Reportajes
Claudio Abbado, las óperas de una carrera impresionante
Su dominio en el terreno operístico es absoluto y su discografía da testimonio de su legado
Con apenas 25 años debutó en 1965 en el Festival de Salzburgo al frente de la Filarmónica de Viena gracias a una invitación de Karajan, quien también le contrató para dirigir la Filarmónica de Berlín. Nadie imaginaba que ese joven director italiano acabaría controlando ambas orquestas. Su dominio en el terreno operístico fue también absoluto, consolidado sobre todo en Berlín, Milán, Salzburgo y Viena. Su amplia discografía es testimonio de esa hegemonía.
Quienes le conocieron de cerca, dicen que en los últimos años de su vida, tras salir victorioso en su primera batalla contra un cáncer de estómago, Claudio Abbado (Milán, 1933-Bolonia, 2014) compartía el placer de hacer música con más calidez y alegría. Reservado, de carácter apacible y cortés, establecía una sólida relación humana con las orquestas y solistas con los que trabajaba. Como sucesor de Herbert von Karajan acabaría controlando los destinos de la Filarmónica de Viena y la Filarmónica de Berlín, las dos orquestas más influyentes y rentables del panorama internacional por su privilegiada situación en la industria discográfica.
Berlín, La Scala de Milán, el Festival de Salzburgo y la Ópera de Viena fueron los feudos en los Abbado que consolidó su fama como excepcional director de ópera, siempre en perfecto equilibrio con su apasionada dedicación al mundo sinfónico. En 1968 inició una larga y fructífera colaboración con el sello Deutsche Grammophon que se cerró en agosto de 2013, cinco meses antes de su muerte, con una sobrecogedora Novena de Anton Bruckner en el Festival de Lucerna, orquesta de élite con la que realizó memorables grabaciones de las sinfonías de Mahler, uno de sus autores fetiche. Respetado por igual en el mundo sinfónico y operístico, su ejemplar carrera lírica incluye triunfos como la inspirada versión de Carmen, de Georges Bizet, con la inimitable Teresa Berganza, que el sello amarillo lanza este mes con la alta tecnología del Blu-ray audio (Enlace crítica ÓA).
Berganza es también la gran protagonista de dos registros que sitúan a Abbado como uno de los directores de referencia en las óperas de Rossini: Il barbiere di Siviglia y La Cenerentola, grabados en 1971 en su etapa como titular de la Sinfónica de Londres. La mezzosoprano madrileña deslumbra con una deliciosa Rosina en un gran reparto con la magistral vis cómica de Paolo Montarsolo y Enzo Dara y el buen hacer de Hermann Prey y Luigi Alva. Tiene mucho encanto verlos en acción en el divertido montaje de Jean-Pierre Ponnelle, con la orquesta y coro de La Scala de Milán, filmado en estudio en Salzburgo en 1972 (DVD-DG). Mucho menos interesante resulta su segundo Barbiere de estudio, con Plácido Domingo en el papel de Figaro (DG).
Berganza es la Angelina más musical de la discografía, de una naturalidad y ternura expresiva que encuentra en el delicado acompañamiento de Abbado su mejor aliado. La versión, grabada en Edimburgo, cuenta con el sensacional Don Magnifico de Montarsolo y el no menos acertado Dandini de Renato Capecchi y el elegante Ramiro de Alva. Otra espléndida versión de La Cenerentola, filmada en 1981 con puesta escena de Ponnelle, cuenta con la exquisita Frederica von Stade, el luminoso Francisco Araiza y el gran Montarsolo (DVD-DG).

Claudio Abbado dirigiendo a la Orquesta del Festival de Lucerna
Al frente de la Orquesta de Cámara de Europa, de la que fue entusiasta embajador, destaca su primera grabación de Il viaggio a Reims, en 1984, ligada a la recuperación de la partitura en el Festival Rossini de Pésaro. Abbado insufla vida a esta joya belcantista con energía rítmica, flexibilidad y elegancia, mimando a un reparto de primera fila en el que figuran Cecilia Gasdia, Lucia Valentini-Terrani, Samuel Ramey, Dara, Raimondi, Eduard Giménez, Francisco Araiza y Lella Cuberli. Existe una filmación televisiva en la Ópera de Viena, con una divertidísima Montserrat Caballé.
Con un reparto más irregular, en el que brillan Valentini-Terrani, Luciana Serra, Raúl Giménez, Ramey, Raimondi y Dara, grabó en 1992 una segunda versión del Viaggio editada por Sony con la precisión y transparencia de la Filarmónica de Berlín. El capítulo rossiniano incluye también L’Italiana in Algeri (DG) en el Konzerthaus de Viena en 1987, con Agnes Baltsa, Raimondi y Dara.
