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ÓA 259: 75 años de la Ópera de Oviedo
El Teatro Campoamor vivirá una temporada para el recuerdo en el aniversario de la lírica asturiana
La Fundación lírica asturiana arranca en septiembre con los festejos de sus 75 años de temporadas ininterrumpidas con una dosis extra de optimismo y mirando al futuro, con el objetivo de conquistar nuevos escenarios y el sueño de consolidarse como la ópera del noroeste peninsular.
Pocas parejas logran celebrar 75 años de unión. Unas bodas de brillantes, según el desarrollo de la tradición heredada de la Alemania medieval en la que, si se alcanzaba el vigésimo quinto aniversario de boda, la esposa recibía de sus amigos y vecinos una corona de plata. En parte, para felicitar a la pareja por haber prolongado la vida conyugal durante tantos años, pero también como reconocimiento al hecho de haber disfrutado de una relación armoniosa: la unión y la combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes. La Ópera de Oviedo celebra, a partir del próximo mes de septiembre y durante dos temporadas, el septuagésimo quinto aniversario de su armoniosa unión con el público y el Teatro Campoamor. Tres cuartos de siglo de tradición lírica ininterrumpida. Una relación tan sólida, como el empeño por cuidarla, que ni siquiera una pandemia mundial ha podido romperla.
De las más antiguas
Las cifras colocan a la temporada ovetense como la segunda más antigua de España, solo por detrás de la del Liceu de Barcelona. Pero la historia operística de la capital asturiana se remonta mucho más atrás, al siglo XVII y a la Casa de Comedias de El Fontán. El núcleo del mundo cultural decimonónico, hasta la inauguración, el 17 de septiembre de 1892, del Teatro Campoamor con la ópera Les Huguenots de Giacomo Meyerbeer, y los sucesos que desembocaron en la revolución de 1934 y la cruenta Guerra Civil. Una primera etapa en la que, aún en una esquina del mapa, ya se estrenaron títulos como La Bohème o Lohengrin. El binomio septiembre –mes en el que la ciudad celebra las fiestas de San Mateo y que marca el tradicional arranque de la temporada– y ópera francesa se repetiría el 18 de septiembre de 1948 con Manon de Massenet. El Campoamor renacía de sus cenizas y renovaba sus votos con el espectáculo para el que había sido creado, en un compromiso cultural con la sociedad que llega hasta esta celebración de aniversario. El de un teatro prácticamente consagrado a la lírica y la danza, al estilo de los grandes coliseos europeos.
En una historia paralela a la de la centenaria Sociedad Filarmónica de la capital, y en fructífera colaboración con la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera, casi como pioneros en la coproducción de espectáculos líricos, frente al público de Oviedo se presentaron en aquellos años figuras del calibre de Mirella Freni, Luciano Pavarotti, Alfredo Kraus, Franco Corelli, Mario del Monaco, Renata Tebaldi, Victoria de los Ángeles, Montserrat Caballé, Plácido Domingo, José Carreras…
La nómina continúa en el presente, con hitos como el debut de Sondra Radvanovsky en Norma, las voces de José Bros, María Bayo, Ainhoa Arteta, Jorge de León, Carlos Álvarez, Sabina Puértolas, Ismael Jordi, Xavier Sabata, Anna Pirozzi o Patrizia Ciofi, el Peter Grimes de Stuart Skelton, o la Ariodante de Alice Coote. Junto a ellos, batutas como las de Corrado Rovaris, Franco Patanè, Ottavio Dantone, Andrea Marcon, Óliver Díaz o los sucesivos directores titulares e invitados de las dos orquestas asturianas: la Sinfónica del Principado y Oviedo Filarmonía. Una nueva excepción, la de contar con dos orquestas profesionales de alto nivel en una comunidad próxima a bajar del millón de habitantes, y que habla de lo intenso de la programación, cubriendo prácticamente todas las posibilidades de la música patrimonial.
