que él replica: ‘¡No, Manon!’. En realidad es el mito lo que le interesa, la idea que tiene de esta joven, de la que no sabemos nada, ni de dónde viene ni a dónde va; solo es Des Grieux quien nos habla y nos cuenta su historia”.
El director de escena, que lideró entre 2014 y 2022 el Festival de Teatro de Avignon –uno de los más importantes del mundo– y que en febrero pasado fue nombrado director artístico del parisino Théâtre du Châtelet, considera que en el libreto de Manon “vemos algo muy violento sobre la condición femenina; sea burguesa o proletaria, la mujer del siglo XIX no tiene otro destino que ser vendida. Es solo un objeto, pero si es fuerte como Manon, puede sacar partido de las circunstancias. Manon entiende esto, como lo entenderán Carmen, Naná, Lulu… He concentrado la puesta en escena en la prostitución. Siempre lo he encontrado un mundo apasionante. Las prostitutas tienen un discurso político, están en un lugar de la sociedad en el que se materializa la violencia de los desafíos. En el siglo XIX no existía más transformación social que el arte y la prostitución, algo que todavía vemos en Proust”.

Olivier Py
Olivier Py va al origen del personaje, la novela de Prévost, La historia del caballero Des Grieux y de Manon Lescaut, para llevar a escena la ópera de Massenet, quien junto con sus libretistas pulió el personaje y eliminó los detalles más escabrosos de la obra, amén de transformar al hermano de Manon en su primo y de dejar morir a la protagonista en el puerto de Le Havre en lugar de la Louisiana francesa (Nueva Orleans) adonde es deportada por prostitución. Pero Py no reduce a Manon a una prostituta. Mantiene, como en la novela, parte del misterio del personaje, insondable, provocador, a veces inocente, frágil, trágico, sincero y sensible. “Por supuesto, esta es una historia que gira en torno a la prostitución, pero no hay nada trivial en la pareja”, afirma Py. “Manon es una mujer que quiere tener un destino. Y sus tres amigas prostitutas representan, desde mi punto de vista, a las Parcas o a las Nornas que cortan el hilo de este destino. Respecto a Des Grieux, siempre he pensado que era un místico. Es consciente de que está perdido, pero a la vez ama a Manon. Rechaza lo que le propone su padre, la vida burguesa, la capitulación espiritual total. Creo que al final, cuando ya ha desaparecido el erotismo y lo que tiene entre sus brazos es solo una mujer muerta, encuentra el amor. Manon es la novela de su aprendizaje”.
Las sopranos Nadine Sierra y Amina Edris ya cantaron en Burdeos, alternándose ambas en el reparto, en esta misma producción y también, como lo harán en Barcelona, bajo la batuta de Marc Minkowski, quien después de Cendrillon y Don Quichotte asumió con Manon su tercera ópera de Jules Massenet. “Encuentro su arte abrumadoramente emocional: Massenet es el Puccini francés por su música tan a flor de piel, su fraseo delicado, su sensibilidad femenina, tanto que Debussy lo llegó a calificar, con cierta ironía, de historiador del alma femenina”, asegura el director de orquesta francés que liderará las funciones liceístas.– ÓA
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