Reportajes

Engelbert Humperdinck, contra la angustia de la influencia

A 100 años de la muerte del padre de 'Hänsel und Gretel'

01 / 09 / 2021 - Lluc SOLÉS - Tiempo de lectura: 6 min

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La producción de Laurent Pelly de 'Hänsel und Gretel' para el Festival de Glyndebourne en su visita al Teatro Real © Glyndebourne Opera Festival

Wagneriano y muy popular en el ámbito centroeuropeo, Engelbert Humperdinck ha pasado a la historia de la lírica por un solo título: su inmortal Hänsel und Gretel. Este mes se cumple un siglo de la muerte del compositor alemán.

Cuando en 1880 Engelbert Humperdinck viajó a Nápoles gracias al premio Mendelssohn de composición, Richard Wagner se encontraba atareado con su última ópera, Parsifal. El joven aspirante a compositor, quien poco tiempo antes había descubierto el Ring en Múnich, donde estudiaba, se presentó en la residencia de su ídolo con la esperanza de conocerlo. Cuenta la anécdota que el mayordomo de la Villa d’Angri lo rechazó y que no fue hasta que Humperdinck mostró una tarjeta que le acreditaba como Caballero del Santo Grial –así se denominaban a sí mismos los miembros del club wagneriano muniqués del que formaba parte– que el maestro accedió por fin a recibirle.

Sea como fuere, lo cierto es que el todavía tierno Humperdinck tuvo la oportunidad aquella tarde de intimar con un Wagner ya entrado en años. Algo en el primero debió de llamar la atención del flamante artista total, ya que, después de esa velada, Humperdinck dejó de ser un mero admirador para convertirse en una especie de hombre de confianza: Wagner le invitó a trasladarse con él a Bayreuth para ayudarlo con los preparativos de Parsifal. Según la biografía de Wagner que firma su hijo Siegfried, en aquella ocasión se habló de asignar a Humperdinck una tarea cargante, pero de relevancia indiscutible: la producción de copias de la partitura original para el ensayo diario. El entusiasmo del joven alumno, sin embargo, no flaqueó en ningún momento. Cuando Wagner le espetó un «sí, estimado, los grandes maestros de la pintura tenían primero que triturar los colores antes de empezar a trabajar», Humperdinck le contestó «bien, vendré como triturador de colores».

'One hit wonder'

La sombra de Wagner es alargada, y Humperdinck se refugió en ella con una mezcla de gusto y rencor. El solitario montículo que ocupa en el panorama operístico del fin de siècle, en cualquier caso, ha hecho justicia a su genio personal. Nacido en Westfalia en 1854, Engelbert Humperdinck es efectivamente el ejemplo perfecto del one hit wonder. Su nombre se confunde en la memoria colectiva con el título de la única ópera de su creación que se ha ganado un puesto en el canon interpretativo. Se trata de Hänsel und Gretel, que vio la luz en 1893. Concebida en origen como ópera infantil, esta elaboración musical del famoso cuento de los hermanos Grimm constituye el clímax de la carrera compositiva de Humperdinck. Clímax que, en este caso, ha eclipsado todo el resto de la obra del compositor; al margen de un par de proyectos operísticos que llegaron a hacerse realidad durante su vida (Die Heirat wider Willen, 1905 y Königskinder, 1910), la aportación de Humperdinck a la historia de las tablas tiende a reducirse a Hänsel und Gretel, su celebradísimo gesto de acercamiento a la sensibilidad infantil desde la estética wagneriana.

'Durchkomponierte Oper'

Humperdinck trabajó largamente sobre este proyecto, en origen un encargo de su hermana, autora del libreto original. Lo que tenía que ser una pieza íntima de celebración familiar cogió rápidamente la forma de un Singspiel que, siempre bajo la mirada inquisitiva del maestro, Humperdinck no pudo resistirse a reconvertir en lo que en la cultura alemana post-wagneriana, precisamente por oposición al Singspiel, se conoce como durchkomponierte Oper; es decir, una obra dramática en la que la totalidad de las líneas de texto se cantan. El proyecto era arriesgado: Humperdinck trataba de aproximarse a la complejidad compositiva wagneriana desde un material original desarrollado para el gusto infantil, es decir, simple por lo que hace a la forma.

“Es el ejemplo perfecto del 'one hit wonder'. 'Hänsel und Gretel' es su única ópera que sobrevive en el repertorio”

La fábula que sirve de base a Hänsel und Gretel ha sido reinterpretada por numerosos directores de escena. Destaca, por ejemplo, la propuesta de Giancarlo del Monaco para el Theater Erfurt, en 2005, que consistió en programar la ópera por duplicado, en versión infantil –original– y en versión adulta; esa última ofrecía una relectura del cuento que lo convertía en la narración de un acoso sexual a los dos niños protagonistas. Este gesto radical es, sin embargo, una excepción a la regla. La obra de Humperdinck ha permanecido en el centro del repertorio intacta en su peculiaridad: las guías de historia de la ópera tienden a clasificarla como pieza wagneriana para niños, sin ocuparse de indagar en los extraños pliegues del híbrido resultante de tal emparejamiento. Algo siniestro planea sobre el atrevido experimento de Humperdinck, en el cual, como sucede en la rondalla original, lo familiar propiamente tal –lo familiar del lenguaje wagneriano o de las melodías tradicionales que aparecen constantemente, según se quiera ver– es pervertido hasta volverse casi amenazante.

Retrato del compositor

Porque el efecto de extrañamiento tiene su origen, en Hänsel und Gretel, en la recuperación y reinterpretación de canciones populares infantiles que fundamenta el quehacer artístico de su compositor. Humperdinck supo tejer un complejo entramado musical, de matiz indiscutiblemente wagneriano, sobre la inocencia melódica de piezas como “Süße, liebe Süße”, que ya es más conocida entre el público como número de la ópera en cuestión que como parte de una tradición oral. De hecho, se da el caso de que muchas de las arias que Humperdinck compuso para la ópera han pasado a formar parte, hoy en día, del repertorio de tradición oral alemán.

Indeciso en su carrera, itinerante en la mayor parte –hasta aceptó una plaza como profesor en el Conservatorio de Barcelona, que mantuvo entre 1880 y 1885–, Humperdinck no llegó nunca a sentirse completamente liberado de la influencia del Ring. Su única ópera de éxito, sin embargo, que fue por cierto estrenada bajo la batuta de un entusiasta Richard Strauss, da testimonio de la fuerte personalidad de un compositor que, partiendo de la semilla de Wagner, encontró su estilo en el productivo diálogo entre idiolectos musicales que centraría el interés de importantes compositores posteriores, como Bartók, Stravinsky o Falla.-ÓA