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ÓA 256: El Liceu de Barcelona y sus 175 años de historia
El Gran Teatre afronta los retos del siglo XXI sin olvidar su patrimonio ni su amplio legado cultural
El domingo 4 de abril de 1847 se inauguraba en Barcelona el Gran Teatre del Liceu. 175 años después el coliseo lírico catalán busca en el siglo XXI la chispa que provocó el nacimiento de la ópera hace 400 años y cómo hacer que sea un género válido para las próximas generaciones. ÓPERA ACTUAL quiere contribuir al debate sobre el futuro liceísta y ha preguntado a directivos del teatro, a público y a artistas qué consideran que necesita el Liceu para seguir cumpliendo años en el siglo XXI.
Los aniversarios invitan al examen de lo vivido para encarar el futuro. El Gran Teatre del Liceu cumple 175 años el 4 de abril y su misma existencia es una evidencia palmaria de su resiliencia, de su capacidad para resurgir fortalecido de incendios, de sobrevivir a una bomba en su platea, de resistir barricadas y revueltas, de superar una guerra civil y de adaptarse a los cambios sociales durante casi dos siglos (ver la perspectiva histórica en este enlace). Pero las dos décadas que lleva transcurridas este convulso siglo XXI están poniendo a prueba el género de la ópera y la supervivencia de los teatros que la acogen. El Liceu ha propuesto una mesa para revisar qué es la ópera reuniendo a un antropólogo, un sociólogo, un poeta, un director de orquesta y un experto en nuevas tecnologías para que reflexionen sobre el género. Dispuestos a contribuir al debate, ÓPERA ACTUAL ha preguntado qué necesita el Liceu en este siglo XXI para seguir cumpliendo años.
El Teatro
Para el director general del Gran Teatre, Valentí Oviedo, “en el siglo XXI no puede entenderse que una institución cultural como el Liceu, participada por las administraciones públicas, no tenga la voluntad de transformar al mayor número posible de personas, y debe hacerlo desde la excelencia artística y llegando por todos los medios al mayor número de personas posible”. El director general considera que la identidad del Liceu pasa por “impulsar y apoyar proyectos de creadores locales y ser capaces de internacionalizarlos”. Para Oviedo, se trata de una institución que va más allá de la ópera. “El Liceu no es un edificio, ni la sociedad civil que lo creó, es la suma de asociaciones como Amics del Liceu o los Liceístas del 4º y 5º piso, del Conservatorio del Liceu…, de todas las almas de Liceu. El teatro está empujado por una fuerza que va más allá de quien lo presida y lo dirija, una fuerza que hay que cuidar y mimar para que el espíritu resiliente del Liceu continúe”.
Para el director artístico del teatro, Víctor García de Gomar, la pregunta no es lo que debe hacer el Liceu para seguir cumpliendo años, sino lo que hay que hacer para adaptar el género de la ópera al siglo XXI. “Este es el gran reto”, afirma. “Hay que examinar el canon, validar uno nuevo para las futuras generaciones y volver a los orígenes en busca de la chispa que provocó el nacimiento de la ópera y cómo hacerla válida actualmente, teniendo en cuenta que la historia de la Humanidad es mayor que la de la ópera, y que por lo tanto, no podemos dar el género por finalizado. Necesitamos reelaborar el discurso de la ópera en favor de la conexión con la sociedad con un lenguaje musical que conecte de nuevo con el público, que sea vehículo de emociones, que impacte y que hable de los asuntos relevantes de la sociedad actual. Si todo eso pasa, habremos logrado el objetivo”.

Àlex Ollé, Víctor García de Gomar, Salvador Alemany, Valentí Oviedo y Josep Pons
El director musical del Liceu, Josep Pons, escribe una carta a los reyes magos cuando se le pregunta por el futuro del teatro. “En primer lugar, deseo que el Liceu goce de muy buena salud. ¡Y de buena vista!, que le permita ver claramente cuál es el lugar que debe ocupar en Cataluña y en el resto del mundo. Me gustaría que tuviera claro que es un centro de arte, y que como tal sea tratado. Que haga valer que el arte no es un puro entretenimiento, sino mucho más. Es conocimiento, pasión, reflexión desde la emoción pura. El arte no debe dar respuestas, debe provocarnos muchas preguntas. Las respuestas serán de cada uno. El arte sacude y así me gustaría que lo planteara este futuro Liceu imaginado, sin complejos, ni prejuicios. Que lo sitúe en el centro del debate convirtiéndolo en faro. Deseo que la música sea su eje central del que derive el resto. Por ello quiero que se focalice de manera atenta en los elementos que apuntan a esta línea: calidad de los cuerpos estables, de los artistas, condiciones acústicas y derivadas. Deseo, también, que sea capaz de abrir un debate sobre la ópera del futuro: ¿Cuál es la causa de la ópera?, ¿Qué ha de ser la ópera? ¿Cómo ha de ser la ópera? ¿Cómo deben interactuar todos los ejes que configuran este nuevo espacio de la emoción que llamamos ópera? Un debate a fondo, sin límites, abierto y sincero, que lo conduzca internacionalmente y a la vez lo haga bandera. ¡Y que crezca por muchos años!”.
