La dirección de escena concebida por Lamberto Puggelli –en esta ocasión dirigida por su viuda, Grazia Pulvirenti– es simple pero eficaz: sobre un fondo que hará de muro de las lamentaciones se irán proyectando diversos cuadros que recuerdan los horrores de la guerra: visiones de cadáveres en los frentes en fotografías a lo Robert Capa, el Guernica de Picasso, etc., o que llevan a los ámbitos en que la acción se lleva a cabo: un palacio en Milán, la cueva del eremita o los campamentos guerreros. A lo largo de toda la obra prevaleció un aire de tristeza, de tragedia que ni la adecuada iluminación de Andrea Bonellini ni el bien concebido vestuario de Santuzza Cali, en tonos ocres o grisáceos, siempre apagados, dieran un toque de alegría.