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ÓA 270 (I): Isabel Rey. Premio ÓPERA ACTUAL 2023 a la trayectoria artística internacional

La soprano valenciana recibe el galardón tras una carrera en la que ha sido aclamada en media Europa y especialmente en Zúrich

01 / 07 / 2023 - Gema PAJARES - Tiempo de lectura: 5 min

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Isabel Rey Isabel Rey © Fidelio Artist / OUTUMURO
Premios ÓA Fernando Sans Rivière con el premio de Serena Sáenz, Isabel Rey, Mirna Lacambra y Jan Antem © ÓA / Antoni Bofill

Ha cantado Mozart, Händel, Gluck, Bellini, Rossini,  Donizetti y también Verdi, Massenet, Bizet, Gounod y Offenbach, sin olvidar a Puccini, Poulenc, Debussy o Stravinsky. Tras una carrera en la que ha sido aclamada en media Europa, la  soprano nacida en Valencia recibe el premio ÓPERA ACTUAL 2023 por su  trayectoria artística cuando cumple 36 años sobre los escenarios, ahora volcada en su labor docente. No faltan en su agenda fechas para volver a los escenarios: Sí, el año que viene Isabel Rey cantará ópera en España.

Por Gema PAJARES

Cuando Isabel Rey era una niña, los sábados su madre y ella practicaban un ritual de lo más enriquecedor. Una secaba la loza y la otra leía poesía en voz alta y después explicaba lo que decían los textos. A su manera. Cosas de ser hija de una maestra. Bendito sea. Así se fue familiarizando con los versos, las rimas, los sonetos, los endecasílabos. Aún recuerda de memoria al Espronceda de Con cien cañones por banda. Bécquer le marcó en su adolescencia, “al entrar en la edad del pavo”, dice ella, y lo ha llevado consigo siempre. Pero amor, lo que se dice amor del bueno, profesa a Pedro Salinas. Irreprochable. “Me ha perforado el alma y me ha llevado a la lágrima”, explica de una manera absolutamente gráfica. Su pasión por la lectura de los grandes, gracias, de nuevo, a un libro regalo de su progenitora que siempre tiene a la mano (Los 25.000 mejores versos de la lengua castellana), le llevó a reunir algunos de los poemas que ella misma escribió y autopublicar un libro. Su marido tuvo bastante “culpa” de ello. Tenía material de sobra, y ya le da vueltas al siguiente, aunque no le pone fecha, ni tiene prisa, que no lleva a ningún sitio y ella es de andar seguro. ¿Y sacar a la luz sus cuentos? Eso está en suspenso por el momento, aunque poder leer ese de la mujer que un día se despierta y descubre con pavor una cana en su cabellera negro azabache, promete. Isabel Rey, además de leer con pasión a Gerardo Diego y Alfonsina Storni adora la cultura japonesa y es devota seguidora del escritor Haruki Murakami.

Pero no, Isabel Rey no es escritora. Es soprano. Nacida en Valencia, se ha ganado la vida como cantante lírica desde hace más de 35 años. Ópera Actual celebra su carrera y este año le entrega el galardón por su trayectoria artística internacional, un caminar tranquilo, coherente, dando siempre un paso tras otro. Bastante más presente en escena­rios de Europa (sobre todo en la Ópera de Zúrich) que en los de España, con su carrera amó más todavía la poesía. “Cada vez que acababa una producción me daba cuenta del vacío tremendo que sentía y entonces lo volcaba en los versos. Era mi manera de interpretar, de buscar una conexión con mi propia vivencia. Cuando más ligas un personaje a ti, más parte de ti es”, desvela. Su amiga, compañera de escenario y catedrática de Literatura, la soprano Ana María Sánchez –fallecida el año pasado–, le animó a que vieran la luz. Y en las páginas de Del amor y de la vida están Sophie de El caballero de la rosa, Blanche de Diálogos de carmelitas y Gilda de Rigoletto, “personajes que me han supuesto despedidas dolorosas y que me han dejado una emoción particular, aunque haya vuelto a encontrarme con ellas en escena”, cuenta a ÓPERA ACTUAL. Compositores como Antón García Abril o Antoni Parera han musicado algunos de los poemas de la artista. El primero eligió tres de juventud, que forman parte del ciclo Canciones y estrellas. “Las llamaba ‘nuestras canciones’. Las estrené y las pude grabar. Fue uno de esos momentos en que sientes la fortuna de que alguien con su potencia melódica, tan prolífico y de su talla, quisiera escribir sobre mis poemas”, recuerda.

Musetta de 'La Bohème', en Madrid. © Teatro Real / Javier DEL REAL
Isabel Rey Isabel Rey (Susanna) en 'Las bodas de Fígaro' © Teatro Real / Javier DEL REAL
Rey Florez Isabel Rey y Juan Diego Flórez en 'Don Pasquale' © Ópera de Zúrich
Alagna ACO Roberto Alagna junto a Carlos Álvarez e Isabel Rey en 'L'elisir d'amore' en Gran Canaria (1993) © ACO

Mozartiana y pucciniana

Nació en el canto como soprano ligera de coloratura y revela que la encasillaron de mozartiana, imposible reducirla a un compartimento cuando sabía todo lo que podía dar con tiempo, constancia y esfuerzo. Voz mozartiana y alma pucciniana, una combinación fantástica. Años de trabajo duro y gente muy cerca dispuesta a decirle siempre la verdad, aunque no fuera agradable de escuchar.

