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ÓA 261: El Teatro Real triunfa en el Carnegie Hall de Nueva York
El concierto del 15 de septiembre presentó un programa español dirigido por Juanjo Mena y contando con la soprano Sabina Puértolas y el pianista Javier Perianes
El promotor y artífice del Carnegie Hall, Andrew Carnegie, pronunció esta reveladora frase ante la inminente inauguración de su auditorio en Nueva York: “Está construido para resistir siglos y probablemente pase a formar parte de la historia de nuestro país”. El vaticinio se ha cumplido, hoy convertido en una sala de conciertos de referencia. El 15 de septiembre el Teatro Real desembarcaba por primera vez, desde su inauguración en el siglo XIX, en su principal escenario para ofrecer un concierto dentro de los actos que celebran los 40 años del hermanamiento entre Madrid y Nueva York y que estuvo presidido por la Reina Emérita, Doña Sofía.
Hay que situarse. El Lower East Side, en Nueva York. El periplo del Teatro Real en la gran manzana arrancó en la Fundación Ángel Orensanz, otrora sinagoga construida a mediados del siglo XIX y que albergó el 14 de septiembre el espectáculo Authentic Flamenco, bajo la dirección del bailaor y coreógrafo Amador Rojas, preámbulo del debut del coliseo madrileño en el legendario Carnegie Hall. La Reina Emérita Doña Sofía y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, arroparon con su presencia el acontecimiento, cuyo éxito presagiaba que el Real llegaba dispuesto a hacer historia en la ciudad de los rascacielos.
Joan Matabosch, director artístico del coliseo español, viajó unos días antes para abanderar el plato fuerte de este desembarco, el concierto de la Orquesta Titular del Teatro Real, la Sinfónica de Madrid, en la mítica sala neoyorquina. “Nuestra presencia en Estados Unidos es un objetivo estratégico desde hace tiempo. Estas primeras actuaciones [el Real también organizaba la gira de Authentic Flamenco] forman parte de una serie de actividades organizadas por la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid para promocionar el turismo de Estados Unidos en Madrid. Nos encontramos en una fase de potente internacionalización de la institución y de crecimiento exponencial de su calidad y prestigio. Actuar en esta ciudad es sintónico con este proceso, aunque somos conscientes de que el prestigio del teatro depende básicamente de la calidad de lo que somos capaces de ofrecer en nuestra temporada”, asegura a ÓPERA ACTUAL. Existen, además, lazos muy estrechos con teatros de ópera de Estados Unidos mediante una colaboración regular del Real con el Metropolitan de Nueva York, la Lyric Opera de Chicago, la Ópera de San Francisco y la Ópera de Houston. También con las Óperas de Los Ángeles y Washington.
Matabosch confía en poder llevar a cabo más actuaciones en Nueva York. “Estaremos encantados de buscar la manera de encajarlas, porque no se trata de un proyecto one shot, sino que tiene ambición de recorrido”, asegura.
Albéniz, Falla, Vives, Sorozábal, Chueca y Gerónimo Giménez conformaron el cartel que tuvo como protagonista de la segunda parte al género de la zarzuela: romanzas de Doña Francisquita, La tabernera del puerto y El barbero de Sevilla y el regalo final de Las carceleras de Las hijas del Zebedeo. El responsable artístico del Teatro Real asegura que le ha hecho “mucha ilusión” integrar este concierto en la temporada. “Tenemos una escasa disponibilidad para salir de gira por la densidad de nuestra temporada en Madrid, pero es estupendo poder hacerlo. El escenario ha estado en mantenimiento durante septiembre, porque era imprescindible cambiar el suelo, ya muy deteriorado tras más de 25 años de actividad ininterrumpida. Esto nos ha obligado a relajar la actividad y a apostar por una ópera de cámara: el estreno en España de Orphée de Philip Glass”, en los Teatros del Canal.
Bien de exportación

Joan Matabosch director artístico del Real
No es usual que en el Carnegie Hall se escuche música con acento español. “Allí el nuestro es un repertorio poco conocido. Es lógico que hayamos aprovechado la oportunidad que teníamos. El balance ha sido enormemente positivo. Tenía mucho sentido que la primera visita de la Orquesta Titular del Teatro Real al Carnegie Hall fuera con un gran programa de música española, con un maestro como Juanjo Mena, que conoce como nadie este repertorio y nuestra orquesta, y con solistas tan indiscutibles como el pianista Javier Perianes, cuya actuación fue fantástica, y la soprano Sabina Puértolas, que puso su bella voz a las selecciones de zarzuela. El éxito del concierto nos ha confirmado lo acertado de la propuesta. El público reaccionó, en la segunda parte, más festiva que la primera, con un entusiasmo impresionante”, cuenta satisfecho Joan Matabosch. “Lo que esperábamos es lo que sucedió, solo que con mayor entusiasmo aún y con una emotiva standing ovation”, apostilla.
