Reportajes
Especial Temporada Operística Española 2019/2020: Los artistas españoles en la temporada española
La presencia de los artistas españoles en las programaciones del país
La presencia de cantantes españoles en las temporadas de los diferentes teatros del país, siempre es motivo de contradicciones. La visión de los directores artísticos muchas veces no coincide con el punto de vista del intérprete, tal y como se desprende de las opiniones que se apuntan en este reportaje que toma como ejemplo las carteleras del curso español 2019/2020.
Hablar de la temporada lírica española 2019 / 2020 como un todo es una generalización quimérica que puede llevar a engaño. En los escenarios del país se escucharán en un mismo año buena parte de la trilogía Mozart-Da Ponte o del Anillo wagneriano, Verdi de todas las épicas y épocas y unas buenas dosis de dolor pucciniano. Pero no será con las mismas voces, ni dimensiones escénicas, ni el mismo número de veces. En algunos teatros cantará Anna Netrebko, en otros María Bayo o Ainhoa Arteta. Es cuestión de repertorio, pero también de presupuesto, de modelo de mercado y de posicionamiento de las instituciones frente a los nuevos –o menos nuevos– artistas españoles. ¿Hay cambios en los últimos años? ¿Se están invirtiendo las dinámicas en la confección de repartos?
El Teatro Real arrancó la temporada con uno de los platos fuertes del año, el Don Carlo verdiano. En las 14 representaciones con tres repartos se encuentran dos cantantes españoles en papeles principales: el tenor toledano Sergio Escobar (Don Carlo, una función) y el barítono onubense Juan Jesús Rodríguez (Rodrigo, dos funciones). El primero ya hizo este papel hace dos años en el Maggio Musicale Fiorentino, el segundo hace uno en Tel Aviv, poco antes de su éxito en el Metropolitan de Nueva York. Son roles protagónicos, pero están lejos de la media docena de pases que tienen a su cargo los componentes del primer reparto. ¿Agenda, idoneidad o mercado? Cada caso es único, pero la dinámica no tanto. Por parte de los teatros con una mayor dotación económica –que han de cuadrar el interés del público con el coste de los cachets de las primeras figuras–, la postura está clara: “No existe ninguna jerarquía en los repartos del Teatro Real” afirma su director artístico, Joan Matabosch. “Es imprescindible que los repartos estén equilibrados entre sí y esto puede determinar que un cantante, español o no, esté en uno u otro reparto. No somos un teatro centroeuropeo de repertorio, que tiende a proteger a unos miembros que en algunos casos han renunciado a una carrera internacional para consagrarse a ese teatro, con la seguridad que ello comporta. Pero en realidad esto no tiene nada que ver con sus pasaportes. Proteger a los artistas no en función de su calidad sino de su nacionalidad es una aberración de la que solo puede salir ganando la mediocridad y el provincianismo”.
El resto de la temporada del Real se maneja dentro de los mismos parámetros, con una constante presencia y una importancia relativa: Sabina Puértolas será Adina y Borja Quiza Belcore en L’elisir d’amore y en el segundo reparto; Celso Albelo será Gualtiero, mientras que Yolanda Auyanet y Davinia Rodríguez encarnarán a Imogene, también en segundo y tercer reparto de Il pirata; la madrileña Rocío Pérez será la segunda Reina de la Noche, etcétera. Habrá que esperar a mayo para ver a un español como protagonista de un primer reparto: será en La Traviata, y será Plácido Domingo. “La evolución de las voces españolas es claramente positiva”, continúa Matabosch. “Quizás haya menos individualidades carismáticas que en otras generaciones, pero hay un nivel medio mucho más alto. Era inimaginable, en otras épocas, poder hacer al máximo nivel un reparto de Falstaff de Verdi con nada menos que seis cantantes españoles, como hicimos el pasado mes de abril”.

