Reportajes
Los 450 años de la Staatskapelle Berlin
La orquesta titular de la Staatsoper Unter den Linden atraviesa un gran momento bajo la guía de Daniel Barenboim
La formación berlinesa, orquesta titular de la Staatsoper Unter den Linden, celebra un incómodo aniversario a puerta cerrada. Dirigida desde hace tres décadas por Daniel Barenboim, está considerada como uno de los mejores conjuntos instrumentales del mundo y dedica gran parte de su labor al mundo de la lírica.
Ya va fundiéndose un 2020 que muchos se alegrarán de despedir, por razones obvias. También el gremio de la ópera y de la música clásica está impaciente por dejar atrás el año del cierre de cientos de teatros y auditorios alrededor del mundo; pero no por ello la despedida de este fatídico 2020 dejar de ser amarga. Iba a ser un año repleto de efemérides, truncadas por la pandemia. El 250º aniversario del nacimiento de Beethoven se lleva la palma de las frustraciones, no cabe duda, pero tras esta van los meritorios –y casi inverosímiles– 450 años de la Staatskapelle Berlin. La formación, orquesta titular de la Staatsoper Unter den Linden dirigida desde hace casi 30 años por un incansable Daniel Barenboim, se cuenta y se ha contado siempre entre las orquestas más importantes del mundo. Una ojeada a su apasionante historia permite hacerse una idea de su relevancia no solo a la hora de trazar el desarrollo de la música clásica y de la ópera, sino también por lo que hace a la consolidación de Berlín como faro cultural del mundo moderno.
Para encontrar las raíces de la Staatskapelle Berlin hay que remontarse a 1570, aunque todo hace pensar que la inicial Kurfürstliche Hofkapelle (Capilla de la corte del Elector) existía desde algún tiempo antes. El ensemble berlinés comenzó, como tantos otros de tradición germana, como conjunto privado del príncipe elector, y permaneció así durante casi dos siglos. No será hasta mediados del siglo XVIII, con la llegada al trono del famoso monarca músico Friedrich II, der Große, que la orquesta adquirirá una dimensión social. Contrata a más músicos, como a Carl Philipp Emanuel Bach, y a su famoso profesor de flauta, Johann Joachim Quantz, y la orquesta se convierte en residente de la recientemente estrenada Königliche Hofoper, la Ópera Real de la corte, hoy Staatsoper Unter den Linden. Por fin, en 1783, da su primer concierto público en la sala del Hotel Stadt Paris.
La apertura al público en general de la orquesta real, gesto típico de déspota ilustrado, es piedra de toque a la hora de comprender la consolidación de la Staatskapelle como entidad cultural de referencia en la Europa de la edad contemporánea.
Friedrich II permite la apertura de su conjunto privado a las más diversas influencias estéticas provenientes de todo el continente. Se sabe, de hecho, que la ampliación que propició de la orquesta tuvo su origen en la fascinación que le produjo el descubrimiento de la entonces ya consolidada Staatskapelle de Dresde. De allí sacó la inspiración para contratar a los más destacados castrati italianos del momento, como Porporino o Felice Salimbeni, de cuyas habilidades presumía constantemente y cuyos sueldos eran escandalosos para la época.
El músico monarca hacía orbitar su corte en torno de la ópera italiana y la convertiría, gracias a la presencia de grandes nombres de la lírica, en un verdadero reclamo cultural. Pero es quizás otra efeméride un poco más moderna la que convierte a la Staatskapelle en agente imprescindible de la historia de la música vocal.

Bajo la titularidad de Daniel Barenboim, que ha estado casi tres décadas al mando del conjunto, la Staatskapelle Berlin se ha consolidado como una referencia en el mundo de la lírica
Mendelssohn, Meyerbeer...
En 1829, Berlin vuelve a estar en la primera página de la música clásica europea: un tal Felix Mendelssohn, que había llegado a la ciudad como estudiante desde su Hamburgo natal, se pone al mando de la Staatskapelle para dirigir una nueva obra. La leyenda dice que fue un carnicero del mercado quien le vendió un trozo de carne envuelto en la primera página de una partitura; sea como fuere, pertenecía a la ahora archiconocida Pasión según San Mateo de Bach. Mendelssohn redescubría, con esta obra, la figura del fundamental músico barroco. Su reestreno el 11 de marzo de 1829 fue, para muchos, el punto de partida de una moda, la de la recuperación de la música antigua, que muy poco tardaría en convertirse en un ámbito independiente dentro del universo de la música clásica.
Los grandes nombres de la historia de la música, y en especial de la ópera, no dejarán de pasar por el mando de la Staatskapelle Berlin. Es de relevancia el hecho de que no fue hasta 1842, con la llegada de Giacomo Meyerbeer a la dirección de la Staatsoper, cuando se empezó a ofrecer lo que hoy se conoce como una temporada de ópera, es decir, una serie de actuaciones –en este caso, semanales– a los que puede acceder una nueva figura en la historia del espectáculo: el abonado. Y de Meyerbeer a Richard Strauss, quien dejará, ya a principios del siglo XX, su huella bávara en una formación de estrictas raíces prusianas.
Entidad de referencia a nivel estatal, la orquesta no pasaría inadvertida al auge del nazismo: es bien conocida la renuncia del aclamado Wilhelm Furtwängler, quien decidió dejar su plaza de director titular después que Hitler le prohibiese estrenar la ópera de factura contemporánea Mathis der Maler, de Paul Hindemith, y con ella el subsiguiente y controvertido acceso al trono de Herbert von Karajan, quien se haría cargo de la Staatskapelle –a medias querido y odiado por la órbita del partido– hasta bien entrada la Segunda Guerra Mundial (1944).
El hecho de saberse órgano central a nivel cultural, y sobre todo la conciencia de altavoz mediático, ha caracterizado siempre una Staatskapelle Berlin que no ha dejado de comprometerse a diferentes niveles. Desde la defensa del medio ambiente hasta la mediación por la paz en Oriente Medio –la longevidad de Barenboim en el puesto tiene que ver, sin duda, con esto–, la orquesta ha sabido hacerse un lugar, más allá de la ópera, y más allá de la música, entre las instituciones culturales de referencia. Toca desearle, en esta extraña fecha de su aniversario, una vida mucho más larga de música, éxitos y compromiso. -ÓA