Por su parte, los trabajadores del Liceu quieren un futuro en el que ellos también sean partícipes de la gestión. La presidenta del comité de empresa del coliseo lírico barcelonés, Emilie Langlais, afirma que “el siglo XXI ha demostrado que las gestiones de empresas a la antigua ya no funcionan. Sabemos qué es la ópera, trabajamos en ella a diario y podemos ayudar en la gestión de los departamentos técnicos. Queremos más implicación de los trabajadores en la construcción del futuro del teatro”, reclama solicitando un sistema de gestión más colaborativo. “Todos estamos implicados con el teatro y trabajamos para que el telón se levante a las 19h, pero hay maneras de hacer que podrían mejorar si empresa y trabadores fuéramos juntos de la mano”.
El público
La asociación Amics del Liceu representa una parte del público del teatro. Durante tres décadas y media, su actual presidente, Ramon Bassas, ha visto pasar a muchos directores por el Liceu. “El siglo XXI no ha sido propicio para el teatro: una crisis económica con pérdida de público, una crisis sanitaria que provocó su cierre temporal, las plataformas de streaming robando espectadores a la ópera en vivo. ¿Qué debe hacer el Liceu? Jugar el mismo juego, ya lo ha hecho creando su propia plataforma digital, y debe salir del teatro en busca del público”.

Fachada del Gran Teatre del Liceu, el curso de su 175 años
Para Xavier Coll, presidente de la Sociedad Gran Teatre del Liceu, que agrupa a los ex propietarios del teatro, el coliseo lírico barcelonés puede afrontar el futuro inmediato con optimismo, porque, considera, “ha hecho su trabajo en sus 175 años de existencia”. Afirma Coll que el Liceu cuenta con una estructura organizativa moderna, fruto de la decisión de la Sociedad del Gran Teatre de ceder en 1980 la explotación del coliseo a las administraciones públicas, y, tras el incendio de 1994, también la propiedad. “Estamos muy bien situados para afrontar el futuro inmediato, los próximos 25 o 50 años, con cierto optimismo. La Sociedad del Gran Teatre del Liceu renovó en su momento la gestión. Ahora hay que afrontar el reto de renovar generacionalmente al público, no hace falta hacer más, pero no podemos dormirnos, porque los tiempos son difíciles”, advierte.
Para Francisco Gaudier, presidente del Círculo del Liceu, institución nacida a la par que el teatro, el futuro requiere “que el coliseo de La Rambla persiga la excelencia a todos los niveles y que las empresas colaboren más con el teatro. La combinación entre lo público y lo privado es lo ideal para instituciones como el Liceu, porque difícilmente se puede pensar que las instituciones públicas podrán dar más recursos en el futuro”, señala.
Por su parte, Maria Teresa Mir, quien fuera presidenta durante 25 años de la asociación de Liceístas del 4º y 5º piso, y habitual del Gran Teatre desde 1950, cuando pisó por primera vez el teatro con 15 años para ver Tristan und Isolde, no duda en afirmar que el futuro del coliseo lírico barcelonés pasa por “ampliar su repertorio con nuevas obras. No podemos quedarnos solo con el pasado”, advierte. “Si el Liceu quiere ser un teatro de ópera de verdad debe arriesgar en su programación, ofrecer nuevos títulos y ensanchar el repertorio. Me sabe mal decirlo, pero el teatro lleva unos años estancado”.
Josep Cañabate tenía 16 años cuando fue al Liceu por primera vez. Ahora tiene 32 y lleva una década como abonado y coincide con Mir en reclamar una programación innovadora y llena de novedades. “El Liceu todavía tiene dinámicas propias del siglo XX que lastran su modernización. Como muchos teatros, ofrece un repertorio clásico para atraer a un público más numeroso, pero se está haciendo repetitivo para los abonados. Abusan de un tipo de repertorio y de las mismas producciones. Deben renovar el repertorio, ampliar el público con gente joven y trabajar con el tejido asociativo, que puede ofrecer otras dinámicas al teatro”.
Los artistas
El contratenor Xavier Sabata lo tiene claro. “El Liceu ya es un teatro del siglo XXI, que debe entender que la ópera ya no es una sola cosa, sino muchas cosas a la vez, y que su consumo es tan diverso como la gente que vive en el planeta. El gran reto del siglo XXI es establecer puentes con el público, y no buscarlo. El público ya existe, lo que debemos hacer es que crean que lo que hacemos tiene que ver con ellos, con su realidad, porque la ópera es un espacio de reflexión a todos los niveles. Que nunca diluya el contenido, al contrario, que sea más complejo y con la mayor cantidad de diálogos culturales posibles, porque esta es la única forma, sin rebajar contenido, para que la ópera siga evolucionando. Y que escuche, que sea sensible al cambio dinámico de la sociedad y que tenga ese punto de vista crítico y un poco incómodo con todo lo que pasa”, recomienda.