Recibe este premio especialmente feliz. Es el primero, dice: “Nunca me habían premiado. Solo una vez en mi tierra y lo más chocante es que nunca he cantado una ópera allí. No se me ha escuchado en el Palau de Les Arts. Y en aquella ocasión era la premiada de honor. Me dejó un sabor agridulce porque estoy segura de que no sabían quién era yo. Este que me entrega Ópera Actual es distinto y me produce una enorme ilusión, sobre todo por el hecho de que me hayan visto y oído, y eso realmente me enternece”. En España ha cantado en los principales teatros líricos y en el Real era habitual su presencia hasta la llegada a la dirección de Gerard Mortier. Y no ha regresado desde entonces. No lleva nada bien no haber cantado nunca una zarzuela en el Teatro de La Zarzuela: “Y no ha sido por falta de interés por mi parte. Ignoro realmente el motivo. Son asignaturas pendientes que siempre me han dolido. En cambio, fuera de España me han abierto las puertas. Y eso me entristece, el no haber estado más presente en mi país. Sin embargo, a pesar de ese boicot he hecho una carrera maravillosa. Me siento profundamente agradecida a quienes han creído en mí”, asegura.

Subraya en la conversación el nombre de Alexander Pereira, que en los años noventa del pasado siglo era el director de la Ópera de Zúrich, y quien apostó ciegamente por ella: “La Opernhaus fue mi casa. Iba a quedarme un par de años, y mira… Pasaron dos décadas. En aquel tiempo mi agente era Carlos Caballé y con la dirección de Pereira la Ópera de Zúrich se convirtió en un caladero de grandes voces. Al pensar en renovar mi contrato lo medité y valoré. ¿Quería llevar una vida más regular en la Opernhaus o volver a España y no tener el mismo volumen de trabajo? Allí pasé 21 años, un período en lo que me he formado, he cantado, disfrutado y vivido. Me conozco cada rincón de ese teatro. Y está siempre en mi corazón. Debuté con el personaje de Jemmy de Guillaume Tell de Rossini. Después vinieron Romeo y Julieta, El caballero de la rosa y Rigoletto. Tenía solo 23 años y no podía pedir más. Ha sido mi escuela, una universidad en la que trabajé con Nello Santi el bel canto italiano (Gilda, Adina, Norina, Nannetta) y con Nikolaus Harnoncourt y William Christie el repertorio antiguo”. Recuerda aquel periodo con un adjetivo: “Increíble. Formamos una familia, pero de verdad. Pereira acostumbraba a montar un reparto y al reponer la ópera llamaba al mismo cast. Esos encuentros, al cabo de los años, fueron maravillosos porque ya nos conocíamos todos”.

 

Con los más grandes

© Ópera de Zúrich / Suzanne SCHWEIRTZ

Isabel Rey y Ruggero Raimondi en 'Don Pasquale' en Zúrich

Pero, ¿qué destacaría Isabel Rey de su carrera? La soprano responde rápidamente: “La suerte que he tenido. Por edad no me correspondía, pero he cantado con Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Thomas Hampson, Jonas Kaufmann, Joan Pons, Josep Carreras, Mirella Freni, Montserrat Caballé, Agnes Baltsa, es decir, con el mayor número de cantantes de extrema calidad con que una puede soñar, y esto te hace crecer porque has de estar a la altura. Siempre me he tomado mi carrera muy en serio, aunque mi presencia en los escenarios españoles sea un punto oscuro”, señala. Con las cantantes dice la soprano que sucede lo mismo que con las actrices de mediana edad en el cine: al cumplir los 40 se hacen invisibles a los ojos de los directores artísticos y gerentes de teatro: “Hoy se valora sobremanera el físico, así como el que sepas actuar, el cómo cantes no importa tanto, y no me parece que sea justo. Incluso te topas con agentes que actúan a tus espaldas y te mantienen al margen de contratos y papeles mientras tú piensas que están trabajando por tu carrera. Yo comprendo que los directores de los teatros tienen sus gustos, pero en aquellos que están subvencionados con dinero público no se pueden anteponer las preferencias ni los gustos. No somos billetes de 500 euros. Somos, antes que nada, personas”. ¿Se ha querido convertir la ópera en cine? “Así es. Han querido que sea cine. Y la de actor y la de cantante son dos profesiones diferentes. A mí me sucedió en Madrid con un Rigoletto junto a Carlos Álvarez. El director de escena se empeñó en que fuera un espectáculo cinematográfico y me fracturé una costilla porque quería que Gilda saliera por los aires. A pesar del traje, que amortiguaba el golpe, me la rompí, y recuerdo los dolores terribles y el pavor que viví en aquellos momentos. El día del estreno dije que no podía hacer esa escena. Me arrojaban al suelo, era tremendo. Y los cantantes también nos rompemos. Y sin nosotros no hay ópera. Fue imposible intentar reconducir al regista. A partir de aquello, me vetó en todas las producciones en las que él participaba”.

