Reportajes
'Mitridate', el debut operístico de Emiliano Serrano
A 140 años de su estreno
Hace 140 años, Emilio Serrano estrenaba en el Teatro Real de Madrid su primera ópera, Mitridate, una de las cinco que compuso en su lucha por crear una ópera nacional en España, la mayoría estrenadas en el Real con gran éxito. Sin embargo, a día de hoy, este patrimonio sigue siendo desconocido, y no precisamente por carecer de valor artístico.
El 14 de enero de 1882, hace ya 140 años, un joven compositor llamado Emilio Serrano Ruiz (Vitoria, 1850-Madrid, 1939) estrenaba en el Teatro Real de Madrid su primera ópera, titulada Mitridate e inspirada, como la de Mozart (y la de otros muchos a lo largo del siglo XVIII), en la conocida tragedia de Racine ambientada en la ciudad de Ninfea en el siglo II a.C. Esta no sería sino una de las cinco óperas que Emilio Serrano compuso en su lucha por la creación de una ópera nacional en España, la mayoría de ellas estrenadas en el Real con gran éxito y, sin embargo, a día de hoy todas aún desconocidas, y no precisamente porque carezcan de valor artístico.
El compositor, de origen vasco pero criado y formado en Madrid, estuvo en contacto directo desde muy pequeño con el género operístico, pues acompañaba a su vecina viuda al Real todas las noches de su abono. Con estos precedentes, finalizó sus estudios musicales (en 1870, a los 20 años de edad) en el conservatorio madrileño en piano, armonía y composición como nunca nadie lo había logrado hasta entonces, es decir, con la obtención de primeros premios en cada especialidad por unanimidad. Ello determinó que Mariano Capdepón, el propio autor del libreto de Mitridate, le ofreciera el poema para que lo pusiera en música. La obra, gestada a lo largo de más de un año y revisada en varias ocasiones hasta su versión última de 1878, atravesó diversas vicisitudes de cara a su estreno, pues el empresario del Real, José Fernández Rovira, estaba totalmente desinteresado en el tema. Fue la reputada soprano polaca Joséphine de Reszké, entonces contratada en el Real, quien realmente instó a Rovira para que estrenase la obra y quien desempeñaría el papel de la protagonista, Monima, junto a unos solistas que estaban asalariados y que, según atestigua Serrano, “cantaban donde les era posible; ni podían dar más de sí ni cabía exigirles más de lo que hicieron”. A pesar de ello, de una mise en scène poco adecuada y de las cuatro únicas representaciones que se dieron, la ópera, eso sí, cantada en italiano, proporcionó un triunfo aceptable al compositor. Fue, por tanto, la gran calidad musical de la partitura, que “ni el más exigente puede rechazar, ni mucho menos”, la que se ganó el favor de la crítica.

Portada de 'Mitridate'
En efecto, aunque se puede apreciar una verdadera evolución estilística entre el primero y el tercer y último acto (reflejo de la progresiva madurez compositiva de Serrano), se encuentra un lenguaje armónico muy elaborado, una orquestación rica y selectiva y un tratamiento lírico-dramático que es reflejo de las tendencias más innovadoras del momento, con una plena adaptación de la música en todos sus elementos al texto y a cada situación dramática.
Dicho lenguaje armónico, plenamente moderno, sirve a Serrano para caracterizar escenas complejas a nivel dramatúrgico, en las que los acontecimientos se contraponen con las emociones de los personajes. A este fin sirve también la función dramática que desempeñan diversos instrumentos como la familia del metal, el corno inglés (que adquiere un gran protagonismo), el clarinete bajo o el chelo. La recurrencia a una gran cantidad de temas reminiscentes, transformados a nivel melódico-rítmico y armónico para producir distintos efectos y sensaciones, es también un procedimiento remarcable en este sentido.
Deudora de 'Aida'
Estos rasgos, junto con el uso de arias en un solo movimiento, secciones temáticas de gran concisión, y un estilo vocal a medio camino entre el recitativo y el aria, que cede muchas veces el protagonismo dramático a la misma orquesta, sitúan a la obra dentro de la estética más contemporánea que estaban desarrollando en el país vecino compositores como Gounod, Bizet, Flotow y Massenet, así como Verdi en Italia en óperas como Aida, de la que Mitridate es deudora en algunos sentidos, al menos en el inicio de los dos primeros actos.

Caricatura de Emilio Serrano
Otro de los rasgos que habría que destacar de esta ópera es la recurrencia, para caracterizar escenas concretas, a la música popular hispana, la cual Serrano no cita ni imita meramente, sino que le sirve de inspiración para crear un lenguaje totalmente original. La prensa elogió de la obra “la tendencia de que la música española, sin perder su carácter nacional, entre resuelta y valientemente en el camino de la música moderna y se coloque a la altura de los adelantos conquistados en todas las esferas del arte”.
Con todos estos ingredientes, se puede concluir que se trata de una de las producciones líricas de mayor calidad escrita en España en la década de 1870. La prensa se hizo eco de ello, lamentándose de la poca estima del público y del mercado operístico en general hacia las producciones españolas: “Si el Sr. Serrano se hubiese llamado una cosa que sonase a extranjero, o si su obra viniese de algún teatro de fuera de España, no solo se aplaudiría como se aplaudió, sino que tendría éxito ruidoso. Pero el Sr. Serrano es un artista español muy modesto y muy inteligente, que comienza su carrera dando a la escena una ópera en tres actos que revela excelentes condiciones, y esto es una especie de delito para nuestro público, que aplaudió ruidosamente aquel baile en cinco actos, con una romanza de barítono en medio, que se llama El rey de Lahore, que toleró Le donne curiose y El Guarany, y que deja pasar La forza del destino y otras atrocidades, y por este delito, por tratarse de un compatriota que realmente vale, se comete la injusticia de no aplaudir tanto como se aplauden otras cosas que no merecen la pena”. ÓA