Reportajes
El género de la zarzuela, un patrimonio cultural en proceso
Nada menos que 11.000 zarzuelas en España y 5.500 en Latinoamérica, más de 350 años de historia, cuna de cantantes, casa de oficios, retrato de realidades, sonrisa del pueblo
Nada menos que 11.000 zarzuelas en España y 5.500 en Latinoamérica, más de 350 años de historia, cuna de cantantes, casa de oficios, retrato de realidades, sonrisa del pueblo. La zarzuela lucha desde hace años por pasar del imaginario popular al sencillo reconocimiento de su valor: el de ser patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, un objetivo hoy más cercano.
Antonio Machado sintetizaba sin saberlo en su poema Guitarra del mesón los significados íntimos del género de la zarzuela: “Hoy suenas jota, / mañana petenera, / según quien llega y tañe / las empolvadas cuerdas / Y siempre que te escucha el caminante / sueña escuchar un aire de su tierra”. Música, identidad y memoria. Pocos o ningún género musical tienen la capacidad de evocación, la permeabilidad a las tradiciones musicales populares y la perspectiva tan próxima a la realidad de la zarzuela. Por su especificidad y también por la compleja situación de la cultura, el género lleva unos años lidiando con la necesidad de tener un marco de mayor protección, y una declaración de patrimonio inmaterial de la humanidad podría ser el principio de un camino en el cual los esfuerzos encontrasen mejores recompensas.
Emilio Casares, catedrático emérito de Musicología en la Universidad Complutense de Madrid y tal vez la voz más autorizada a la hora de hablar de la zarzuela, se aproxima al género desde sus orígenes: “Creo que el primero que postuló lo que es la zarzuela”, comenta el musicólogo a ÓPERA ACTUAL, “ha sido Calderón de la Barca al afirmar que ‘no es comedia, sino solo una fábula pequeña en la que, a imitación de Italia, se canta y se representa’. Sería difícil mejorar este texto, que es completado por autores del siglo XVII: en la zarzuela se canta, se habla, se baila y se representa. Estamos por tanto ante un género híbrido, en la línea de los géneros líricos pobres europeos como el Singspiel o el vodevil. Una de sus maravillas es que se canta y se cuenta toda nuestra vida, es la crónica cantada y contada de nuestra vida social, política y amorosa. Por eso ha resistido hasta hoy”.

El profesor Emilio Casares
Códigos propios
Desde la perspectiva meramente musical, la zarzuela aglutina una serie de códigos propios y retóricas que se alimentan de la música popular sin dejar de mirar a los avances estéticos de Europa. Es un mundo que encierra otros muchos. Para Guillermo García Calvo, director musical del Teatro de La Zarzuela de Madrid, un coliseo que la defiende a capa y espada, el género “va a la par con la ópera en cuanto a nivel, con la diferencia de que es algo exclusivo, propio de unos pocos lugares en el planeta. La música refleja una manera de entender la vida muchas veces más sencilla, con menos palabras pero con más poesía, a diferencia por ejemplo de la gramática intensísima y casi interminable de la filosofía alemana. Cada compositor crea dentro de su cultura y no puede escaparse. Decía Richard Strauss que, como alemán, siempre estaba ‘condenado al contrapunto’, comprendiendo que al final él no podía tener ese talento melódico de un Puccini, por ejemplo. Pero su cultura le daba otra serie de valores. Aquí con la zarzuela nos pasa igual”, concluye.

