Reportajes

Los inicios de la ópera latinoamericana (I)

Música y teatro en las élites del poder

01 / 10 / 2020 - Antonio EZQUERRO ESTEBAN - Tiempo de lectura: 3 min

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una escena de la primera ópera estrenada en América, 'La púrpura de la rosa', en una versión ofrecida en el Teatro de La Zarzuela de Madrid en 2000, con Isabel Monar en el papel de Venus © TVE

Hablar de los inicios de la ópera en el continente americano es hablar de un fenómeno en principio ajeno a aquellos territorios, importado, europeo, llevado allá como manifestación cultural –y también como mero solaz y evasión– de quienes, llegados desde lejos, se asentaron en un nuevo mundo maravilloso e inhóspito al mismo tiempo, todavía por descubrir.

Son bien cono­cidos los ante­cedentes y primeros intentos en Europa por abrirse a un nuevo género músico-escénico, desde la camerata fiorentina del conde Bardi, a los primeros compositores interesados en él y sus primeras producciones en Italia. Desde la Dafne (de 1597, perdida, estrenada privadamente al año siguiente y en público en 1599) o la Euridice (primera ópera conservada), de Jacopo Peri, al Orfeo (primera ópera que sigue hoy en cartel) de Monteverdi, pasando por un sinfín de producciones, entre las que puede verse un simple muestreo: La liberazione di Ruggero… (primera ópera a cargo de una mujer), de Francesca Caccini; Le nozze di Teti e di Pelleo (primera ópera veneciana) o Veremonda, amazzone d’Aragona (primera ópera en Nápoles), ambas de Cavalli; o Il Ciro (primera ópera napolitana) de Francesco Provenzale.

Tampoco resulta menos conocida la carrera emprendida entre las diversas potencias del momento por ver quién se incorporaba antes y mejor al nuevo espectáculo integral de música, poesía y danza. Así, en Alemania conviene citar obras pioneras, como la Dafne (perdida), de Heinrich Schütz; Seelewig, un Singspiel de Sigmund Staden; o la Orontea (primera ópera italiana representada en la corte de Innsbruck) e Il pomo d’oro (Viena), de Cesti.

El género llega a España

En España, la precursora operística fue una fiesta-comedia, perdida, con libreto del conde de Villamediana: La gloria de Niquea (Palacio de Aranjuez), del maestro Capitán, Juan de Palomares, Juan Blas de Castro y Álvaro de los Ríos. Seguida por la égloga pastoril, perdida, con libreto de Lope, La selva sin amor (Alcázar de Madrid), de Piccinini; a la que continuarían la comedia El jardín de Falerina (con libreto de Calderón), atribuida a Peyró; la zarzuela El golfo de las sirenas, anónima; y la semiópera Fortunas de Andrómeda y Perseo, la zarzuela El laurel de Apolo (atribuida), y la ópera La púrpura de la rosa (perdida), así como Celos aun del aire matan (la ópera más antigua en español conservada), las cuatro, con libreto de Calderón y música de Hidalgo; para acabar la centuria con La guerra de los gigantes (primera vez que aparece el término ópera), de Sebastián Durón, y ya en el siglo XVIII, Los elementos (ópera armónica en estilo italiano, representada en Madrid), de Antonio Literes, o Il più bel nome (primera ópera italiana en la península ibérica, estrenada en Barcelona) del italiano Caldara. Por su parte, Francia emprendió esta carrera con la pastoral La finta pazza (París, 1645), de Francesco Sacrati; Le nozze di Peleo e di Theti (perdida), de Caproli; Pomone (primera ópera en francés), de Robert Cambert; la comedia-ballet Le bourgeois gentilhomme, Cadmus et Hermione (primera ópera francesa), o Alceste, de Lully; o Medea, de Marc-Antoine Charpentier. Mientras que en Inglaterra se deben mencionar Venus and Adonis (primera ópera en inglés), de John Blow; Dido and Aeneas (de 1683, estrenada en 1689), The Prophetess y la semiópera The fairy Queen, las tres, de Henry Purcell, que prefigurarían la llegada, ya en el siglo XVIII, del gran Georg Friedrich Händel.

Primeras óperas en Europa, en el siglo XVII

Y América? … Pues lo cierto es que el caso americano resulta más tardío que los citados y, por otra parte, mucho menos conocido. Pues la ópera tardaría todo un siglo en arribar a las costas americanas, ya en tiempo, para lo panhispánico, de la monarquía borbónica, y en pleno siglo XVIII. Los primeros casos conocidos fueron dos, uno, en Lima, cabeza política del virreinato del Perú, y otro, en México, capital del virreinato de la Nueva España: La púrpura de la rosa (primera ópera compuesta e interpretada en América; con libreto de Calderón, estrenada el 19 de octubre de 1701), de Tomás de Torrejón y Velasco, y La Parténope (perdida; primera ópera compuesta en América del Norte, por un americano; con libreto del italiano Silvio Stampiglia; México, Palacio del virrey, 1711), de Manuel de Zumaya. Dos obras de presencia política europea en territorios del otro lado del Atlántico y, en cierto modo, excepcionales.

Pero todavía habría que esperar hasta que, el 3 de diciembre de 1750, se anunciara en la New York Gazette & Weekly Post-Boy la representación de The Beggar’s Opera [La ópera del mendigo] (1728), con libreto del británico John Gay (1685-1732) y música del alemán de origen aunque naturalizado inglés, Johann Christoph Pepusch (1667-1752), en el First Nassau Street Theatre de Nueva York, probablemente, el primer teatro construido expresamente como tal en Manhattan. A pesar de lo cual, y como síntoma de las enormes lagunas que todavía se tienen al respecto y lo mucho que queda por estudiar, se sabe que ya en 1746 esa misma obra se estaba representando en Providence, en las islas Bahamas –en las Antillas, al norte de Cuba–, donde se cobraba el entonces elevado precio de un dólar por cada entrada.

Continúa en ÓPERA ACTUAL 240 (1 de noviembre)

© Antonio EZQUERRO ESTEBAN

Tabla con las primeras óperas americanas, hasta 1825