Orquesta y artistas remaron juntos ¿Hubo conexión con el público? “El Carnegie Hall es una de las mejores salas de conciertos del mundo por la relevancia de su programación y su acústica. Una excelente orquesta en una sala con una excelente acústica solamente puede acabar multiplicando, para el público, la satisfacción de la experiencia. Respecto a la conexión, ha sido evidente: por la devoción con la que se ha seguido el programa y por la explosión de entusiasmo con la que han sido recibidas las interpretaciones. No puedo decir que me extrañe: este es un repertorio extraordinario, que merecería ser mucho más conocido”.
El género lírico español triunfó. Matabosch considera que la zarzuela es un bien cultural exportable. “En Madrid existe una institución dedicada íntegramente a este género y que hace muy bien su programación. Seguramente no tendría mucho sentido que el Teatro Real se metiera en el campo propio de otras instituciones. Pero si sale de gira sí tiene mucho sentido que encuentre un espacio para nuestro género lírico”.
El público ovacionó a los artistas rubricando el triunfo de este primer desembarco. ¿Es muy diferente el espectador español al estadounidense? “Lo es. No solo en un concierto. También en la ópera, en un musical, en un teatro o en una conferencia. El público norteamericano tiende a poner mucho de su parte, al menos en principio, para conectar con lo que se le ofrece. Y tiende a reaccionar de una forma muy espontánea, muy lúdica y muy solidaria. El español es menos expansivo, pero esto no quiere decir que no disfrute igual. Casi se podría decir que el americano es más de pasar un buen rato, y que el español de sentenciar si el rato ha sido bueno. Hay que aprender a leer sus reacciones”.
Si poner una pica en Flandes no fue tarea baladí para los ejércitos patrios en los siglos XVI y XVII, aterrizar con las huestes del coliseo madrileño en esta plaza neoyorquina no ha sido, que diría un castizo, moco de pavo. La comitiva del coliseo estaba formada, además de personal de producción y comunicación, por Gregorio Marañón, presidente del patronato del Real; Ignacio García-Belenger, director general del Teatro; Borja Ezcurra, director general adjunto; y Joan Matabosch: “Un desembarco de estas características tiene una considerable complejidad porque implica el desplazamiento de un centenar de personas con sus correspondientes visados de trabajo, su logística y el encaje del proyecto en la densa programación artística de nuestra temporada. Pero todo ha funcionado razonablemente bien, y estoy convencido de que la próxima vez todo será más fácil”.
¿Y cuándo será esa próxima vez? “No me cabe ninguna duda de que haremos otros conciertos en Nueva York, sea con programas preparados expresamente para la gira o con versiones de concierto de alguna de las óperas de las próximas temporadas. Me satisfaría enormemente que volviéramos, pero la elección del proyecto se tiene que hacer con sensatez. Nueva York tiene de todo y en abundancia. Hay que elegir el tipo de proyecto que, pese a esa abundancia, pueda resultar allí un acontecimiento. Hay opciones, pero no todo lo que tiene sentido en Madrid lo tiene en Nueva York, porque en la mayoría de los casos allí lo van a tener igual, lo proponga o no el Real. Es decir, sin duda que debemos hacer más conciertos en Nueva York, pero seleccionando bien lo que tiene sentido recomendar. Como hemos hecho en esta ocasión”.- ÓA
El Carnegie Hall, un escenario mítico
La apariencia exterior del Carnegie Hall, cuando cae la noche y se ilumina su fachada, es la de una caja dorada. Fascina e impone. A sus 131 años ha visto desfilar por su escenario a una pléyade de artistas de lo más variado. La idea de levantar este templo dedicado a la música fue del empresario Andrew Carnegie. Se le ocurrió cuando viajaba con su esposa Louise de luna de miel camino de Escocia. Conoció entonces al director de orquesta y compositor Walter Damrosch, miembro de una notable familia de músicos y especialista en Wagner que no desdeñó dirigir a maestros contemporáneos como Gershwin y Copland.