Daniel Bianco, director artístico del Teatro de La Zarzuela
A fuego lento
En 2018 los medios de comunicación se hacían eco del interés del Gobierno, presidido entonces por Mariano Rajoy, por iniciar el expediente para declarar la zarzuela como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. El primer paso era redactar un informe, encargado por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem) a Emilio Casares. “Cuando me encargaron el diseño del proyecto”, comenta el catedrático, “lo primero que hice fue solicitar copias de otras peticiones para conocer cuáles eran los modelos que se establecían internacionalmente. Revisando las cifras, creo que no hay ninguna nación que pueda competir con este producto de la hispanidad. Son muchos los motivos para la declaración: en primer lugar por su calidad en sí, pero siguiendo porque es históricamente el mejor sistema de entretenimiento de la sociedad española, ha generado muchos oficios a su alrededor, ha sido cuna de cantantes, ha estimulado la imprenta y ha dinamizado el mercado de las grabaciones… Pero la necesidad de protección es clara. En el primer año del que tenemos estadísticas, 1866, hubo 2.980 funciones de zarzuela; hoy no llegamos a las 150”.
Aquel completo informe de 35 páginas no obtuvo respuesta, y los sucesivos cambios en el Ministerio de Cultura y Deporte devolvieron el proceso al punto de partida. Continúa el relato Daniel Bianco, máximo responsable del Teatro de La Zarzuela: “Cuando, con el cambio de gobierno, llega la nueva directora general del Inaem (Amaya de Miguel), yo hablo con ella para actualizar la situación. La directora localiza ese documento, que es de un altísimo nivel, y nos aconsejan que además del enfoque histórico añadamos uno antropológico, necesario para la declaración de patrimonio inmaterial. Como consecuencia, he buscado a un grupo de grandes pensadores como José Antonio González Alcántuz (Catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada), María Nagore Ferrer (Departamento de Musicología de la UCM), Raúl González Arévalo (Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la UGR) y otros muchos, complementados con algunas voces autorizadas invitadas para elaborar un nuevo documento que se añadirá al del profesor Casares para presentarlo en primera instancia para Patrimonio. Eso ocurrirá en octubre”, explica a ÓPERA ACTUAL.
Otro de los aspectos que da entidad al género es su capacidad para convertirse en contenedor de vivencias de un buen número de generaciones. Si Eugenio Trías concluía que la música era tal vez la remembranza del latido del corazón de la madre cuando aún no se ha nacido, la zarzuela se posiciona en ese mismo espacio, donde funciona como testigo privilegiado de la memoria afectiva de este país. No hay más que acercarse a cualquier función para ver cómo el público repite los parlamentos, se ríe con antelación de los chistes, tararea las romanzas y, en definitiva, sale de la sala con la liviandad solidificada en forma de sonrisa.

'Cecilia Valdés' en el Teatro de La Zarzuela
La voz del migrante
Precisamente es esta misma sonrisa la que se transmuta en nostalgia cuando la migración entra en juego. Ninguna manifestación cultural trae tanta memoria del exilio como la música de zarzuela, que viajó entre las pertenencias de tantos para volver transformada y enriquecida de nuevos sones tras unas décadas. “Me crie en una familia de emigrantes españoles”, explica Daniel Bianco, “y siempre he sentido que esa música nos pertenecía como algo que los abuelos se llevaron en las maletas cuando emigraron, y se hizo de tal manera que yo no sabía si era música argentina o española. Me sabe a mi infancia y, sobre todo, me recuerda a muchas tardes de alegría”.

