Reportajes

200 años del 'Don Giovanni' español

'Il dissoluto punito ossia Don Giovanni tenorio' del catalán Ramón Carnicer se estrenó hace dos siglos en Barcelona y hoy sigue olvidada

01 / 12 / 2022 - Paulino CAPDEPÓN VERDÚ y Cecilia CAPDEPÓN PÉREZ - Tiempo de lectura: 5 min

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ramoncarnicer-operaactual El compositor Ramón Carnicer

Il dissoluto punito ossia Don Giovanni tenorio del catalán Ramón Carnicer se estrenó hace dos siglos en Barcelona. Hoy continúa olvidada a pesar de que en 2006 se recuperó, se montó en A Coruña y pésaro y hasta se grabó, pero sigue sin programarse.

Nacido en Tárrega (Lérida) en 1789, Ramón Carnicer se inició en el arte musical gracias a su padre y al maestro de capilla de la parroquia de su ciudad natal. En 1799 ingresó como niño de coro en la catedral de Seo de Urgell hasta 1806, año en que se trasladó Barcelona para perfeccionar sus estudios con Francisco Queralt, maestro de la capilla de la catedral de Barcelona, y con el organista de dicha catedral, Carlos Baguer. Allí tuvo la oportunidad de asistir a óperas de Cimarosa, Paisiello, Guglielmi y Generali, entre otros, lo cual le permitió un conocimiento exhaustivo del repertorio operístico italiano en boga a comienzos del siglo XIX.

Ante la ocupación napoleónica de Barcelona Carnicer se exilia en Mahón y, una vez finalizada la Guerra de Independencia, decide consagrarse a la composición, la dirección orquestal y la enseñanza. Es por entonces cuando el general Castaños, presidente de la Junta para la Reforma de Teatros, le encarga la organización y dirección de conciertos en Barcelona y de una primera temporada operística en el Teatro de la Santa Cruz contando con una compañía italiana. Tras asumir la dirección del coliseo se traslada a Italia para contratar artistas y adquirir partituras de Rossini, Bellini y Donizetti, estableciendo así las premisas del gusto estético que predominará en la España de la primera mitad del siglo XIX. Su dedicación a la música escénica se traducirá, mientras se embarcaba en la composición de sus propias óperas, en arias o dúos en español e italiano que se intercalaban en obras como La Cenerentola (1818) y Otello (1821) de Rossini, L’Agnese (1818) de Paër y Clotilde (1819) de Coccia, u oberturas para Il turco in Italia (1820) e Il barbiere di Siviglia (1819).

Después de sus primeras óperas de madurez, Adele di Lusignano (1819) y Elena e Costantino (1821), su tercera ópera, basada en el mito de Don Juan, abrió nuevas expectativas pues no solo se identificó con el lenguaje rossiniano, sino que se asimiló por primera vez el estilo teatral de Mozart.

© Festival Mozart de A Coruña

Una escena de 'Il dissoluto punito ossia Don Giovanni Tenorio' en el desaparecido Festival Mozart de A Coruña, en su reestreno en 2006

Don Giovanni Tenorio

El análisis riguroso y la edición modélica de la partitura llevados a cabo por los profesores de la Universidad de Oviedo María Encina Cortizo y Ramón Sobrino demuestran el valor de la obra. Il dissoluto punito ossia Don Giovanni Tenorio con libreto de Lorenzo da Ponte, se estrenó en el Teatro de la Santa Cruz de Barcelona el 20 de junio de 1822. La ópera se divide en una sinfonía y dos actos: el primero compuesto de ocho números mientras que el segundo consta de seis. La instrumentación es la habitual de otras óperas del autor, incluyendo cuerdas, dos flautas, dos oboes, corno inglés, dos clarinetes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas y dos trombones y guitarra.

"Tanto Bertati como Da Ponte adelantan el asesinato del Comendador a la primera escena, mientras que el texto que emplea Carnicer, siguiendo otros modelos hispánicos, lo retrasa a la escena final del primer acto"

Los cantantes que participaron en el estreno eran italianos, con Carnicer en el podio. La obra fue recibida con tibieza por el público, entre otras razones, por “hacer prueba de las graves armonías de la escuela tedesca”, como describiría el periódico El Vapor. Lo cierto es que el libreto impreso alude a una de las causas del escaso entusiasmo: el tratamiento de una temática considerada fuera de moda. “El conocido asunto de esta ópera es de los más ridículos y descabellados que ha aportado la ignorante superstición de los siglos que nos han precedido. Sin embargo, un conjunto de circunstancias que fuera molesto explicar han motivado el que nuevamente se refundiese y se pusiese en música esta fábula monstruosa, como ya antes lo verificó el célebre Mozart”.

