Reportajes

El canto expresivo de Christa Ludwig

Una panorámica por las mejores grabaciones de la discografía de la recientemente fallecida mezzosoprano alemana

01 / 06 / 2021 - Javier PÉREZ SENZ - Tiempo de lectura: 6 min

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Christa Ludwig Christa Ludwig en su último homenaje en la Wiener Staatsoper, acompañada de otra grande, Gundula Janowitz © Wiener Staatsoper / Michael PÖHN

La desaparición de la gran mezzosoprano alemana, el pasado 24 de abril a los 93 años, cierra una época dorada de la historia de la lírica. Con una bella voz de amplio registro y aterciopelados colores y de exquisita musicalidad, primó en su canto la expresividad por encima de todo, tanto en la ópera como en el terreno del Lied y sinfónico, dejando en su extensa discografía memorables interpretaciones.

Christa Ludwig nació el 16 de marzo de 1928 en Berlín, en el seno de una familia de cantantes que dieron cauce a su vocación musical. Su padre, Anton Ludwig, fue tenor, director de escena y director de la Ópera de Aquisgrán, donde trabajó con un director de orquesta que resultaría decisivo en la proyección internacional de su hija, Herbert von Karajan. Su madre, la contralto Eugenie Besalla, fue su primera maestra y, ya en Múnich, completaría su formación con la soprano Felicie Hüni-Mihaczek. Debutó muy pronto, con solo 18 años, como Orlofsky en El Murciélago, de Johann Strauss, en la Ópera de Frankfurt, y dos años después interpretó uno de sus grandes papeles, Octavian de El caballero de la rosa, de Richard Strauss. Este autor, junto a Mozart y a Wagner, fueron sus compositores de cabecera, sin olvidar a Bach, Beethoven y a sus dos favoritos, Schubert y Mahler. Karajan, Karl Böhm, Otto Klemperer, Georg Solti y Leonard Bernstein fueron los directores clave en su amplia y fascinante discografía.

Ludwig inició su dedicación a la música contemporánea durante su etapa en Darmstadt, donde entraría en contacto con la obra de compositores como Rolf Liebermann, Luigi Nono, Bruno Maderna y Pierre Boulez. En la Staatsoper de Viena, su escenario predilecto, estrenó en 1956 La tempestad de Frank Martin, y al año siguiente en Salzburgo, Escuela de mujeres de Liebermann. Quince años después, Gottfried von Einem escribió para su voz el imponente papel de Claire Zachanassian, protagonista de La visita de la vieja dama, sobre el drama homónimo de Friedrich Dürrenmatt. El estreno vienés de esta intensa ópera, en 1971, bajo la batuta de Horst Stein, confirmó la inmensa estatura como actriz-cantante de Ludwig, que dos años después estrenaría De tempororum fine comoedia, de Carl Orff.

Viena, Salzburgo, Bayreuth

Debutó en el Festival de Salzurgo en 1955 bajo la dirección de Karl Böhm, su primer mentor, que la contraría al año siguiente en la Ópera de Viena. Durante casi cuatro décadas interpretó en el coliseo vienés 42 papeles en 769 funciones, con especial dedicación a Mozart, Strauss y Wagner. También fue Böhm artífice de su debut en el Festival de Bayreuth, en 1966, interpretando el rol de Brangäne de Tristan e Isolda junto a una pareja mítica, Birgit Nilsson y Wolfgang Windgassen. La grabación en directo, editada por Deutsche Grammophon, es una de las joyas de su colosal discografía.

"Consideraba el Metropolitan Opera House de Nueva York, donde debutó en 1959 como Cherubino de 'Le nozze di Figaro', su segunda casa y hasta su despedida operística en 1993, actuó en 117 funciones"

Desde su increíble escena de la inmolación de Brünnhilde de El ocaso de los dioses grabada en 1963 con el genial Hans Knap­pertsbusch al Anillo en el Met con Levine, Wagner ocupa un lugar de honor en su legado discográfico, en especial sus grabaciones con Georg Solti (Decca) al frente de la espléndida Filarmónica de Viena: gran Kundry en la versión de Parsifal con René Kollo, Fischer-Dieskau, Gottlob Frick y Hans Hotter (disponible en Blu-ray audio); opulenta Venus con Kollo y Helga Dernesch; soberbia Fricka y Waltraute en la legendaria producción de El anillo del nibelungo de John Culshaw. La galería wagneriana incluye Magdalena en Los maestros cantores de Núrenberg, con dirección de Eugen Jochum (DG). Consideraba el Metropolitan Opera House de Nueva York, donde debutó en 1959 como Cherubino de Le nozze di Figaro, su segunda casa y hasta su despedida operística en 1993, actuó en 117 funciones. Con Levine participó en la producción de la Tetralogía de Otto Schenk, editada en DVD por Deutsche Grammophon, asumiendo los papeles de Fricka y Waltraute. Al año siguiente, ya en la Ópera de Viena, cerraría su carrera operística el 14 de diciembre de 1994 dando vida por última vez a Klytämnestra, de Elektra.

