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ÓA 268: 'Il trovatore' Verdi regresa a casa en ABAO Bilbao Opera
El tenor Celso Albelo debuta el rol titular en un paso más en la ampliación de su repertorio
ABAO BILBAO OPERA culmina su curso lírico con el regreso de uno de sus compositores fetiche, Giuseppe Verdi, y con una de sus óperas emblemáticas, Il trovatore. en el reparto, a figuras más que fogueadas en este título como son Anna Pirozzi o Juan Jesús Rodríguez, se une el tenor Celso Albelo, que debuta el rol titular en un paso más en la ampliación de su repertorio hacia papeles lírico-dramáticos.
El favorito vuelve a casa, es decir, a la programación de ABAO Bilbao Opera: Verdi, y lo hace con una de sus óperas más populares, Il Trovatore. Con Francesco Ivan Ciampa en el podio y en una producción de Lorenzo Mariani, la obra maestra verdiana subirá a escena entre el 20 y el 29 de mayo con un reparto de especialistas que incluye un esperado debut, el del tenor Celso Albelo en el papel titular. Manrico entra así a formar parte del repertorio del artista tinerfeño que ya cuenta con una carrera de más de 20 años, Premio ÓPERA ACTUAL 2008. Manrico se une así a los papeles verdianos que Albelo ha ido incorporando en los últimos años, sin renunciar nunca al bel canto.
Una obra maestra
Fue el 19 de enero de 1851 cuando Verdi estrenó su Trovatore en el Teatro Apollo de Roma. La acogida del público resultó triunfal. Al terminar la ópera la muchedumbre acompañó al compositor hasta su hotel, guiándole en el trayecto con antorchas, y una orquestina interpretó a pie de calle alguna de sus más populares melodías. Agradecido y satisfecho con la acogida el maestro de Busseto decidió prolongar su estancia en la ciudad un día más y a los tres de rigor añadió un cuarto en señal de gratitud. La segunda pata de la denominada trilogía popular, que había inaugurado Rigoletto, se cimentaba. La tercera, la más exitosa y popularísima, estaba por llegar: La traviata, y Albelo (Ver web) ya ha interpretado ambas con gran éxito.

El tenor Celso Albelo debuta el personaje de Manrico
Al artista tinerfeño le llega Manrico a sus 48 años, cuando se encuentra preparado para afrontarlo. Desde el comienzo de su carrera le rondaba la cabeza y ahora está ya en su garganta. “Desde el principio vi a Manrico. Solo tenía que dejar que el momento llegara”, asegura a ÓPERA ACTUAL. Y ha llegado. “Es un rol fetiche que exige un considerable peso vocal y madurez interpretativa, y es ahora cuando me encuentro preparado para afrontarlo. Forma parte de la evolución de mi voz. Papeles que hace tiempo era impensable que cantara poco a poco los voy incorporando, pero sin abandonar en ningún caso el bel canto, sino sumando nuevas interpretaciones”, añade. Es consciente de que en un país como este, tan dado a opinar sobre todas las cosas, habrá quienes juzguen que su voz es ligera para enfrentarse a este papel: “Lo sé, y no deja de ser una opinión. Llevo cantando décadas y me he alternado en el escenario con voces como las de Radvanovsky, Pirozzi, Nucci o Bruson… Sé que ha llegado el momento y me siento absolutamente relajado y tranquilo para acometer este repertorio verdiano. En todo caso, la gente opina por una cuestión de gustos, y ahí ya no me meto. Verdi procede de una tradición belcantista en la cual los colores y la palabra van profundamente ligados. ¿A cuánto está el kilo de voz? Puedo ser Manrico y para ello se necesita cantar e interpretar, no vociferar”. ¿Y a cuánto está el kilo de voz? “Ni idea. Mi voz no es que se oiga precisamente poco. Creo que el tamaño no importa”, contesta al tiempo que ríe.
