En Portada
ÓA 263 (IV): Alberto Miguélez Rouco. Premio ÓPERA ACTUAL a un artista joven
Por su talento y por su carrera promisoria, Alberto Miguélez Rouco recibe el Premio ÓPERA ACTUAL 2022 al artista joven
Contratenor y director, también es pianista y clavecinista. Todo antes de cumplir los 30 años. Este joven artista gallego ya ha trabajado con grandes especialistas en su repertorio, como René Jacobs, William Christie o PhilipPe Jaroussky, habiendo debutado en importantes escenarios del país y de media Europa. Por su talento y por su carrera promisoria, Alberto Miguélez Rouco recibe el Premio ÓPERA ACTUAL 2022 al artista joven más prometedor.
Le saltaron las lágrimas cuando, con 13 años, escuchó en un concierto El Mesías de Händel y descubrió lo que quería hacer en su vida. Alberto Miguélez Rouco (A Coruña, 1994) llevaba tiempo cantando en el Coro Infantil de la Sinfónica de Galicia interpretando todo tipo de repertorios, pero con el genial oratorio barroco supo que lo suyo era esa música elegante y embriagadora. “Me puse a llorar porque eso era lo que quería y no lo que estaba haciendo hasta entonces”, afirma este artista múltiple, contratenor, director de orquesta y gestor del conjunto orquestal que él mismo fundó en Basilea (Suiza), Los Elementos. “Fue entonces cuando comencé a estudiar con quien sería mi primer maestro, Pablo Carballido del Camino, que además me fichó para su coro, Cantabile. Hacíamos mucho Händel, Purcell y Vivaldi, los autores que me gustaban”, recuerda. Terminó piano en el conservatorio de su ciudad y, con 17 años, debutó como solista cantando Dido & Aeneas en su ciudad natal –sin contar su aparición, en 2007, en una Bohème pidiendo la tromba e il cavallin, como también lo hiciera Josep Carreras cuando niño– y se marchó al extranjero: “La verdad es que solo postulé a la Academia de Música de Basilea, que era la que me interesaba”. Y le aceptaron. Allí comenzó a hacerse realidad su sueño de la mano de la mezzosoprano Rosa Domínguez y de reputados maestros especializados en música antigua y barroca, su pasión.

Alberto Miguélez Rouco como Adelberto de 'Ottone, re di Germania' de Händel en el Festival de Innsbruck (2019)
Fascinación por José Nebra
En pocos años Miguélez Rouco ha interpretado pasiones de Bach y música sacra de Graun, Paschini, Haydn, Pergolesi, Vivaldi, Mozart, Charpentier o Saint-Saëns, además de óperas de Telemann, Monteverdi o Purcell. Y, cómo no, todo tipo de obras de su adorado Händel, incluyendo varias de sus óperas y, claro está, ese Mesías que le hechizó en su adolescencia. Con su grupo Los Elementos ya se ha paseado por diversos escenarios y juntos han revisado, sobre todo, la obra de otro de sus autores favoritos, el español José de Nebra. “Desde la primera vez que escuché en una Partenope de Vinci el aria del fandango de Vendado es amor, no es ciego que se tocó en el intermedio quedé fascinado. No conocía ni la obra ni al autor, y me impactó mucho. Años después se la escuché a María Bayo y acabé de fascinarme con el compositor. Y así me interesé en su obra, empecé a investigar y al ir conociéndole no podía creer que, habiéndose iniciado el movimiento del redescubrimiento del Barroco hacía décadas, yo llegara a tiempo para redescubrir todo esto”. Vendado es Amor, no es ciego fue la primera zarzuela barroca que dirigió y grabó –y que ofreció en noviembre en Madrid–, seguida de Donde hay violencia, no hay culpa, cuyo disco lleva un par de meses en el mercado. “Nebra fue un músico extraordinario. En otros países es impensable que no se haya recuperado el repertorio de un autor de su categoría. De su música instrumental casi no queda nada y se han detectado una docena de sus obras para la escena de las 80 que compuso. Sigue siendo un desconocido”.