Con la obra de Verdi Abbado logró algunas de sus más memorables grabaciones operísticas, con joyas deslumbrantes como Macbeth (1976) y Simon Boccanegra (1977), grabados por DG aprovechando el rodaje de las representaciones en La Scala del genial montaje de Giorgio Strehler, que añade una atmósfera teatral poco habitual en los registros de estudio. Vigorosa lectura, de un temperamento menos fogoso que Riccardo Muti, pero con más hermosos matices y colores de la orquesta y el coro de La Scala, entonces en su mejor momento bajo el mando del inolvidable Romano Gandolfi. Shirley Verrett es una sutil, intensa y atormentada Lady Macbeth y Piero Cappuccilli firma un gran Macbeth, con una línea vocal de gran nobleza. Nicolai Ghiaurov y Plácido Domingo cumplen notablemente en una versión de gran calidad de sonido mejorado para los audiófilos en la edición en Blu-ray audio.
En su referencial Simon Boccanegra, el desaparecido maestro italiano concibe la obra como una de las pinturas dramáticas más poderosas de Verdi, que recrea con fascinante sentido poético, musical y teatral, aprovechando el rodaje previo en La Scala del poético montaje de Strehler que años más tarde pudo verse en el Liceu barcelonés. Cappuccilli ofrece una potente y conmovedora interpretación de Boccanegra, Mirella Freni es una Amelia modélica, con una belleza vocal y un fraseo de ensueño, Josep Carreras derrocha expresividad e intenso lirismo en el papel de Gabriele Adorno y Ghiaurov es un suntuoso Fiesco. Menos perfecto resulta el montaje del Maggio Musicale Fiorentino filmado en 2002 (DVD-TDK), con una eficaz propuesta escénica de Peter Stein y gran respuesta orquestal y coral –brillante y matizado trabajo de José Luis Basso– pero de irregular reparto, con la correcta Amelia de Karita Mattila y Carlo Guelfi en el papel titular.
Frente al efectismo de otras batutas, Abbado consigue bellísimos matices en sus versiones de estudio de Aida y la Messa da Requiem al frente de las masas de La Scala: de nuevo, el toque de Gandolfi hace milagros, y el sello amarillo lo aprovechó con un disco de páginas corales de gran impacto. Repiten en ambos registros Katia Ricciarelli, Domingo, Ghiaurov, y en Aida figuran además, en un reparto que hoy haría temblar los cimientos de cualquier coliseo, Elena Obraztsova, Leo Nucci, Raimondi, Lucia Valentini-Terrani y Piero de Palma.
Menos lograda, pero siempre a un nivel de calidad muy notable, la lectura de Un ballo in maschera –bien Domingo y Renato Bruson, memorable Obraztsova y el lujo de Edita Gruberova como Oscar– y la primera grabación de Don Carlos en cinco actos en la versión francesa original, en la que convence más la variada y precisa dirección musical que el irregular y a veces decepcionante reparto. Mucho más inspirado, y mejor cantado, el Don Carlo en italiano en el montaje de La Scala de 1977 firmado escénicamente por Luca Ronconi, con Ghiaurov, Freni, Carreras, Cappuccilli y Obraztsova.
Con Bryn Terfel como carismático protagonista, la madura lectura de Falstaff, grabada en 2002 en la Philharmonie, sorprende por la perfección orquestal pero decepciona por la poca italianidad de un reparto en el que figuran Adrianne Pieczonka, Thomas Hampson, Dorothea Röschmann, Daniil Shkoda y Larissa Diadkova (DG).
El Verdi discográfico de Abbado incluye el famoso Requiem en Edimburgo con Jesye Normann y Carreras además de algunos recitales de arias de enorme interés, desde el álbum de premières con Luciano Pavarotti y la Filarmónica de la Scala publicado por Sony en 1980 a los discos con Anna Netrebko (DG) y Roberto Alagna y Angela Gheorghiu (Emi), con la Filarmónica de Berlín (Emi), formación con la que grabó en 1996 una selección de oberturas y preludios (DG) y una muy notable lectura del Requiem grabada en directo en 2001, con el sensacional Orfeón Donostiarra y las voces solistas de Gheorghiu, Alagna, Daniela Barcellona y Julian Konstantinov (DVD-Emi). Hay más lecturas del Requiem con el sello de Abbado, como la impresionante grabación con la London Symphony y las voces estelares de Jessye Norman, Margaret Price, Carreras y Raimondi (DVD-Arthaus).