Grandes voces para 'Il trovatore'

Anna Pirozzi será Leonora
El reparto se completa con grandes voces verdianas como las de Anna Pirozzi (Leonora), Ekaterina Semenchuk (Azucena) y Juan Jesús Rodríguez (Comte di Luna) en los papeles principales (Ver reparto completo). “Estoy muy bien arropado. Juan Jesús es un barítono de referencia y no podría tener un hermano mejor que el que va a estar sobre el escenario”, asegura Albelo. “Estoy rodeado de buena gente que me apoya. Ellos me van a forzar a ser aún mejor. Este es un debut soñado en Bilbao, una tierra en la que me siento muy cómodo (Ver crítica de Anna Bolena en Bilbao). Y cantar con este repartazo significa un plus. Cada vez que incorporas un papel nuevo vives un momento especial e interesante. Lo mejor es, al acabar la función, poder decir: ‘¿Ves cómo sí podía’”. Y lo dice porque desde que puso el pie en un teatro hubo mucho “eruditos”, como él los llama, que le auguraron un futuro tan corto que se acabaría en un par de años: “Estoy acostumbrado porque me lo dijeron cuando empezaba, que no iba a durar, que mi carrera se acabaría en dos o como mucho en tres años. Y soy el tenor en activo que más veces ha cantado I Puritani. Así que algo sigo haciendo bien y me demuestra que yo no estaba equivocado”, cuenta con cierto orgullo.
Con el aprendizaje de Manrico ha seguido el método Albelo, es decir, lo ha preparado “como vengo haciendo desde hace 20 años, desde que comencé a cantar. Cojo al personaje, lo leo y lo hago mío. Abro la partitura por la parte que me toque, lo repaso, trabajo duro con el pianista y voy buscando el color y el matiz. Manrico no se estudia. Manrico se sabe. Y después sigo por los vericuetos por los que me lleva el rol, ensayo y voy pedacito a pedacito componiéndolo y extrayendo el máximo posible de mis características vocales. Antes de salir al escenario, cuando ya no hay vuelta atrás, a veces me pregunto, ‘¿pero quién me habrá mandado a mí cantar esto’ Y se me escapa una risita socarrona interna cuando veo que al final todo ha salido bien”, desvela. ¿Ha escuchado las grabaciones de otros? Se las sabe todas. O casi, “pero con Manrico es imposible pensar en imitar a nadie porque este papel lo han interpretado artistas con personalidades muy fuertes y distintas. Será Il trovatore mío, pero es el de Verdi, eso que no se nos olvide y que lo tengamos presente siempre”, comenta sobre la autoría de la ópera, a la que muchas veces se le pone el nombre o el apellido del director de escena: “Yo creo que son formas de expresarse. Se dice que es mi Trovador o mi Traviata, porque el artista le ha dado su visión. Es algo que escuchamos con frecuencia, aunque el compositor, repito, es Verdi”.
Aligerar la mochila
La obra respira melancolía, marcada, quizá, por una pérdida reciente muy querida, que había sufrido el compositor. “Dice que esta ópera es demasiado triste y que hay en ella demasiados muertos; pero, ¿no es todo muerte en la vida? ¿Qué más hay?”, escribe un Verdi ciertamente pesimista en una carta. A su regreso a la finca de Sant’ Agata, donde cuidaba personalmente de su jardín, el músico sufrió un ataque de reúma, lo que no le impidió escribir la partitura de La Traviata, cuyo Alfredo también ha cantado Albelo, igual que el Duca de Rigoletto. El tenor define su momento actual como “sereno. Con el paso del tiempo y de los años se te quitan muchas paranoias de la cabeza y bastante tontería. Aligeras la mochila. Y yo me encuentro en ese momento, dispuesto a seguir dando guerra hasta que lo crea conveniente. Y a disfrutar de mi trabajo y de la vida, que es clave, con todas las energías que puedo”.
Del físico, del suyo, también habla en una profesión que parece que entra por el ojo antes que por el oído: “Al final, uno es un producto. Y si hay otro compañero que da mejor el perfil artístico, pues vale, no pasa nada. No hay que buscar más. En la vida hay todo tipo de perfiles, tallas, alturas… Has de demostrar ser igual de apetecible que otros y comprobar que las horas que he dedicado a mi legato han estado bien aprovechadas”. Celso Albelo es de la opinión de que la gente se autocensura “por miedo a molestar. Y yo digo, desde el corazón y sin miedo, que no pasa nada por ello: reivindico el derecho a equivocarnos y a cometer errores. Hay quien se castiga demasiado con el error. Y errar y tropezar te hace crecer cuando trabajas con profesionales. No sé hacerlo de otra manera”, relata. ¿Qué le diría al cantante que empezaba, a usted, 20 años atrás? “Que tranqui. Que un carácter fuerte no siempre es adecuado, que ese ímpetu de la juventud hay que dominarlo. Que hay que tomarse la vida con deportividad, aprender y ser todo lo libre que se pueda, y asumir tus imperfecciones te da libertad”.