El ejemplo de 'Don Giovanni'
De un Festival gestionado por el Ayuntamiento de Oviedo y centrado en el salto del verano al otoño, en 1978 se pasó a la constitución de la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera. Una mayoría de edad después, en 1996, nacía la Fundación Ópera de Oviedo, con el objetivo de profesionalizar la gestión. Hay nombres sin los que no puede escribirse la historia de la casa, como el de Luis Álvarez Bartolomé, presidente de la entidad entre 1992 y 2002, que impulsó la primera modernización de la temporada. O Jaime Martínez –de médico a médico y de melómano a melómano–, al frente de la nave durante quince años (2003-2018) y casi siempre de pie en una de las plateas del Entresuelo, indispensable junto a Javier Menéndez, director artístico hasta enero de 2019, en el avance en las propuestas escénicas y la intensa ampliación del repertorio iniciada durante su fructífera etapa.
Para ilustrar lo necesario de ese paso –pequeño en el continuo de la historia de la música, grande para la capital asturiana–, baste señalar que una obra imprescindible como el Don Giovanni de Mozart no se estrenó en Oviedo hasta 1996, bien avanzada la última década del siglo XX; o que un monumento musical como Der Rosenkavalier, de Richard Strauss, sigue sin pisar las tablas del Campoamor. Algún intento hubo, que la mayor crisis económica mundial de la historia, iniciada con la caída del banco Lehman Brothers, se encargó de frustrar.
Desde 1948, la Ópera ovetense ha presentado 126 títulos diferentes, de todas las escuelas y estilos, como la catedrática de Musicología María Encina Cortizo, miembro del patronato de la Fundación, repasó en la última reunión de este organismo. Mientras que en los primeros 50 años la ópera manejaba un repertorio que rondaba el medio centenar de títulos, en los últimos 25 años se han incorporado 90 más. De autores como Janácek –imprescindible su Jenufa de 2005–, Händel, Monteverdi –con el debut escenográfico de la diseñadora Patricia Urquiola en L’incoronazione di Poppea, de la mano del factótum Emilio Sagi, quien comenzó su carrera en Oviedo en 1980–, Poulenc y la producción de Robert Carsen para sus Dialogues des carmélites, o Bartók, que se llevó el premio Teatro Campoamor de 2015 a la Mejor Nueva Producción con su Castillo de Barba Azul, categoría en la que también se alzó ganadora la hipnótica The turn of the screw, de Britten, en 2006, a cargo de Tim Carroll.
Otro gran hito de la ópera asturiana fue la primera representación de la Tetralogía wagneriana, con prólogo y jornadas entre 2013 y 2019, y por cuya dirección musical el maestro Guillermo García Calvo obtuvo el Premio Ópera XXI –galardones que heredaron la tradición de los Campoamor– por su labor al frente de Siegfried, comandando sobre el escenario del teatro a ambas orquestas locales. La Ópera de Oviedo se ha atrevido también a lanzar al mundo nuevas propuestas operísticas, como el estreno absoluto de Fuenteovejuna, con música de Jorge Muñiz y libreto de Javier Almuzara, ambos asturianos, sobre el texto inmortal de Lope de Vega, título que en octubre abrirá la temporada de la Ópera de Tenerife. Otro estreno absoluto, el de La dama del alba, con música y libreto de Luis Vázquez del Fresno sobre la obra homónima de Alejandro Casona, inaugurará en septiembre la primera de las dos temporadas ovetenses de celebración, en la que el 85 por cien de los cantantes serán españoles.
La Medalla de Oro de Oviedo

Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, presidente de la Ópera de Oviedo, y Celestino Varela, director artístico
La Fundación Ópera de Oviedo cuenta hoy con el ingeniero de minas Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, ex director general de Dupont, como presidente, mientras que la dirección general y artística la ostenta el barítono Celestino Varela. Juntos recogerán, este septiembre, una de las distinciones de mayor significado para la institución, la Medalla de Oro concedida por el Ayuntamiento de Oviedo, la ciudad con la que también celebra estos 75 años de feliz matrimonio. Un galardón del que Rodríguez-Ovejero subraya la “unanimidad” de todas las fuerzas políticas para su concesión. Unidos recibieron también en Málaga el Premio Honorífico a la Institución Cultural concedido por Ópera XXI.