De todas las mujeres que ha sido en escena hay una absolutamente especial, Susanna, de Las bodas de Fígaro, de Mozart. “Es un personaje que me lo ha dado todo. Me ha abierto puertas en Europa, en cuyos grandes teatros he podido trabajar. Y la producción más bella que he cantado de este título es, sin duda, la de Emilio Sagi en el Teatro Real (Ver producción), que es una maravilla. La ópera se estudia con la partitura delante y yo iba poco a poco descifrando la historia, los giros musicales, iba descubriendo todo lo que tenía en su interior. Para mí ha habido tres momentos clave en el estudio y han sido, además de con Bodas, con El caballero de la rosa y con Diálogos de carmelitas. Pero Susanna me ha regalado tanta felicidad…” Tanta, que su trabajo de fin de grado fue sobre los recitativos en esta obra. En su momento no pudo acabar sus estudios musicales, que empezó a los ocho años, pero el año pasado, por fin los concluyó, con 56 años cumplidos. “Bodas ha sido la piedra angular de mi carrera”, asegura.

Tres décadas

Isabel Rey, cuando miro atrás veo “Mucho trabajo, ilusión, también muchos días callada, sudor, lágrimas y mucho amor. Y bastante autocrítica y exigencia. Una vida feliz..."

Treinta y seis años de escenario, óperas, recitales, Lieder, docencia. ¿Qué ve Isabel Rey cuando mira hacia atrás? “Mucho trabajo, ilusión, también muchos días callada, sudor, lágrimas y mucho amor. Y bastante autocrítica y exigencia. Una vida feliz. La evolución de la voz y la del cuerpo. Y la menopausia, que no se habla de ella y me parece fundamental que se haga, pues la humedad durante ese periodo es bastante menor y el control técnico se hace más importante. Y es una lucha callada de cientos de artistas que deciden retirarse porque no se sobreponen a la sequedad de las cuerdas vocales, que están menos hidratadas, lo que afecta la vibración de los pliegues vocales. Ante esta situación tienes que hormonarte y pasar horas reeducando tu instrumento. Has de trabajar el triple. Es un tema al que hay que darle visibilidad y hablarlo con naturalidad. Yo me encuentro en mi mejor momento físico y el año que viene volveré a cantar ópera en España. Me estoy medicando y trabajando de una manera nueva. Se trata de un cambio muy importante en nuestro cuerpo y sé que muchas compañeras son incapaces de asumirlo y optan por dejar su carrera. Y yo me niego”.

Violetta, de La Traviata, dice, “se ha quedado ahí. Cuando iba a debutarla en Zúrich no pudo ser. Es un personaje que se me ha quedado en el tintero. Sin embargo, óperas como The Rake’s Progress, de Stravinsky, o Diálogos de carmelitas nunca pensé que podría cantarlas. O Los hijos del rey, de Humperdinck. Y los he cantado”. Hoy reside en Las Palmas de Gran Canaria. “Aquí todavía se vive despacio”, cuenta, y confiesa que posee una vena de teatro muy potente y que le gustaría poder hacer teatro de prosa: “Es que me apasiona”. Isabel Rey, soprano, maestra, escritora, ¿y actriz?  ÓA


 

cantar, deporte de élite

Docente y cantante, Isabel Rey tiene claro que “como el escenario no hay otra cosa, pues lo que vives allí es único. Ni siquiera el teatro de prosa se le puede comparar, porque en la ópera la presencia de la música te traslada a un estado de sublimación”.
Su carrera está ahora enfocada en las clases que imparte: “Hay muchas personas dando clase que no saben. A mí lo que me gusta es ayudar a montar un papel, a limar asperezas, a volcar mi experiencia en quienes están comenzando. Una cosa es estudiar y otra adaptar lo estudiado al escenario. Y eso es lo que a mí me proporciona más satisfacciones porque es enriquecedor. Me apasiona conseguir que un estudiante pueda resolver un problema, pero si me das a elegir, ya te lo digo, el escenario y la ópera son la mejor escuela”. Aboga porque vuelva la enseñanza del canto, esa manera de trabajar “y de hacer las cosas correctamente, como se deben hacer. Los más grandes exponentes de la técnica de los siglos XX y XXI ya no están entre nosotros y vivimos una situación de desamparo en los conservatorios. Aprender a cantar necesita maduración. Poner una obra en voz requiere muchísimas horas de trabajo y una precisión salvaje. Me gustaría poder recuperar el Abc de la enseñanza del canto, pues si no, veo en el futuro carreras muy efímeras porque las gargantas no resisten ciertas resonancias. El canto es un deporte de élite para el que es necesario educar y entrenar la musculatura”. * G. P.