Jesús Iglesias, director artístico del Palau de Les Arts
El Gran Teatre del Liceu de Barcelona, por su parte, mantiene una presencia española bastante estable, con un amplio número de cantantes asiduos presentes en el repertorio de corte italiano. El Palau de Les Arts, con una programación de récord si se analizan el tiempo del que se dispuso y la ambición de la propuesta, apunta hacia ese mismo argumento: “No es una cuestión de nacionalidades, sino de repertorio”, sostiene Jesús Iglesias, su director artístico desde hace apenas un año. “Se piensa en la calidad y en la adecuación de los posibles intérpretes no solo al rol sino a la concepción escénica y musical que se va a presentar. Una obra como Elektra, más ajena a nuestra cultura musical, tendrá más dificultades para incluir artistas españoles, italianos o franceses. Pero acabamos de estrenar Le nozze di Figaro con María José Moreno y Sabina Puértolas en los principales roles femeninos. Lo que sí puedo asegurar es que nunca se trata de una cuestión económica. Quien así lo piense, no estará poniendo en justo valor a estos artistas”.
La temporada de Les Arts se nutre de una mezcla relativamente balanceada que se beneficia de no tener que asumir la jerarquía del doble o triple reparto. Hay grandes figuras internacionales, aunque en ocasiones en contextos más sencillos que no precisan tantos días de preparación y sin la servidumbre de las agendas, como es el caso del ciclo de Lied que anuncia a Beczala, Urmana, Jaroussky o Arteta, o el de Grandes voces, con Joyce Didonato. “Obviamente, los grandes nombres funcionan en cualquier país. Pero mi experiencia es que el público español ha sido siempre especialmente receptivo, más que en muchos otros países, a la presencia de cantantes españoles en los repartos”, comenta Iglesias. “El proteccionismo, tanto económico como en el caso del arte, es una contradicción con el mundo globalizado que vivimos y con el espíritu (e incluso con la normativa) de la Unión Europea en la que estamos plenamente inmersos. De aplicarse sería tremendamente empobrecedor para los propios artistas y para el público. Las oportunidades para las carreras internacionales de los cantantes españoles también se reducirían notablemente”.
No todos somos iguales
Pero no todos los teatros se mueven en la misma franja presupuestaria, ni tampoco con los mismos repertorios. Un ejemplo de los primeros es la Ópera de Oviedo que ofrece seis óperas en su temporada y un compromiso claro con los cantantes de cantera desde hace muchos años. Mariola Cantarero, Simón Orfila o Àngel Òdena fueron cabezas de cartel la temporada pasada, y en esta lo son José Bros y Juan Jesús Rodríguez encabezando Un ballo in maschera. Celestino Varela, el director general de la entidad asturiana, pone en valor el trabajo realizado: “Desde aquí siempre hemos hecho una apuesta decidida por los cantantes españoles, es una marca que identifica a esta casa. El público ha vivido en nuestra sede, el Teatro Campoamor, noches inolvidables con títulos formados enteramente por elencos del país. Tenemos una política activa en ese sentido basada en audiciones, apoyo específico y funciones como nuestros Viernes de Ópera. Superamos con creces el cupo que existe, por ejemplo, en el modelo americano, aunque no veo necesario fijarlo por ley en un mercado globalizado. Simplemente hay que hacerse eco de la necesidad del joven cantante, del español en este caso, y apoyarle sin renunciar a artistas de otros países. Los roles, los títulos, los compositores, la música son patrimonio de la humanidad”.
El prisma del Teatro de La Zarzuela madrileño es único por la especificidad de su repertorio, y todo se ve como el negativo de la foto. Su norma es la excepción de otros coliseos. Su lucha es la de abrir el teatro a los jóvenes (con el Proyecto Zarza, entre otras iniciativas) sin perder pie con su público habitual. Adaptaciones, recuperaciones y nuevos repertorios forman parte del modelo de gestión que propone una temporada más: “Evidentemente nuestra dedicación al género lírico español implica que contemos mayoritariamente con cantantes españoles por razones idiomáticas y de estilo”, comenta Daniel Bianco, su director, “pero tenemos la fortuna de disfrutar de una generación brillante de cantantes líricos que están triunfando en todo el mundo y que defienden y gozan interpretando nuestra música. Nuestros artistas de hoy son herederos de una tradición, de una escuela con una mezcla de voces del pasado remoto y de otro pasado más reciente. El arte no nace por generación espontánea: es fruto del poso que van dejando quienes nos precedieron”.