En conversación con ÓPERA ACTUAL y aún interpelados por separado, la inequívoca coincidencia que ambos gestores demuestran en el rumbo que proyectan para la Ópera de Oviedo habla de un equipo que, como ambos aseveran, avanza a velocidad de crucero y sin “miedo a los retos”. Como el de ofrecer 11 funciones de dos óperas diferentes –Fidelio y Madama Butterfly– en plena pandemia; esos 14 días de diciembre de 2020 pusieron a prueba, con éxito, todas las costuras de la entidad. Propias y ajenas, con una única orquesta, Oviedo Filarmonía, cada tarde en el foso. Lo que fuese con tal de levantar el telón, tanto para el público como para los trabajadores. Se logró, con la colaboración de las administraciones sanitarias, ser una de las poquísimas casas de ópera en el mundo que mantuvo todas las funciones de la temporada del coronavirus, una experiencia y un aprendizaje bien aprovechados.
Ahora toca, explica Celestino Varela, “asumir de nuevo riesgos”, en el cóctel de tradición e innovación que la institución prepara con los cinco títulos que cada temporada sube a su cartel. “Poder estar aquí en este momento, en la casa que prácticamente nos empujó a todos, da mucha alegría”, reconoce. Una “sensación de agradecimiento, y un hondo sentido de responsabilidad, a la hora de tomar el trabajo que heredamos de otros, perpetuar esta historia y lanzarla a las siguientes generaciones”, enuncia Rodríguez-Ovejero.
La fuerza de la periferia
En ambos discursos aparecen con rapidez los abonados que, desde la constitución de la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera, son para el director de la temporada “las raíces y el tronco” de la institución lírica, “quienes nos han sustentado, nos animan y se nos acercan por la calle, nuestra razón de existir y nuestros mejores embajadores”. Una labor, el boca a boca, esencial para el presidente de la Ópera a la hora de crecer. “Contamos con el apoyo incondicional de nuestros 2.500 socios y de casi 32.000 espectadores”, subraya con orgullo. “Somos un milagro cultural en la España periférica, y tenemos mucho que agradecer a todas las personas, profesionales y amantes de la lírica que han dedicado sus esfuerzos a hacer de esta actividad cultural un patrimonio de todos los asturianos, pero no podemos quedarnos ahí. Queremos crecer, y ya lo hemos hecho este año, para dar la posibilidad a más personas de disfrutar con el espectáculo más completo que existe”. Convertir a la institución ovetense en “la ópera del noroeste”, extendiendo su actividad colaborativa a las comunidades vecinas “e incluso al norte de Portugal, para mostrar la fuerza de la periferia”, es uno de los sueños confesables de este ingeniero con medio siglo de afición musical a sus espaldas, con la fortuna confesa de haber conocido en su juventud a personas “como Emilio Sagi, Javier Escobar y Julio Galán” y el recuerdo de algunos pinitos teatrales “como comparsa en Aida en los 60”. Otro, la existencia de una Ley de Mecenazgo que facilite el trato de tú a tú con empresas y patrocinadores para el desarrollo de la cultura.
Retorno y optimismo
En la nómina de galardones que la institución lírica reúne en su oficina figura la Medalla de Oro de la Cámara de Comercio de Oviedo, “por su especial apoyo a la vida económica de la región”, argumento que sirve a Rodríguez-Ovejero para subrayar el impacto de la actividad lírica en la comunidad, “con cerca de 200 empleos directos durante los seis meses de temporada. Con más del 55 por ciento de nuestros ingresos proveniente de los abonos y la taquilla, entre un 10 y un 15 por cien de apoyos privados y entre un 30 y un 35 de las administraciones”, enumera, “somos un buen modelo de colaboración público-privada, retornamos a las arcas públicas un promedio de dos euros por cada uno que recibimos y nos consta que la actividad de los cajeros y datáfonos de los establecimientos que rodean al Campoamor aumentan exponencialmente los días de función”. Celestino Varela subraya por su parte: “Hay una cosa por encima de todo, que es el optimismo que Juan Carlos (Rodríguez-Ovejero) y yo compartimos y que tratamos de contagiar a todos, para empujar en la misma dirección. Optimismo para mirar hacia el futuro, como un arma para combatir cualquier tipo de baja autoestima colectiva. Como región hemos de creer más en nosotros, en los asturianos. Aquí se hacen bien las cosas”, sentencia.