Fachada del Carnegie Hall
Damrosch le explicó a Carnegie la necesidad de crear en Nueva York un auditorio acorde a las necesidades de la ciudad, una sala de referencia en la cual tanto la música clásica como la popular pudieran hermanarse y cuya acústica no fuera superada. El empresario hizo suya la idea y en mayo de 1891 abrió sus puertas este pequeño coliseo con un espectacular concierto dirigido por el propio Damrosch al frente de la Sinfónica de Nueva York y, todo un éxito según recogieron los medios de la época. Una entusiasta audiencia aplaudió obras de Beethoven, Berlioz y Chaikovsky. “No había un asiento libre y el interior estaba decorado con flores”, recogía el New York Tribune. Acababa de nacer el que se convertiría en un centro musical de primer orden, referencia y dinamizador de la vida cultural de la ciudad. Damrosch ostenta el honor de haber dirigido más veces en el auditorio, más de 850 veladas, unas 18 apariciones por temporada. La última vez que se le vio en el podio fue el 27 de marzo de 1942. William Tuthill fue el arquitecto encargado del proyecto que alberga tres salas; la principal tiene una capacidad para 2.804 espectadores.
Fue en ese escenario donde Montserrat Caballé vivió el 20 de abril de 1965 una actuación memorable que se saldó con 20 minutos de aplausos. Fue durante una Lucrezia Borgia, cuando una indisposición de la soprano titular –la gran Marilyn Horne, que entonces cantaba en esa cuerda– brindó la oportunidad a la entonces jovencísima artista catalana para cantar el papel. El delirio comenzó tras acabar el “Com’e bello!”, con el patio de butacas puesto en pie. La soprano tenía 32 años. El público enloqueció y el New York Times escribió que su voz era “inquietantemente hermosa” y que poseía “un tono misteriosamente pulido, como el de una viola”. Fue saludada por la crítica como la suma de Maria Callas y Renata Tebaldi. Había nacido una estrella internacional.
El Otello de Bergonzi
También Caruso, Domingo o Rostropovich han actuado en este escenario. Carlo Bergonzi se despidió en el Carnegie Hall de sus actuaciones en Estados Unidos. Era 1996. Cuatro años más tarde volvió con la Orquesta de la Ópera de Nueva York con un objetivo que se antojaba casi titánico: debutar Otello a los 75 años. Las entradas literalmente volaron, tal era la expectación para escuchar tal proeza con todas sus notas, como quienes le escucharon durante los ensayos dijeron. Carreras, Pavarotti y Domingo se sentaron juntos en un palco y el director James Levine entró en la sala casi al tiempo que se cerraban las puertas. Sin embargo, Bergonzi no pudo terminar la función, acabó a duras penas el segundo acto y fue sustituido en el tercero.
Mario Del Monaco vivió una muy exitosa noche en 1962 durante un concierto de arias y dúos. El público deseaba ardientemente escucharle, pues años antes había cancelado su temporada en el Metropolitan. Y la interpretación que hizo en 1904 Enrico Caruso de “Una furtiva lagrima”, de L’elisir d’amore, sigue poniendo el vello de punta ya que su grabación, ahora remasterizada, sigue siendo electrizante.
La reciente pandemia obligó a que el Carnegie Hall cerrara sus puertas durante 19 meses. La reapertura fue el 6 de octubre de 2021 con un concierto dirigido por Yannick Nézet-Séguin con Yuja Wang al piano. Solo unos días después se presentó Jonas Kaufmann con un recital en el que Helmut Deutsch le acompañaba al piano.
El público local espera con impaciencia una fecha: 31 de mayo de 2023, cuando la soprano Renée Fleming regrese a casa junto a Schubert, Liszt, Rajmaninov y Duparc. Las puertas, como siempre, se abrirán a las ocho de la tarde.- ÓA
Una noche histórica
Fue una velada emocionante, con un Carnegie Hall en el que no cabía un alfiler (ver crónica en este enlace) y que por momentos trasladó a España a americanos y a españoles residentes en Nueva York. El programa estuvo defendido por el pianista Javier Perianes y la soprano Sabina Puértolas, con el director Juanjo Mena al mando de la Orquesta Titular del Teatro Real (Sinfónica de Madrid). En la primera parte se escuchó una selección de El sombrero de tres picos y de Noches en los jardines de España de Falla y algunos números de la Suite Iberia de Albéniz. La Orquesta se desenvolvió con gusto de la mano de Mena en una simbiosis que les hizo uno en el escenario, pareciendo que jugaban en casa. Perianes, que sí es un habitual del Carnegie, llevó con maestría al piano las piezas de Falla y Albéniz.En la segunda parte hizo su aparición la soprano Sabina Puértolas, quien deleitó al público con su coloratura de experta y su desparpajo en la Canción del Ruiseñor de Doña Francisquita de Vives y “Me llaman la primorosa” de El barbero de Sevilla. También regaló una espléndida versión de “En un país de fábula” de La tabernera del puerto, pieza con la que demostró que le va como anillo al dedo y que interpretó de manera exquisita. * Rebeca BLANCO