La titularidad pública del teatro también condiciona de manera neta su apoyo, sin una mirada tan atenta a la taquilla y permitiendo una política de recuperaciones más activa: “Un teatro (y más uno público) tiene la obligación de asumir ese compromiso con las nuevas generaciones de cantantes españoles. Hay que dar paso a su mirada renovada y que puedan tomar el testigo. Es una condición ineludible para que esta forma de arte tenga vigencia y futuro”, concluye.
¿Y los cantantes?
Obviamente la realidad laboral de los cantantes españoles se sitúa en un marco de acción y de opinión totalmente distinto. Persiste en muchos casos la mal utilizada parábola del hijo pródigo, con un retorno del cantante solo festejado cuando ha alcanzado la fama fuera. Casos como el de Saioa Hernández –la primera soprano española en inaugurar temporada en La Scala de Milán–, o el barítono Juan Jesús Rodríguez, así lo atestiguan. En esta temporada Rodríguez actuará en el Teatro Real, en la Ópera de Oviedo, en el de La Zarzuela y en la ABAO bilbaína después de inaugurar el curso de A Coruña. “Mis actuaciones internacionales son fruto, por un lado, de la dinámica del mercado operístico, y por otro, de la propia necesidad del artista. Si no cuentan con él en su tierra en su justa medida tiene que buscar su sitio”, afirma el barítono onubense. “En España en su momento me dijeron que si me quedaba podría ganarme la vida estupendamente haciendo secundarios de lujo, y si algún principal se ponía enfermo podía sustituirlo. Pero era y sigue siendo la política en este país donde no se valora a los artistas de la tierra porque hay intereses personales y relaciones con agentes nacionales e internacionales que están por encima. Afortunadamente yo cogí mi maleta y desde el primer momento se me valoró”, concluye.

El barítono andaluz Juan Jesús Rodríguez participó en julio en 'Luisa Miller' en el Liceu barcelonés. Este curso actuará en el Teatro Real, en la Ópera de Oviedo, en el de La Zarzuela y en la ABAO bilbaína después de haber inaugurado el curso de A Coruña con su primer 'Don Giovanni'
El tenor Ismael Jordi paseará su Edgardo por Bilbao y Montecarlo, además de finalizar temporada con La Traviata en el Real. “Empecé mi carrera fuera de España, principalmente en Alemania, Francia, Suiza, Holanda y Austria, viniendo a España de forma puntual. Años después comencé a cantar más aquí, pero para hacer una buena carrera no puedes limitarte a un solo mercado. Tuve más oportunidades fuera de España, evidentemente, pero ahora canto con asiduidad en el Real y el Liceu. Hay compañeros que se quejan de que no hacen primeros repartos, pero a mí eso nunca me ha importado, siempre que yo cantara el mismo número de funciones y en las mismas condiciones que el del primero”.

El tenor jerezano Ismael Jordi paseará su Edgardo por Bilbao y Montecarlo, cantará una zarzuela ('Doña Francisquita') en Lausanne, 'La Favorita' en Málaga y finalizará temporada con 'La Traviata' en el Real
Un último y nada desdeñable factor es la propia mitomanía de una parte del público, que en ocasiones prima o castiga, según los casos, la presencia local. El análisis de las temporadas españolas parece indicar que el complejo inherente y provinciano de apreciar más lo de fuera va poco a poco aletargándose. “Yo no tengo claros los modelos de protección”, comenta Jordi, “más allá de la reacción y el apoyo del público a sus cantantes”.
Con todo, queda un largo camino por recorrer para poner de acuerdo las necesidades de directores artísticos, cantantes y público, y éstas en sintonía con el mercado en el que están inmersos. “Yo abogo por un modelo ecológico natural”, apunta Juan Jesús Rodríguez. “El que elige vivir en un territorio y ha demostrado que tiene talento debería tener más presencia. ¿El de fuera es mejor? No, en la mayoría de los casos. España a nivel artístico es una potencia y echo de menos cantar en mi país. Se trata de estar presente y en el puesto que nos merecemos. Yo quiero cantar en mi país, lo digo alto y claro”. ÓA