© The Metropolitan Opera

Christa Ludwig como Cherubino en 'Le nozze di Figaro'

Una todoterreno

Ludwig era una intérprete todoterreno, capaz de jugar con los colores y matices de una voz de timbre opulento, amplia tesitura –con graves carnosos, centro ancho y agudos firmes–, homogeneidad y flexibilidad que le permitía abordar papeles dramáticos o lírico-dramáticos tanto de mezzo como de soprano, cuerda en la que dejaría huella como Leonora de Fidelio, de Beethoven, y en dos inmensos roles straussianos, la Mariscala de El caballero de la rosa y la tintorera de La mujer sin sombra.

Entre sus registros de la Mariscala destaca la versión grabada en directo en el Festival de Salzburgo bajo la batuta de Böhm (D.G), con Tatiana Troyanos como Octavian , Theo Adam (Barón Ochs) y Edith Mathis (Sophie) y la tardía grabación de Leonard Bernstein (Sony) al frente de la Filarmónica de Viena, con Gwyneth Jones, Berry, Lucia Popp y Plácido Domingo como cantante italiano. A la hora de disfrutar su emblemática interpretación de Octavian, la referencia absoluta es la grabación dirigida por Karajan (Emi/Warner) en 1956 al frente de la Philharmonia Orchestra, una producción perfecta de Walter Legge con la excelsa Mariscala de Elisabeth Schwarzkopf y con Otto Edelmann y Teresa Stich-Randall.

Se ha dicho que Karajan era uno de sus directores preferidos y que le conocía desde su infancia. La versión de la Missa ­Solemnis de Beethoven, con Gundula Janowitz, Fritz Wunderlich y Berry (DG Blu-ray Disc) o La Creación, de Haydn, con los citados colegas más Dietrich Fischer-Dieskau como Adán, ilustran esa relación, en la que adquiere relevancia sus versiones de los Rückert-Lieder y los Kindertotenlieder, de Mahler, y, en el terreno wagneriano, su Waltraute, todas ellas editadas por el sello amarillo. También con Karajan logró su mejor grabación en el repertorio italiano, su emocionante Suzuki en la célebre versión de Madama Butterfly, de Puccini, con Mirella Freni y Luciano Pavarotti como pareja de ensueño (Decca).

Legge también sería el productor de una espléndida versión de Capriccio dirigida al año siguiente por Wolfgang Sawallisch (Emi/Warner) con Schwarzkopf, Eberhard Wächter, Nicolai Gedda, Dietrich Fischer-Dieskau, Hans Hotter y Ludwig en el papel de Clairon. De hecho, contó siempre con la confianza de Legge, que la convenció para grabar el papel de Leonora, de Fidelio bajo la dirección del gran Otto Klemperer (Emi/Warner), junto a Jon Vickers, Gottlob Frick y Walter Berry, con quien se casó en 1957 y tuvo un hijo. Tras su divorcio en 1970, se casó dos años después con el actor y director teatral Paul-Emile Deiber.

En otra gran producción de Legge, Così fan tutte, dirigida por Böhm, interpretó una gran Dorabella, con la omnipresente Schwarzkopf, Giussepe Taddei, Berry y el gran Ferrando de Alfredo Kraus (Emi/Warner). Böhm firma también otros logros mozartianos como Le nozze di Figaro (Cherubino) y un impresionante Réquiem (DVD-DG). Con Kemplerer grabó también, en Emi/Warner, dos de las joyas de su discografía fuera del ámbito operístico: La Pasión según San Mateo, de Bach –lectura romántica, claro, pero con unas voces de ensueño (Schwarzkopf, Fischr-Dieskau, Berry, Gedda y Peter Pears)– y una de las más hermosas lecturas de La canción de la tierra, de Mahler, con el maravilloso Fritz Wunderlich.

Como grandísima liederista su legado discográfico cubre un amplio repertorio en el que destacan canciones de Brahms, Wolf, Mahler, Schubert y Strauss, entre otros, grabadas junto a pianistas como Gerald Moore, Geoffrey Parsons o James Levine, con quien llevó al disco su interpretación de Winterreise (DG). En su autobiografía –In my own voice–, explicaba así las grandes diferencias  vocales entre el Lied y la ópera: “Con un solo piano como acompañante, el movimiento de la línea vocal se torna audible. Elisabeth Schwarzkopf me decía que necesitaba 14 días después de una ópera para preparar su voz para un recital. Me imaginaba entonces que exageraba. Pero cada vez que yo cantaba un recital poco tiempo después de una ópera, lo cierto es que no me encontraba a gusto. La voz estaba demasiado pesada, a veces un poco fatigada y las finuras de la expresión no salían fácilmente”.

Alma gemela

Junto a Böhm y Karajan, Christa Ludwig sentía pasión por Leonard Bernstein, al que en su autobiografía consideraba como “su alma gemela” y “el más maravilloso de todos”. Mahler fue su fascinante punto de encuentro, con grandes grabacionses de la Segunda y la Tercera sinfonías, con la Filarmónica de Nueva York (DG).

Aunque en el repertorio italiano abordó papeles verdianos –Lady Macbeth, Amneris, Éboli, Ulrica– e incluso cometidos belcantistas como Adalgisa, a tono, como muestra la famosa grabacion de Norma de 1960 con una grandísima Maria Callas, sus registros en el campo de la ópera italiana y francesa son menos conocidos y, para conocer su gran versatilidad, conviene escuchar la colección de Orfeo que reúne grabaciones en vivo realizadas entre 1955 y 1974. ÓA