Debuts en Oviedo y Lieja
Que ahora sea Manrico forma parte de su evolución. Una evolución lógica. ¿Cómo hacer a un lado a ese Nemorino de L’elisir d’amore que tantas satisfacciones le ha dado? Ni lo piensa. “Sigue conmigo. Le tengo un cariño grande. Muchos tachan al personaje de bobalicón, de simple, y es uno de los más íntegros que he podido interpretar. Su sinceridad y sensibilidad me desarman, no tiene miedo a expresar sus sentimientos. Es un tipo libre y eso me encanta”, asegura. Vendrán más papeles y más teatros, pero después de Manrico “tranquilidad, paz y sosiego”, enumera el tenor, y avanza: “En junio haré Puritani en Menorca, debuto el Des Grieux de Manon en la Ópera de Oviedo y después hago las maletas y me voy a Chile a hacer Don Pasquale. Por último, otro debut, el de Hoffmann en Lieja (Bélgica)”.
Cuando no canta, no ensaya, no memoriza y no está en el escenario, Celso Albelo lava en seco. Vamos a ver: en el Centro Commerciale Eschilo, en pleno centro de Roma y muy cerquita de donde vive con su familia, tiene una tintorería de nombre Armando, que es el caballero al que se la compraron él y su mujer, Giorgia Guerra, una directora de escena a la que consulta mucho: “Lo llevamos con una deportividad estupenda. Ella es una tía fantástica. Toca el piano y tiene un oído brutal”. De separar colores sabía lo justo, pero ya aprendió a no mezclarlos y le gusta ponerse detrás del mostrador. “Estudié Administración y Finanzas, así que tengo una base. Cuando decidimos que queríamos abrir un negocio realizamos un estudio de mercado y nos decidimos por una tintorería. Y la verdad es que funciona bien. Es el reset que hacemos cada día. Nos ayuda al buen funcionamiento de la familia. Somos la tintorería oficial del Circo del Sol y de los jugadores de la Roma. También tenemos bastante clientela del mundo del cine”.– ÓA
El mejor hermano de Manrico

Juan Jesús Rodríguez será el Conde de Luna
Juan Jesús Rodríguez ha sido unas cuantas veces el Conde de Luna. Lo ha cantado, cuenta a ÓPERA ACTUAL, de China a América pasando por Italia. “Yo creo que tener al lado a un partenaire que conozca tan bien la obra y sus personajes puede ayudarle a los compañeros que debutan”, comenta sobre este nuevo papel verdiano en el repertorio del tenor canario. Son amigos. Y en el escenario se van a hermanar. Cada producción es un mundo, “pero saber que se trata de un título de Verdi, para mí es suficiente. Soy un artista muy flexible, aunque me tienes que convencer si hay algo que no veo claro en una producción o me parece que carece de sentido. Ante todo, defiendo a mi personaje”. Sobre este avieso conde explica que es un papel “bastante difícil para el barítono. Tiene un aria que es al tiempo un handicap y un regalo, con una tesitura muy tenoril que lleva al barítono al límite, con una línea muy belcantista y con la orquesta que apenas es un arpegio de cuerdas. Estás solo ante el peligro y es cuando me siento como Camarón, me rajo la camisa y me tiro para adelante”. Mientras habla camina por una cuesta empinada de una calle de Marsella, donde el cantante español recogió un gran triunfo como protagonista de Nabucco, también de Verdi. El día está gris, pero es bonito, dice. Claro como el agua, Rodríguez reivindica, al igual que Albelo, “el derecho y la responsabilidad de cometer errores, algo que en España está bastante penalizado. Yo siempre les digo a mis alumnos que se tienen que equivocar. Esta es una carrera de fondo en la que hay que ir dando los pasos adecuados”. Y subraya también la importancia de la madurez, “un aspecto que hoy se sitúa por detrás de la juventud y el físico y me parece un error. El mercadeo lírico te hace desaparecer justo cuando mejor estás, en la madurez de tu carrera”. En junio volverá al Teatro de La Zarzuela con Luisa Fernanda y en julio debutará en la Royal Opera de Londres con Traviata. “No me quejo en cuanto al trabajo, pero me gustaría cantar más en los teatros públicos de mi país”, termina. * G. P.