Con esta producción entró en el repertorio de la ONP el magnífico oratorio de Alessandro Scarlatti transformado en espectáculo escénico. La vertiente teatral fue llevada a cabo por los propios cantantes doblados por niños catores en la segunda parte. Independientemente del excelente trabajo de Romeo Castellucci –puesta en escena, escenografía, vestuario e iluminación– la lenta progresión de la acción, propia del oratorio, dio una sensación de fatiga y de malestar porque frenaba constantemente a los actores-cantantes en el escenario.