Reportajes

Los 'Barocktage' berlineses: lujo barroco bajo los tilos

Vuelven los días barrocos en la Staatsoper Unter den Linden

01 / 12 / 2022 - Lluc SOLÉS - Tiempo de lectura: 5 min

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idomeneo-operaactual-alexolle Una escena del 'Idoménée' de André Campra interpretado en los Barocktage del año pasado, con puesta en escena del español Àlex Ollé © Staatsoper Unter den Linden / Simon Gosselin

La Staatsoper Unter den Linden de Berlín celebra este mes sus Barocktage con una edición dedicada a Vivaldi y Mozart, con los estrenos locales de Il Giustino del compositor italiano y del Mitridate mozartiano. Con la Staats­kapelle de gira, un universo de instrumentos históricos comandados por nombres como los de René Jacobs o Marc Minkowski se adueñarán en estos días barrocos del foso de la Staatsoper.

Es otoño, y en la Staatsoper Unter den Linden de Berlin, la Ópera Estatal de Berlín, resuena el eco de músicas pasadas. La casa de Federico el Grande celebra por cuarta vez los Barocktage, diez días dedicados a la música antigua que este año se celebran a principios de diciembre. Un verdadero festival del barroco es lo que se cuece en la capital de la antigua Prusia, con tres óperas –dos de ellas estrenos– y más de diez conciertos dedicados a descubrir rincones inesperados del canon. Por su acústica, su particular intimidad y su historia, la Staatsoper berlinesa es el lugar que le corresponde a esa rama de la clásica.

El pasado de la institución es sin duda una de las razones de ser de esta iniciativa que acoge el histórico edificio ubicado en el famoso bulevar berlinés con sus característicos tilos centenarios que arranca en la Puerta de Brandeburgo. La Staatskapelle Berlin, la famosa orquesta del coliseo –que lidera Daniel Barenboim–, celebró en 2020 nada menos que su 450º aniversario. El conjunto hunde sus raíces en la era moderna, y su sede fue ideada en 1741 por G. W. von Knobelsdorff, uno de los nombres claves de la arquitectura prusiana dieciochesca.

© Staatsoper Unter den linden

La Staatskapelle Berlin

El primero en darse cuenta de la necesidad de explotar esta afinidad fue el director René Jacobs, quien ha tenido mucho que ver con la recuperación del repertorio barroco en la capital alemana. En las últimas 30 temporadas de la Staatsoper no ha faltado nunca al menos una producción dedicada a la música de los siglos XVII y XVIII. Desde el movimiento que insiste en la recuperación de la música antigua con criterios historicistas, lo que en Alemania se conoce como “movimiento del sonido original”, llegó la inquietud por cubrir un determinado hueco en la Ópera. Desde 2018, los Barocktage berlineses devuelven la histórica sala al “sonido original”, dando lugar así a cierta retroalimentación entre repertorios que solo le hace bien al panorama operístico. El festival representa también, dicho sea de paso, la oportunidad anual de salir de gira para la Staatskapelle.

Aun con la ausencia de la orquesta titular, el público ha respondido siempre de maravilla a esta iniciativa. La pasada edición hasta 60.000 espectadores de 40 nacionalidades distintas asistieron a los espectáculos propuestos. A los abonados a la temporada se suman muchos fanáticos del género que la Staatsoper abraza con precios atractivos, una selección exquisita de intérpretes y una atmosfera particular.

Más allá de Händel

El director artístico e intendente de la Staats­oper Unter den Linden, Matthias Schulz, afirma a ÓPERA ACTUAL  que los Barocktage intentan “dar voz a todas aquellas tradiciones barrocas que no sean Händel”. Y así es; el festival, que evita decididamente el mainstream, quiere ser siempre una oportunidad para el descubrimiento. Si en años anteriores se habían tratado repertorios y nombres relativamente nuevos –compositores como Rameau o Campra, por ejemplo–, la edición de este año va de sacar a relucir facetas desconocidas de compositores afamados. El foco se desplaza para ello de Francia a Italia y por primera vez en la historia de la institución, la Staatsoper estrenará una ópera de Vivaldi, Il Giustino, con una virtuosa puesta en escena firmada por Barbara Horáková que explora algunos puntos de contacto de la estética barroca con el mundo contemporáneo. Y René Jacobs dirigirá a la Akademie für Alte Musik Berlin, conjunto honorífico del festival.

“El teatro post-pandémico, precisamente empeñado en la sustitución y la reorganiza­ción, encuentra en esta concepción barroca del espectáculo un aliado interesante”

Verá también la luz una nueva puesta en escena de otro estreno berlinés, Mitridate, re di Ponto, opera seria de un Mozart adolescente de 13 años, que irá a cargo del director japonés Satoshi Miyagi. Se encargarán de ella Marc Minkowski y sus Musiciens du Louvre, con un casting ideal capitaneado por el tenor samoano Pene Pati. Cerrando el círculo estará la ya conocida Incoronazione di Poppea de Monteverdi en la interpretación de Eva-Maria Höckmayr, oficiada también por la Akademie für alte Musik y con nombres como Carlo Vistoli o Bejun Mehta en el reparto.

Otros repertorios

No todo es ópera, sin embargo. Orbitándola estarán, como suele ser costumbre en la programación de los Barocktage, diversos conciertos programados en salas alternativas de la capital alemana. A destacar quizás la velada con los Berliner Barocksolisten, conjunto formado por miembros de la afamada Filarmónica berlinesa. Bajo el liderazgo de la violinista Diana Tishchenko, insistirán en el tema principal con obras de Vivaldi y Mozart en el programa. Lo mismo hará la mezzosoprano Lea Desandre con el Ensemble Jupiter para cerrar el festival.

En tiempos post-pandémicos, cuando la escena teatral alemana atraviesa un período de dudas acerca de su sostenibilidad en vistas del dramático retroceso del número de espectadores que se está produciendo, el éxito de un formato como el de los Barocktage tiene que ser considerado. Según Matthias Schulz, con su extrema flexibilidad la ópera barroca ha demostrado ser un valor seguro. A principios de la década de 1990, René Jacobs empezó a proponer la reinstauración no solo de un determinado repertorio, sino también de una forma de tratar la ópera, característica del fin del antiguo régimen, mucho más elástica y permisiva. Con Jacobs volvían por ejemplo las arias de sustitución, es decir, la tendencia de intercambiar arias originales por otras más afines al gusto del intérprete o del director. El teatro post-pandémico, precisamente empeñado en la sustitución y la reorganización, puede encontrar en esta concepción del espectáculo escénico un aliado interesante.

Pero el éxito de la ópera barroca no reside solamente en su practicidad. Su exotismo, debido en buena parte a la lejanía en el tiempo, suma fuerzas con la excentricidad de su forma, dedicada a la expresión redundante de emociones y sentimientos. Y así produce un espectáculo eléctrico y extraño, capaz de apelar a la sensibilidad contemporánea sin necesidad de cualquier tipo de filtro. Berlín así lo ha entendido.– ÓA