Marcello Pérez Pose, director de Asociación Zarzuela por el Mundo
Para aquellos que acogieron a los exiliados o hicieron el camino inverso, la zarzuela prendió con la velocidad de la pólvora y arraigó de tal manera que en algunos casos el género ha mantenido su vitalidad gracias a sus aportaciones. Testigo de excepción de este arraigo es Marcello Pérez Pose, director de Zarzuela por el Mundo, asociación que realiza una función esencial en la difusión del género en América Latina y España y que preside uno de sus grandes divulgadores, Plácido Domingo: “Yo soy de Uruguay, y mi primer recuerdo de este género es La canción del olvido, en un VHS de aquellos programas escenificados que hacía Televisión Española”, afirma Pérez Pose. “Luego vino Luisa Fernanda, entre otras cosas porque Moreno Torroba estuvo muy vinculado a Latinoamérica. Con el tiempo yo y muchos otros músicos nos enamoramos del género, y desde entonces no hemos parado de insistir en la grandeza que tiene e intentar aportar algo para que cambie su situación. Mantengo la ilusión y la fe en que la zarzuela va a volver a ser moda. No es el camino que estamos transitando de momento, pero es el que tenemos que recorrer para llegar”, sentencia.
Las generaciones más jóvenes, aquellas que no han vivido exilios políticos ni dictaduras, establecieron su vínculo a través del legado de grabaciones de las grandes voces. “Mi primer contacto con la zarzuela fue de niño, a través de una cinta de cassette”, asegura Guillermo García Calvo. “Me la regaló un amigo de mi padre con romanzas cantadas por Alfredo Kraus. Yo las escuché y me quedé fascinado. Tenía seis o siete años e iba a empezar preparatorio de solfeo, tenía muy pocas cintas de música: una con sonatas para piano de Haydn, otra de conciertos de Beethoven y la cinta de Kraus. Para mí no había distinciones entre la zarzuela y Beethoven. Eran músicas igualmente válidas”, recuerda. Para aquellos aún más jóvenes, que no se nutrieron de los brillos del pasado, nació en Madrid el Proyecto Zarza del Teatro de La Zarzuela que lucha por “quitar esa nube colectiva en la que parece que la zarzuela es ponerte en jarras, colocarte un geranio en el pelo y detrás un reja”, ironiza Daniel Bianco.
Compromiso político
En ocasiones los procesos de apropiación cultural son extremadamente dañinos: es paradójico que precisamente el género que en tantas ocasiones se ha asociado con el franquismo sea la manifestación musical que más emocionase a los exiliados de la propia dictadura. Hoy se perpetúa la condena pasiva a cuenta de una identificación falsa, cuando fue precisamente la zarzuela la que mantuvo viva la llama del regreso. “La zarzuela ha sido utilizada durante los 40 años de dictadura de este país”, argumenta el director del Teatro de La Zarzuela, “y pasó a ser el género de alguien, o asociado a alguien a quien, como siempre dice el profesor Casares, por no gustarle, no le gustaba ni la música militar”.
Para superar los falsos arquetipos y las dificultades burocráticas todos los implicados coinciden en un aspecto: la importancia de la implicación política para sacar adelante la petición del letargo institucional. “Hemos hecho todo lo que el Teatro de La Zarzuela puede hacer, pero esto tiene que ser también un movimiento y un deseo del Gobierno”, comenta Bianco. “No tengo ninguna duda de que lo tiene, y en el momento en el que esté el documento, tiene que existir el propósito político de cristalizarlo. Tiene que ser una necesidad compartida”.

Joan Francesc Marco, director del Inaem
Un patrimonio de todos
Precisamente desde la dirección del Inaem muestran su apoyo y compromiso con la candidatura, según afirma a ÓPERA ACTUAL el nuevo responsable máximo del organismo, Joan Francesc Marco: «No cabe duda de que la zarzuela ha sido y es un patrimonio musical de la humanidad y como tal debe ser declarado. Desde el Ministerio de Cultura y Deporte, estamos trabajando para que este género que atesoramos, protegemos y difundimos desde el Teatro de La Zarzuela –único en el mundo construido para albergar las representaciones de zarzuelas– tenga ese justo reconocimiento. Por ello el Inaem estimuló en su día el encargo del informe del Profesor Casares, convencidos de que era necesario reconocer internacionalmente de una manera expresa la importancia y singularidad de este género único, autóctono, patrimonial, identitario y con vocación universal, que une teatro y música y que ha empapado nuestra historia desde el siglo XVII hasta nuestros días. La tramitación, incluyendo el informe desde la perspectiva antropológica que se está ultimando, sigue su curso, y espero que en breve podamos celebrar ese reconocimiento. Sería un apoyo muy importante para potenciar aún más la difusión de este género musical», detalla Marco. La lucha porque se reconozca institucionalmente la realidad afectiva de la zarzuela continúa…– ÓA