Reportajes
Rajmáninov y la condición humana a través de sus óperas
En su 150º aniversario
El 1 de abril de 1873 nació uno de los pianistas más aclamados del siglo XX que, además, también logró consolidarse como compositor. En el 150º aniversario de su nacimiento, su figura también brilla a través de su legado operístico.
Serguéi Rajmáninov (1873-1943) fue especialmente laureado por su labor como pianista. Sin embargo, también disfrutó de una exitosa carrera como director de orquesta y como compositor. En su legado sobresalen sus obras para el instrumento del que era virtuoso, pero también un significativo número de canciones y tres óperas de gran interés.
Vida más allá del piano
esde su infancia la música formó parte de la vida de Rajmáninov, pues su primera maestra fue su madre, pianista aficionada. En 1892 se graduó en el Conservatorio de Moscú con Aleko, su primera ópera. Este hecho demuestra el valor de la música escénica por parte del joven autor, incluso durante su formación. Para esta primera gran obra teatral, Rajmáninov musicalizó un libreto basado en el poema Los gitanos, de Aleksandr Pushkin. Escrita en solo 24 días, fue concebida en un único acto y gira en torno a Aleko, un hombre de clase alta que, con la intención de disfrutar de la vida bohemia, decide unirse a un grupo de etnia gitana. Tras dos años de relación con Zemfira, ésta comienza a interesarse por otro hombre del clan y Aleko, al descubrir esa nueva relación amorosa, asesina a los amantes.
Sobre esta base argumental, Rajmáninov desarrolló un estilo compositivo propio, cuya temática subraya los celos y la violencia contra las mujeres. Aleko se estrenó en el Teatro Bolshói de Moscú en 1893 y, a pesar de que es escasamente interpretada en la actualidad, fue tal el éxito obtenido que el editor Karl Gutheil le ofreció un contrato de publicación.

Una escena de 'El caballero avaro' en la Fundación Juan March
Exilio y nostalgia
La primera década de 1900 fue muy productiva para el músico, tanto en lo personal como en lo profesional. En 1902, celebró su matrimonio con quien era su prima, Natalya Satin, en 1903 nació la primera hija de la pareja, Irina, y en 1907 la segunda, Tatiana. En lo laboral, estrenó su Concierto para piano Nº 2 (1901), se embarcó en la composición de sus siguientes óperas (1904-1906) y escribió obras como su Sinfonía Nº 2 (1907) o el Concierto para piano Nº 3 (1909).

Rajmáninov en una visita a Barcelona en 1935
Por el contrario, 1917 significó un antes y un después en su trayectoria. Los decretos aprobados con la Revolución de Octubre en su país asustaron al músico, que abandonó Rusia junto a su esposa y sus dos hijas con la excusa de ofrecer una gira de conciertos por Escandinavia. Consigo llevó algunas partituras, entre las que se encontraban la ópera El gallo de oro de Nikolái Rimsky-Kórsakov (1844-1908) y los esbozos de su ópera inacabada Monna Vanna. De nuevo se observa así esa valoración del género escénico como parte de sus pertenencias.
Lo que Rajmáninov no sabía es que el 22 de diciembre de 1917, al embarcarse para la gira, sería la última vez que pisara el suelo de su patria. Ya establecido en Estados Unidos junto a su familia, desde 1918 hizo de su trabajo como concertista su principal medio de sustento económico. Los constantes viajes y la demanda de sus conciertos en todo el mundo limitaron su tiempo para la composición, más allá de su Concierto para piano Nº 4 (1926), las Variaciones sobre un tema de Corelli (1931) y la célebre Rapsodia sobre un tema de Paganini (1934). Conviene subrayar, además, la vinculación fonográfica del pianista a sellos como Edison Records y Victor Talking Machine Company, a partir de 1929 la RCA. Ahora bien, tras el abandono de su patria, y como parte de su labor compositiva, no volvió a acercarse a la música vocal.
Música vocal y patriotismo
Rajmáninov compuso unas 80 canciones entre 1890 y 1917. Ya en sus 12 Romances Op. 21 (1900-1902) y sus 15 Romances Op. 26 (1906) se observa una perfecta unión entre la línea vocal y el acompañamiento, así como una alabanza a la cultura rusa al recurrir a autores como Alekséi Apujtin (1840-1893) o Antón Chéjov (1860-1904) para las poesías que ponía en música. Por su parte, los Romances Op. 34 (1912) y Op. 38 (1916) nacieron rodeados de misterio, pues fueron escritos por petición de una anónima admiradora que contactó, por carta, en 1912, bajo el pseudónimo Re. La interlocutora resultó ser la escritora Marietta Shaguinián (1888-1982), que le inspiró a componer ambos ciclos, proporcionándole textos de poetas románticos y simbolistas.

Comparada con Aleko, sorprende la riqueza de la escritura orquestal de El caballero avaro, un rasgo vinculado a Richard Wagner. En 1902, Rajmáninov asistió al Festival de Bayreuth y tuvo ocasión de presenciar representaciones de El holandés errante, El anillo del Nibelungo y Parsifal. Esa experiencia le causó tal impacto que El caballero avaro está repleto de Leitmotive y cromatismos, aunque también de cierto antisemitismo en la caracterización del prestamista. La obra, que se aleja del habitual lirismo melódico, incluye una autocita a “Lágrimas” –de su Suite Nº 1 para dos pianos– y un reflejo argumental de su experiencia vital, pues, al igual que Pushkin, sufrió ciertas dificultades económicas por la escasa capacidad gestora de su padre. En lo que respecta a la condición humana, si bien el barón representa la avaricia, su hijo se lamenta de sus penurias económicas como un reflejo de su pobreza afectiva. Ahora bien, la ausencia de voces femeninas vincula estas cualidades negativas, exclusivamente, a los hombres.
El caballero avaro se estrenó en 1906 bajo la dirección del propio autor, en la misma función que su tercera ópera, Francesca da Rímini, Op. 25, cuyo origen se remontaba a varios años antes. En 1898, Rajmáninov pensó hacer una ópera sobre el trágico destino de Francesa de Rímini (1255-1285), recogido en el Canto V del Infierno de La Divina Comedia, de Dante. Aunque en 1900 recibió un libreto de Modest Chaikovsky, hermano del célebre compositor, Francesca comenzó a retrasarse debido a las continuas revisiones de la parte literaria, por lo que se finalizó después que El caballero avaro.
Celos, lujuria, adulterio
Concebida en dos actos –con un prólogo y un epílogo–, en su Francesca el músico vuelve a abordar temáticas como los celos, la lujuria, el adulterio y el asesinato ya recogidos en Aleko. En esta última ópera se narra el lamentable desenlace de la protagonista, casada por su familia por razones políticas con Lanciotto Malatesta de Rimini y que vivió un idilio con su cuñado, Paolo, hasta que, junto a su amante, Francesca fue asesinada por su esposo. Si bien este tema y estos personajes ya fueron abordados previamente por músicos como Ambroise Thomas (la versión de Zandonai se estrenó en 1914 y la de Mercadante, concebida en 1830, no pudo ver la luz hasta 2016), la propuesta de Rajmáninov aporta una mayor carga teatral y enriquece la tradición de obras inspiradas en la historia de amantes desafortunados.
Las tres óperas completas de Serguei Rajmáninov fueron escritas en un período de 12 años y comparten la utilización del género como soporte multidisciplinar y emocional en torno a la condición humana. Es una pena que, a pesar de la demostrada calidad de las obras, no hayan pasado a formar parte del repertorio a nivel internacional para disfrute del público.– ÓA