Alberto Miguélez Rouco como director, en el estudio de grabación
A pesar de su juventud, Miguélez Rouco lleva casi dos décadas dedicado a la música. Después de estudiar canto, piano y clavecín y de sus primeros conciertos, decidió formar una orquesta con músicos de su edad con quienes solía hacer música. Lo primero que montaron fue una velada con algo de música de Vendado… “Gustó tanto que el 12 de mayo de 2018 tocamos la obra completa: así nació Los Elementos”, conjunto formado por diversos talentos europeos, sobre todo italianos. “Nos pidieron grabar la obra, conseguimos el dinero con fundaciones en Suiza y el proyecto continuó en Coruña con una segunda zarzuela”.
De los muchos maestros que se han cruzado en su camino destaca a René Jacobs, a quien define como “una grandísima inspiración. Antes ahorraba para comprarme sus óperas por lo mucho que aprendía de sus libretos. Y al conocerle me di cuenta de que además es una gran persona, lleno de vitalidad. En el último año he tenido la suerte de hacer cuatro o cinco proyectos con él y siempre que colaboramos aprendo mucho, pero sobre todo de su honestidad y de su rigor. Me he dado cuenta de que hay directores que llegan al ensayo y que en ese momento comienzan a tener contacto con la obra. Jacobs, en cambio, llega con mil ideas que van mucho más allá de lo que vamos a ensayar, aportando explicaciones científicas de la época de la obra y de la trama, aspectos sociales, culturales. No sé si alguna vez más veré en otro artista esa visión global”.
Director de trincheras
Esa escuela es la que le ha guiado en su trabajo como director. “Hay que estimular a los músicos a tocar o a cantar más allá de indicar ‘hazlo en forte o en piano’. Eso no basta, no te brinda un subtexto inspirador. Es lo que intento hacer cuando trabajo con Los Elementos. El trabajo es arduo, porque hago de todo, desde gestionar los billetes de avión a investigar en las partituras, pero con el grupo compartimos los mismos objetivos y todos estamos interesados en rescatar obras olvidadas. Intento trabajar primero en solitario con el concertino, algo que me ayuda mucho ya que no tengo formación como director. Tampoco pretendo, de momento, dar clases de dirección, porque he ido aprendiendo en las trincheras. Por supuesto que lo haré si lo veo necesario, sobre todo si tengo que hacer repertorio más tardío”. Uno de sus sueños va por ahí: llegar a dirigir, alguna vez, Las bodas de Fígaro, de Mozart, “mi ópera favorita, pero antes tengo que tener un bagaje mayor”, asegura.
Respecto de su carrera como cantante piensa que la longevidad de su instrumento depende “del enfoque de la carrera, del repertorio que hagas, del descanso y de la técnica. Hoy hay muchos contratenores con carreras largas, como Bejun Mehta o Carlos Mena”, ejemplos de una cuerda que va ganando repertorio “con personajes que antes interpretaban mujeres, como Orlofsky de Die Fledermaus o Cherubino de Bodas”. Y, claro, le gustaría seguir compaginando el canto con la dirección, ya que no le tiene miedo a los retos. “Siempre he tenido cerca a personas con gran capacidad de trabajo; en la parte organizativa mi madre, que es funcionaria en la administración pública, es una máquina y me ha inculcado el valor del esfuerzo. No tengo palabras para describir la energía de mi maestra de canto en Basilea: trabaja sin descanso, habla ocho idiomas, da clases, investiga… Verla en acción me ha hecho relativizar cualquier esfuerzo. Además, y lo más importante, me encanta lo que hago”.
En lo que queda de temporada le esperan diversos compromisos. En el Teatro de La Zarzuela Alberto Miguélez Rouco dirigirá en marzo y abril Donde hay violencia, no hay culpa, con Los Elementos y las voces de María Hinojosa, Carol García, Marina Monzó y Anna Gomà, en una puesta en escena de Rafael R. Villalobos y contando con la actriz Gema Suárez. Con su orquesta regresará en agosto al Festival de Innsbruck y en mayo cantará Ottone de L’incoronazione di Poppea de Monteverdi en Les Arts de Valencia, viajará a Canada en julio con Les Arts Florissants y William Christie interpretando el rol de Armindo de Partenope –que ya ha pasado por Valencia, Coruña, Barcelona, París, Versalles, Budapest, Lucerna, etc.– y con René Jacobs interpretará el Magnificat de Bach en Austria y Suiza.– ÓA