En la Ópera de Viena, Abbado obtuvo éxitos memorables que han quedado documentados tanto en disco compacto como en DVD. Entre los más notables musicalmente destacan Elektra, de Richard Strauss, con la poderosa Eva Marton en un gran montaje de Harry Kupfer (DVD-Arthaus); Wozzeck, de Alban Berg, con puesta en escena de Adolf Dresen, la gran Marie de Hildegard Behrens y Franz Grundheber en el papel titular (DG en disco compacto y Arthaus en DVD), y Jovánchina, de Musorgsky, con orquestación de Shostakóvich y la escena final de Stravinsky, en un montaje de Alfred Kichner filmado en 1989, con Ghiaurov, Vladimir Atlantov, Yuri Marusin, Anatoly Kotcherga, Ludmila Semtschunk, Paata Burchuladze y una imponente masa coral integrada por el coro de la Ópera de Viena, el Coro de la Filarmónica Eslovaca y los Pequeños Cantores (DVD-Arthaus). Hay algunos cambios en el reparto en la versión en disco compacto (DG), con Aage Haugland, Marjana Lipovsek y Vladimir Popov en lugar de Ghiaurov, Semtschunk y Marusin. De hecho, Mussorgsky fue otra de sus grandes pasiones desde el inicio de su carrera, con aportaciones importantes como sus monográficos de escenas operísticas y piezas orquestales publicados por RCA, DG y Sony, sello que editó también su impresionante versión de Boris Godunov grabado en Berlín, con Anatoly Kortcherga, Ramey, Lipovsek, Sergei Leiferkus y Sergei Larin. Existe una versión televisiva del montaje en Salzburgo, plenamente recomendable.
También existen dos ediciones de Lohengrin grabadas en Viena, la primera con Domingo en el papel titular, en un montaje de Wolfgang Weber con Cheryl Studer, Dunja Vejzovic, Hartmut Welker y Robert Lloyd, editada en 1990 (DVD-Arthaus) y la segunda, grabada en el Musikverein en 1992, con un muy irregular Siegfried Jerusalem, Studer, Welker y la gran Waltraud Meier (DG). Abbado Grabó poco Wagner, y es una pena, porque deja suntuosos recitales y galas con la Filarmónica de Berlín en las que pueden disfrutarse memorables escenas de Parsifal, Tannhäuser, Meistersinger y Die Walküre, con Terfel, Meier, Studer y Jerusalem (DG), más un recital de Jonas Kaufmann (Decca).
Una refinada y luminosa lectura de Pelléas et Mélisande, de Claude Debussy con la Filarmónica de Viena, una inspirada y bella edición de Fierrabras, de Franz Schubert, con Mattila, Hampson, Holl, Polgar, Studer y Protscha, y un estremecedor montaje de Desde la casa de los muertos, de Leos Jánacek, todas en el sello amarillo, muestran la variedad del repertorio de Abbado, que incluye registros corsarios de Oedipus Rex, de Stravinsky, con Kozma, Troyanos y Crass en 1969 en Roma (Memories) y dos famosos títulos belcantistas, I Capuleti e i Montecchi, de Bellini, con Renata Scotto, Luciano Pavarotti y Jaume Aragall en 1968 en La Scala (varios sellos) y Lucia di Lammermoor, de Donizetti, con Scotto, Gianni Raimondi y Guelfi, en 1967 en La Scala (Nuova Era).

De su última década, cabe destacar, por su extraordinaria intensidad, la versión de Fidelio grabada en 2010 en el Festival de Lucerna, capaz de competir con los grandes clásicos de la discografía. Más sabio y sereno que nunca, el director italiano firmaba una lectura de la única ópera de Beethoven de poderosa fuerza dramática y conmovedor lirismo. A la espectacular respuesta de la Orquesta del Festival de Lucerna y el Coro Arnold Schoenberg se suma un gran reparto encabezado por Nina Stemme y Jonas Kaufmann.
No tuvo tanta fortuna con algunas de las óperas de Mozart que grabó entre 1995 y 2005 para DG con mejores resultados en la respuesta orquestal que en la vocal, como Le nozze di Figaro (Skovhus, Studer, Bartoli), Don Giovanni (Keenlyside, Salminen, Remigio y Terfel) y una madura lectura de La flauta mágica grabada en Módena en 2005 (Pape, Röschmann, Miklosa) de apasionantes y luminosos detalles recreados por la Mahler Chamber Orchestra, excelente formación fundada por Abbado, un músico que durante toda su carrera fundó o impulsó con energía grandes proyectos para dar formación práctica a los jóvenes músicos, como la Young Mahler Orchestra o la Orquesta Mozart, creada en 2004 en el seno de la Academia Filarmónica de Bolonia para explorar el repertorio barroco y clásico con instrumentos originales y criterios de época. –ÓA