Desde la creación de la Fundación, las representaciones de ópera en Oviedo han pasado de las cinco iniciales (una por título) a la nada desdeñable cifra de 23, más siete 7 ensayos generales abiertos a escolares de toda Asturias, estudiantes de Musicología y de los conservatorios asturianos, además de los ya asentados Viernes de ópera, funciones con un reparto alternativo –joven en su mayoría–, un ambiente especial y precios más ajustados, que tanto presidente como director general consideran prioritario extender a la totalidad de la temporada antes que incorporar un sexto título. Sería una forma, razonan ambos, no solo de tener cubierta cualquier eventualidad, sino de “dar oportunidades a nuevos talentos, para que puedan debutar aquí”, apunta el director artístico, “incrementando nuestra oferta a otros públicos en diferentes localidades de la región, en teatros más pequeños”, añade el presidente, a los que extender el compromiso con la promoción de la cultura que es una de las bases de la Ópera de Oviedo. Una intención, la de conquistar otros escenarios fuera de los muros del Campoamor, que abriría también la puerta a títulos de cámara y del repertorio barroco.
La divulgación de la lírica
Al resultado final cabe añadir los espectáculos infantiles, diseñados o hechos por niños, o las revolucionarias sesiones de ópera para bebés que, junto con las retransmisiones en directo vía internet a localidades alejadas del núcleo central de Asturias, buscan contagiar el virus de la ópera a nuevas generaciones de aficionados. “Queremos abrirnos a ellos, desterrar el mito de que la ópera es una actividad reservada para unos pocos, atraerles con imaginación y colaborar a su crecimiento personal para que sean ciudadanos formados con criterio y capacidad de reflexión. Esta será la mejor inversión”, destaca Rodríguez-Ovejero. “La ópera, el teatro, ha de ser también un lugar de reflexión como sociedad”, añade Varela, “porque aunque a veces se nos olvide, la barbarie está a la vuelta de la esquina”. Una idea que va de la mano de su defensa del europeísmo y de un ruego a los responsables de las políticas públicas, para que cambien el rumbo “porque dejar de lado la música y las humanidades en la educación es una tragedia. ¿Cómo puede alguien vivir sin conocer La Bohème o la Segunda de Mahler?”, se pregunta.
Queda por saber si podrán brindar por este 75º aniversario con el rey Felipe VI, que ostenta la Presidencia de Honor de los actos conmemorativos, tras alguna de las representaciones previstas a lo largo de las dos próximas temporadas. La Casa Real siempre ha apoyado las actividades de la Fundación. “Los Reyes desde siempre nos han brindado grandes muestras de cariño, y seguro que con su sensibilidad tendrán un gesto de presencia con nosotros”, confía el presidente. ÓA
la lírica en el ADN asturiano

Portada de la revista ÓPERA ACTUAL 259 (julio-agosto de 2022)
La Ópera de Oviedo inicia la temporada de su 75º aniversario en un año que atesora cifras redondas que convierten en múltiple la conmemoración de la entidad asturiana. Lo que se celebra es la efeméride de la reinauguración del Campoamor en 1948. A la vez, el teatro lo hace de su reapertura tras la destrucción sufrida durante la Revolución de 1934; también se cumplen 130 años desde su inauguración en 1892 con Los hugonotes de Meyeerber, resurgiendo, tras la devastación de la Revolución y el frenazo en su reconstrucción de la Guerra Civil, con Manon de Massenet.