Para comprender la elección de la temática hay que tener en cuenta la popularidad que alcanzaron en Europa las obras basadas en el libertino en las últimas décadas del siglo XVIII, aunque también en España: así por ejemplo, ya se habían estrenado el Don Giovanni de Vicenzo Fabrizi (Barcelona, 1790) y el de Giuseppe Gazzaniga (Teatro de los Caños del Peral de Madrid, 1796, con libreto de Giovanni Bertati); sin embargo, el Don Giovanni de Mozart-Da Ponte (de 1787) no se estrenaría en Madrid hasta 1834 (Teatro de la Cruz), y con escaso éxito: según el compositor Santiago Masarnau, crítico por entonces de El Artista, aquella tibia recepción se debió más bien al desconocimiento por parte del público madrileño de la música de “género alemán”. Por su parte, en Barcelona la ópera de Mozart se estrenó años después, en 1849, por lo que las únicas obras que el público barcelonés podía tener como referencia previa al Don Giovanni de Carnicer eran las de Fabrizi y Gazzaniga.

Similitudes y diferencias

El texto literario en el que se basa Carnicer es de autor anónimo, aunque algunos estudiosos de la obra de Carnicer apuntan a la posible autoría del propio compositor en lo que sería una adaptación del libreto que Da Ponte escribiera para el Don Giovanni mozartiano. Por ejemplo, el aria del catálogo de Leporello es copiada prácticamente de manera íntegra del texto dapontiano. Sin embargo, entre otras diferencias del libreto con respecto a otros modelos dramáticos, pueden señalarse el final feliz impuesto por la tradición: mientras Bertati y Da Ponte apuestan por el lieto fine, Carnicer, por el contrario, opta por concluir la ópera con la aparición espectral de las furias que acompañan a Don Juan al infierno. Asimismo, tanto Bertati como Da Ponte adelantan el asesinato del Comendador a la primera escena, mientras que el texto que emplea Carnicer, siguiendo otros modelos hispánicos, lo retrasa a la escena final del primer acto, lo que exige otro tratamiento teatral. Es necesario destacar asimismo que en la versión española de Carnicer los personajes de Zerlina y Masetto no existen.

© Ayuntamiento de Madrid. Biblioteca Histórica

Una página del manuscrito de la obra de Carnicer

En otro orden de cosas, la influencia del Don Giovanni mozartiano se hace evidente en la versión del autor catalán gracias a numerosos detalles que revelan el profundo conocimiento que el compositor de Tárrega poseía sobre la obra del salzburgués: es posible que dicho conocimiento se remonte a 1808, cuando, en su exilio en Mahón, entabló relación con el alemán Carl-Ernest Cook, discípulo directo de Mozart. Si bien el despliegue vocal se identifica con el lenguaje belcantista de índole rossiniana que es consustancial al lenguaje de Carnicer, el mundo sonoro mozartiano está muy presente: baste como ejemplo, la elección de la tonalidad de Re menor por parte del compositor leridano (ya empleado por el austriaco en la muerte del protagonista en Don Giovanni y en su Requiem de 1791) para ilustrar la escena final y la aparición del espíritu del Comendador, que sigue la estructura del finale mozartiano, como han demostrado Cortizo y Sobrino. El tema principal de esta parte es parodiado por Carnicer no solo en la escena final, sino también en la sinfonía introductoria. Otra demostración de la influencia mozartiana en la versión del autor español radica en el empleo del recitativo accompagnato, que Carnicer reserva para momentos de gran intensidad emocional o bien para ilustrar la presencia de personajes de contenido serio.

A comienzos del siglo XX Felipe Pedrell se refería a Carnicer como “una de sus mayores glorias”, manifestando al mismo tiempo que albergaba la esperanza de que con el tiempo se hiciera “plena justicia a su gloria”.

En 2006 tuvo lugar el reestreno mundial de Don Giovanni de Carnicer en el Teatro Rosalía de Castro con motivo de la celebración del Festival Mozart en A Coruña y un año después el público tuvo la oportunidad de escuchar de nuevo la obra en el Rossini Opera Festival de Pésaro (Italia).

Pese a tratarse de la obra de un autor que en vida gozó de un sólido y merecido prestigio internacional –en pleno apojeo de su fama compuso, por ejemplo, el himno de la República de Chile–, hoy día se hace necesaria la recuperación y revalorización de la producción de Ramón Carnicer, especialmente en lo referente al ámbito teatral, que tiene en su Don Giovanni una de sus obras emblemáticas.– ÓA