Reportajes
La creación lírica española actual
De Luis de Pablo a José María Sánchez-Verdú. A propósito del estreno de 'El abrecartas'
Este mes se podrán escuchar en Madrid dos grandes obras vocales que ilustran la riqueza del patrimonio musical español contemporáneo. Al estreno absoluto de El abrecartas de Luis de Pablo en el Teatro Real se suma en la temporada de la OCNE el de Hacia la luz, de José María Sánchez-Verdú, obras que responden a una misma voluntad: la de vincular los rasgos del lenguaje musical local a las necesidades expresivas propias de la identidad cultural española.
En su histórico estudio sobre la música española de vanguardia, Tomás Marco definía la composición española –y especialmente a la entonces pujante Generación del 51— como un “acontecer paralelo” en el que el compositor actuaba como “francotirador” libre ante la ausencia de impulsos unitarios, esto es, de una escuela que diera cabida a las diversas expresiones musicales del momento. Han pasado más de 50 años desde esta afirmación y, a pesar de la coincidencia estilística de algunas de las aportaciones individuales al repertorio, el mapa estético de la creación contemporánea en España sigue mostrando una gran profusión de formas y lenguajes.
Este mes de febrero brinda la oportunidad de escuchar en Madrid dos grandes obras vocales que ilustran magistralmente la riqueza del patrimonio musical actual en el país. El abrecartas de Luis de Pablo, cuyo estreno absoluto se anuncia en el Teatro Real, y Hacia la luz de José María Sánchez-Verdú, en la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España, responden a dos impulsos creativos diferentes, aunque a una misma voluntad: la de vincular los rasgos del nuevo lenguaje musical a las necesidades expresivas propias de la actual identidad cultural española.

Luis de Pablo
Son ambos compositores, quizás, los dos mayores exponentes de la creación lírica contemporánea en el país, con un catálogo vastísimo y un extraordinario dominio de la técnica y la escritura vocal. Ambos creadores se distancian de los clichés y limitaciones –o exigencias impuestas por el circuito escénico– que a menudo sufren todavía algunos artistas contemporáneos y formulan en estas obras un mensaje propio de gran espontaneidad creativa.
El abrecartas está basado en el texto homónimo por el que Vicente Molina Foix fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 2007. La colaboración entre compositor y libretista no era nueva, pues como ya se ha visto en páginas anteriores se remonta a El viajero indiscreto (ópera, 1990) y se desarrolla en La madre invita a comer (ópera, 1994) y en Variaciones de León (obra de cámara para seis voces solistas, 1993). Luis de Pablo reconocía cómo sus intereses literarios habían determinado su producción desde etapas muy tempranas y admitía la importancia del texto –en su contenido y en su forma de expresión– en la configuración de la obra: no solo en el trazo de las líneas vocales, que exigen la articulación clara y precisa que impone la dicción del libreto, sino también en la instrumentación, que se impregna de la prosodia del texto y supera la mera función de acompañamiento melódico para entablar una íntima relación con el canto.
El propio autor describe su lenguaje como “ordenación de los intervalos”, procedimiento en el que los diferentes sonidos se organizan a partir de una nota cuya presencia se impone sobre las demás. El método compositivo parte de una idea motívica principal que funciona como célula generadora del discurso. A lo largo de la evolución estilística que ha trazado la obra de Luis de Pablo, y especialmente desde la década de 1980, a partir de su trabajo en la ópera Kiu, la linealidad adquiere una mayor presencia, lo que exige un delicado balance en el entramado de las partes para la perfecta comprensión contrapuntística del conjunto.
La ópera, un "crisol"
A pesar de la distancia entre su nueva obra escénico-musical Hacia la luz (para contralto-voz noh, voces femeninas, coro masculino, órgano y orquesta) y el anterior catálogo lírico-dramático, la personalidad artística de José María Sánchez-Verdú se revela aquí en los signos característicos de su escritura musical. Este autor define la ópera como “un crisol” en el que se manifiesta la estrecha relación de correspondencia entre las artes a través de una colaboración interdisciplinar.

José María Sánchez-Verdú
La inmersión de la audiencia se logra aquí mediante la superación de los tradicionales parámetros perceptivos: la sala de conciertos se transforma en caja de resonancia en la que la ubicación de los intérpretes –en otras obras, también la intervención de la electrónica– contribuyen a una nueva espacialización que juega con la distribución de los focos sonoros e incluso con el empleo de la luz y el color, que adquiere una componente simbólica en obras como Libro de las estancias (2009), en la cual la gama cromática presenta, a su vez, una estrecha vinculación con la propia percepción sinestésica del compositor.
Sánchez-Verdú define la composición como complejo proceso de investigación. Así, Gramma (2006), El viaje a Simorgh (2007, estrenada también en el Teatro Real), Aura (2009), Il giardino della vita (2016) y Argo (2018) son magníficos ejemplos sobre cómo la intertextualidad determina el diálogo estético entre la nueva creación y la influencia de la historia, de la filosofía o de la literatura. La expresividad del texto nace de su componente semántico pero se recrea en la palabra, absorbiendo la elocuencia de su fonética y su declamación. La atrevida concepción formal de la obra se fundamenta en el dominio de la orquestación y en un infinito engranaje de acentos, silencios y fórmulas rítmicas.
Hacia la luz es una nueva oportunidad para apreciar la sensibilidad tímbrica de Sánchez-Verdú. El tratamiento de la voz se aleja de la pureza y homogeneidad propias del uso operístico tradicional en busca de la expresividad del canto no impostado o de la sonoridad propia del teatro noh japonés.
Invitamos desde aquí al espectador a que, a través del disfrute, conocimiento y asombro en la escucha de estas dos obras, supere la tradicional actitud de desconfianza ante el repertorio contemporáneo. La seguridad de encontrarse ante dos muestras de la mejor música contemporánea española ha de llevar necesariamente al público hacia la admiración y fomento de la nueva creación lírica. ÓA