En plena postguerra, por tanto, se organizó en Oviedo una temporada de ópera –que entonces llevaba el apellido de italiana y que era más bien un festival– en torno a las fiestas de San Mateo. Con el fin de conseguir figuras de primera fila el Ayuntamiento –la ovetense fue una de las primeras temporadas de titularidad pública del país– acabó uniéndose más adelante a la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera que también impulsaba un ciclo en torno a las fiestas de la capital vizcaína. Se generó entonces una alianza que propiciaría espectaculares proyectos conjuntos y en pleno contexto de la dictadura franquista.
Con la caída del régimen de Franco, y acuciado por algunos de los grupos políticos, el Ayuntamiento de Oviedo dio un paso atrás y dejó la organización de la temporada en manos de la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera, creada a ejemplo de la de Bilbao. Este modelo evolucionado, ahora con el añadido de la Fundación Ópera de Oviedo, es el que organiza la temporada asturiana con fuerte financiación pública, además de cesiones de orquestas y equipamiento. La oferta ha ido ampliándose, transformándose y se ha extendido a seis meses, aumentando exponencialmente el número de funciones y de un público que se ha mostrado entusiasta y fiel. Quizá el mayor hito reciente haya sido el empeño en no suspender funciones en plena pandemia, lidiando con las restricciones pese a la sangría económica y a ofrecer el servicio público por encima de todo.
La Ópera de Oviedo es hoy una realidad gozosa en la que destacan aspectos como el cuidado al talento nacional. Este aniversario es un buen reclamo para propiciar un renovado enlace con ese público que la pandemia alejó de los teatros. A buen seguro se conseguirá porque la lírica forma parte del ADN cultural de Oviedo. * Cosme MARINA, corresponsal en Oviedo de ÓPERA ACTUAL
'Manon' cierra el círculo

Victoria de los Ángeles en la 'Manon' de Massenet de 1948
Entre el material que da testimonio de los últimos 75 años de historia de la ópera en Oviedo se conserva un programa de mano de aquella reinauguración del Teatro Campoamor, el 18 de septiembre de 1948. Victoria de los Ángeles cantaba el papel protagonista de Manon, y la ópera de Massenet será la que abra, en septiembre de 2023, la segunda temporada festiva, alrededor de la fecha exacta de este 75.º aniversario.
Tras el estreno mundial de La dama del alba (días 11, 13, 15, 17_09) y las funciones de Norma (06, 09, 12, 14, 15_10), Don Giovanni (13, 15, 17, 18, 19_11), Hamlet (08, 11, 14, 17_12) y Ernani (29, 31_01, 02, 03, 04_02), “compositores como Wagner (Lohengrin) y Puccini, o un programa doble de ópera española tendrán su espacio en los meses comprendidos entre octubre de 2023 y febrero de 2024”, adelanta el director general y artístico de la Ópera de Oviedo, Celestino Varela. La celebración servirá además para presentar al público del Campoamor una de las coproducciones pendientes de estrenar en la capital asturiana, “La Traviata de Verdi, el compositor más veces representado en estos 75 años”, continúa Varela. Los problemas de espacio de la caja escénica del Campoamor, junto con un equipamiento técnico prácticamente obsoleto, obligan a la Fundación a buscar soluciones alternativas al alquiler. “Con los mismos recursos económicos se abrirían muchas más posibilidades si el teatro estuviese preparado”, reconoce. El encargo de nuevas producciones propias, “construidas además en España, nos permite crear otras oportunidades”, añade. Con el Hamlet de Ambroise Thomas este diciembre comenzará uno de los hilos conductores planteados por Varela para los próximos seis o siete años, ya avanzado en la rueda de prensa celebrada el pasado 19 de abril: llevar a escena la visión de diferentes compositores sobre las obras de William Shakespeare, con títulos como Roméo et Juliette de Gounod, el Otello de Rossini o el Falstaff verdiano. * P. G.