Reportajes

Luis de Pablo lírico

A propósito del estreno de 'El abrecartas', la sexta ópera del compositor español

01 / 02 / 2022 - Ismael G. CABRAL - Tiempo de lectura: 3 min

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Luis de Pablo / operaactual.com Luis de Pablo durante el homenaje que le rindió el Teatro Real en su 80º cumpleaños © Teatro Real / Javier DEL REAL

El catálogo lírico del compositor vasco, figura destacada de la generación del 51 y fallecido el pasado 10 de octubre a los 91 años, se enriquece ahora con El abrecartas, su sexta ópera y en la que trabajó una vez más junto al escritor Vicente Molina Foix. La ópera se estrenará a partir del 16 de enero de 2022 en el Teatro Real de Madrid.

En la obra de Luis de Pablo (Bilbao, 28 de enero de 1930-Madrid, 10 de octubre de 2021) siempre convivió una voraz necesidad por la literatura con una capacidad de control de su propio lenguaje, especialmente audaz cuando de revestir textos con música se trataba. De ahí que la escritura operística ha quedado como un formidable capítulo dentro del catálogo del compositor vasco de la que El abrecartas, que vera la luz póstumamente, es su última adición. Es posible que Tarde de poetas (1986) sea, no solo una obra notabilísima en medio de su legado, también una ambiciosa creación que recogía y amplificaba algunos de los logros de su primer título operístico, Kiu, estrenado solo tres años antes en el Teatro de La Zarzuela de Madrid. Es Tarde de poetas una obra hasta impensable en cierto contexto de la modernidad española, toda vez que se articula como un ciclo de canciones para soprano, barítono, coro mixto y conjunto a partir de textos de Góngora, Molina Foix (siempre presente en el corpus depabliano) y Juan Larrea, entre otros. Pese a que la gramática es puramente modernista, De Pablo hila voces y música de manera muy artesanal, sin renunciar a cierta pujanza, aun constreñida, del material melódico en liza.

Libreto seductor

En 1983 De Pablo afirmaba en el programa de mano del estreno de Kiu que su idea de escribir una ópera tenía entonces “más de cinco años. Paralelamente a la composición de otras obras, buscaba un texto que me sedujese, sin saber muy bien cuál. Atrapé verdaderas indigestiones de leer teatro”. Ese apetito por la construcción operística no se sustanció hasta que imaginó poner en música El cero transparente (a la sazón, Kiu), de Alfonso Vallejo, “una mezcla de grotesco, trágico, tierno y siniestro, por su violencia y por su forma irreal de servir una historia realísima”, diría. Y ya entonces, con esa reflexión, estaba dando con el dibujo perfecto de lo que iban a ser, en no poca medida, sus títulos posteriores. Porque las óperas de Luis de Pablo son, en efecto, inspirados conglomerados de tragedia, surrealismo, finísimo humor y un goticismo que alcanzaría su punto más alto en la neovampírica La señorita Cristina con la que en 2001 contó un encendidamente dramático relato de amor entre vivos y muertos a partir de la novela homónima de Mircea Eliade.

Luis de Pablo: “Yo siempre me he tenido por un compositor melódico, aunque haya muchas formas de hacer melodía”

Antes nació El viajero indiscreto (1988), quizás la obra más difícil de asimilar por un libreto, obra de Molina Foix, en el que se ponen en liza las pasiones desatadas de un grupo de personajes (¡incluido un robot!), material con el que De Pablo tuvo que dar forma a la composición más evanescente que había abordado hasta la fecha. “Yo siempre me he tenido por un compositor melódico, aunque haya muchas formas de hacer melodía”, insistía en las entrevistas de entonces cuando le preguntaban por su estética, con esa capacidad tan suya de decir tantas cosas y, a la vez, aparentar negarlas. La madre invita a comer (1992) constituyó su tercer acercamiento al género en el que siguió indagando en las posibilidades del castellano cantado –con una dedicación que no le ha brindado ningún otro compositor español–, algo que venía ocupándole desde la temprana Comentarios a dos textos de Gerardo Diego (1956). “La vocalidad se apoya en la emisión y en la lengua; todo es un es campo amplísimo al que yo no he hecho más que asomarme (…). Nuestra lengua es una fuente inagotable de ritmos que es rarísimo encontrar en otros países”, comentaba al hilo del alumbramiento de su tercera ópera, segunda en conjunción con Molina Foix. Su quinta obra de la serie, Un parque (2006), queda como la más breve, también la más exótica por su puesta en música de un fantasioso drama de Yukio Mishima, estrenada en Venecia por Beat Furrer con notable éxito.

Para conocer qué depara El abrecartas queda muy poco: “Yo creo, modestamente, que no me ha quedado tan mal como para que no la muestren”, se quejaba amargamente De Pablo en los últimos años de su vida. Llega, tarde, pero llega. -ÓA