Reportajes
James Levine, 80º aniversario. Claudio Abbado, 90º aniversario
Discografía operística
Los aniversarios, este mes, de los nacimientos de Claudio Abbado y James Levine invitan a repasar, aunque sea someramente, parte de su extenso legado discográfico en el ámbito operístico. El maestro italiano marcó época en La Scala de Milán y el estadounidense lo hizo en la Metropolitan Opera de Nueva York.
Claudio Abbado (Milán, 26 de junio de 1933- Bolonia, 20 de enero de 2014) forjó su leyenda en el mundo musical como titular de la Filarmónica de Berlín y la Sinfónica de Londres, impulsor de la Orquesta del Festival de Lucerna, la Orquesta de Cámara de Europa, la Mahler Orchestra o la Orquesta Mozart de Bolonia y como estrecho colaborador de la Filarmónica de Viena y las sinfónicas de Boston y Chicago. James Levine (Cincinatti, Ohio- 23 de junio de 1943- Palm Spring, California, 9 de marzo de 2021) alternó su dedicación al Met neoyorquino con una presencia continuada en Europa, compaginando sus actuaciones en los Festivales de Bayreuth y Salzburgo y dirigiendo habitualmente las Filarmónicas de Berlín y Viena, la Staatskapelle de Dresde, la Filarmónica de Múnich (fue su titular) y las sinfónicas de Boston y Chicago.
Este retrato se centra solo en la ópera, abriendo el itinerario lírico con Carmen, de Bizet. La inimitable Teresa Berganza y Plácido Domingo fueron la gran pareja de la refinada lectura de Abbado (DG). Levine dejó una lectura más temperamental, muy brillante, con Agnes Baltsa y Josep Carreras (DG DVD).
Verdi como motor
Como directores verdianos, Abbado y Levine enriquecieron la discografía con lecturas magistrales. Macbeth, Simon Boccanegra, Un Ballo in maschera y Aida son una lección de estilo del maestro italiano, con la gloriosa aportación del Coro de la Scala y Romano Gandolfi y voces estelares como Shirley Verrett, Piero Cappuccilli, Nicolai Ghiaurov, Mirella Freni, Carreras, Ricciarelli, Domingo y Renato Bruson (DG).

El joven Levine asombró con una Giovanna d’Arco protagonizada por Montserrat Caballé y Domingo (EMI) y continuó su trayectoria verdiana con otros títulos que Abbado no llevó al estudio de grabación: I vespri siciliani, el primer Otello de Domingo, con Renata Scotto y La forza del destino, con Leontyne Price y el tenor español (RCA). Después, en su relación con Sony, grabó Aida, Il trovatore, Luisa Miller y Don Carlo, con las voces de Aprille Millo, Dolora Zajick, Vladimir Chernov y el omnipresente Domingo. Muchos de estos títulos también cuentan con filmaciones en el Met (Freni, Domingo, Luciano Pavarotti, Dolora Zajick, Sherrill Milnes, Joan Pons, o incluso, una Forza del destino con Price), sin olvidar esa Traviata de cine dirigida por Zeffirelli, con Teresa Stratas y Domingo.
Hay en el Verdi de Abbado una sinceridad expresiva, un sentido del fraseo y un pulso teatral al que suma un retrato de los personajes más humano y veraz: Levine es más temperamental, brillante en los contrastes y muy hábil en la concertación, pero en Abbado afloran más colores en la orquesta, más refinamiento. Por eso sus lecturas del Requiem son tan extraordinarias (DG y Emi). O su primera aproximación al Don Carlo, que también grabó en su versión original francesa (DG). Para Falstaff, se puede escoger entre la transparente lectura de un ya maduro Abbado, con Bryn Terfel en el rol titular y un notable montaje en el Met con Levine.
De la pasión rossiniana de Abbado dan buena cuenta sus registros de Il barbiere di Siviglia con Teresa Berganza (DG en estudio y en DVD), a las que cabe sumar tres Il viaggio a Reims (DG, Sony el live de la Ópera de Viena) y L’italiana in Algeri, con Baltsa y Ruggero Raimondi, aunque es mucho mejor el registro en vivo con Berganza, Ugo Benelli, y los referenciales Paolo Montarsolo y Enzo Dara. De los registros rossinianos de Levine, destaca un Barbero con Beverly Sills y Nicolai Gedda.

Por afinidad y fuerza dramática, Levine triunfó en un repertorio que no cultivó Abbado: Puccini y los veristas. Y aquí las joyas del Met se suceden: Bohème con Carreras, Stratas y Scotto (y la grabación de estudio con Alfredo Kraus, Carol Neblett y Scotto); Manon Lescaut con Domingo y Scotto (tiene otra con Freni y Pavarotti en Decca), Tosca (Scotto, Domingo y Milnes) Turandot (el suntuoso montaje de Zeffirelli) o Il Trittico.
Mucho más extensa, la discografía operística de Levine ofrece sensacionales versiones de Pagliacci, Cavalleria rusticana, Andrea Chénier, Adriana Lecouvreur, Fedora y Francesca da Rimini. Y mucho más ecléctica: Elisir d’amore con Pavarotti, Evgeni Onegin con Freni y, entrando en el repertorio alemán, Fidelio, de Beethoven, las straussianas Elektra (Birgit Nilsson, Leonie Rysanek) y Ariadne aux Naxos (Jessye Norman y James King), y, por supuesto, mucho Wagner en DVD (DG): Lohengrin (Peter Hofmann, Eva Marton, Leonie Rysanek), Tannhäuser (Marton), Los maestros cantores de Nürnberg (James Morris, Ben Heppner, Karita Mattila), su primera grabación de El anillo del nibelungo, con puesta en escena de Otto Schenk, un buen Tristán e Isolda, con Jane Eaglen y Ben Heppner y hasta tres versiones de Parsifal.
Abbado, en cambio, grabó poco Wagner: Lohengrin por partida doble en Viena, con Siegfried Jerusalem y Domingo en el papel titular, una suite de Parsifal y música orquestal con la Filarmónica de Berlín y escenas con Renée Fleming, Waltraud Meier, Bryn Terfel o Jonas Kaufmann. Sus grandes logros en Viena y Salzburgo fueron Elektra en un montaje de Harry Kupfer (Arthaus); Wozzeck, de Berg, con Hildegard Behrens y Franz Grundheber (DG y Arthaus), y Jovanchina, de Musorgsky-Shostakóvich (y escena final de Stravinsky), en un montaje de Alfred Kirchner con Nicolai Ghiaurov, Vladimir Atlantov, Yuri Marusin y Anatoly Kotcherga, más su impresionante Boris Godunov con Kotcherga, Ramey y Mariana Lipovsek (Sony).
Un hermoso Pelléas et Mélisande, de Debussy, con la Filarmónica de Viena, una bella edición de Fierrabras, de Schubert, y un estremecedor montaje de Desde la casa de los muertos, de Jánacek (todas en el sello amarillo), muestran la variedad del repertorio de Abbado. Curiosamente, a pesar de su pasión por Mozart, las grabaciones para DG dan más alegrías orquestales que vocales con Le nozze di Figaro (Bo Skovhus, Cecilia Bartoli), Don Giovanni (Simon Keenlyside) y La flauta mágica grabada en Módena en 2005 (René Pape) con la Mahler Chamber Orchestra.
Tampoco Levine logró óptimos resultados en sus grabaciones mozartianas de estudio con Kiri Te Kanawa; más interesantes son los montajes de La clemenza di Tito y Don Giovanni con puestas en escena, respectivamente, de Ponnelle y Franco Zeffirelli.– ÓA