Carlos Álvarez
Para el barítono Carlos Álvarez, sin embargo, el futuro es más sombrío. “El futuro empezó cuando en 2019 Maria Callas volvió a los escenarios en concierto en forma de holograma, con orquesta en directo y la voz grabada. Un futuro que prescinde de todo lo que hasta ahora era imprescindible en la ópera: la persona que canta. Será complicado convencer a las jóvenes generaciones de que se conviertan en los mejores cantantes líricos posibles para que, quizá luego, la tecnología les relegue a estar en cualquier otro sitio que no sea el escenario. Este es el gran reto del siglo XXI, porque el público se adapta a cualquier circunstancia, y el Liceu tendrá la oportunidad de adaptarse y convertirse en un plató. La ópera de repertorio quizá se siga haciendo como hasta ahora en los teatros, y los nuevos títulos en los cines o en streaming. El crítico de arte John Berger ya decía que la capacidad de la reproducción será lo que mantendrá el mundo del arte y la cultura. En los próximos 20 años tendremos que adaptarnos a un nuevo tipo de espectáculo. Pueden convivir diversos formatos, pero no va a ser fácil para los que deben tomar decisiones”, asevera.
El tenor Josep Bros reclama un futuro con una Ley de Mecenazgo aprobada que permita ventajas fiscales a las empresas que apoyan al Liceu “para que el teatro pueda afrontar con optimismo el difícil siglo XXI” y hacer del Gran Teatre barcelonés de nuevo un Liceu de todos. “Podría ser la oportunidad para que el teatro pueda alternar producciones en una misma semana y que el público pueda disfrutar en pocos días de un amplio repertorio. Le deseo un feliz cumpleaños a mi querido Liceu. ¡Sigue brillando con luz propia!”.
Las nuevas generaciones de cantantes reclaman un futuro con un repertorio más amplio y oportunidades. El barítono barcelonés Carles Pachón, de 27 años, actualmente miembro de la compañía de la Staatsoper de Berlín, está convencido de que para atraer al público es necesario que la propuesta artística del Liceu no se centre solo en el repertorio tradicional y que apueste por “óperas poco o nunca representadas y por obras de nueva creación, que estimulen al público. Eso es lo que necesita un teatro de ópera en el siglo XXI, ofrecer una programación variada para llegar a un público amplio”. La soprano tarraconense Sara Blanch, con una carrera ascendente a sus 33 años, tiene claro que el futuro pasa por contar con los artistas locales. “Eso fortalece los lazos del Liceu con el territorio, y a la vez lo salva en momentos difíciles como los que hemos vivido, y seguramente viviremos, en los que resulta complicado contratar a cantantes extranjeros. Y también es importante formar la propia cantera de cantantes con la creación de un Ópera Estudio”, recomienda.
El compositor Joan Magrané coincide con Sara Blanch en la importancia de lo local. “La clave es el arraigo”, afirma. “Tener a un público fiel, y no solo llenar, sino llenar con gente que viene de forma repetida al teatro. El mundo va hacia allí. Cada vez será más difícil viajar, más difícil hacer determinadas cosas a nivel internacional. Lo que se pueda hacer con lo que tengas cerca te garantizará la supervivencia”, vaticina. “Desde hace unos años vamos de colapso en colapso. El secreto del futuro es el arraigo. Por mucho que te muevan, debes mantener tu voz y tu singularidad inalterables y el mundo sabrá quién eres. Los teatros que sepan hacer esto se salvarán; los que cambien siguiendo las modas, tendrán problemas”.
Nuevas miradas
Por su parte, el compositor Benet Casablancas asegura que el futuro de la ópera pasa por el propio género, por crear nuevos títulos. “Mientras exista la magia de lo que representa el teatro, mientras haya buena música, mientras la puesta en escena sea buena, mientras haya buenas obras, la experiencia de acudir a la ópera será gratificante. Confío plenamente en el género, en la unión de música y poesía que ha llegado hasta la actualidad y llegará lejos, porque forma parte de nuestra cultura y lo que se precisa es que atrape a las nuevas generaciones”, señala el compositor de Sabadell. “Desde Monteverdi hasta hoy la ópera está llena de obras maestras, y seguirá habiendo en el mañana. El futuro no son las puestas en escena renovadoras, el futuro estará asegurado en la medida en que se creen nuevas óperas. Mientras haya compositores que consigan conmover al público, el género seguirá avanzando”.
El director de escena Àlex Ollé, artista residente del Gran Teatre del Liceu en este curso, cree en la necesidad de crear una identidad propia que singularice al teatro y cuyas características sean el riesgo y la actualidad. “Hay que educar a los niños, interesar a los jóvenes y ampliar el gusto del público adulto. En los últimos 20 años se ha innovado más en la ópera que en el teatro de texto o de prosa con la incorporación de creadores del mundo del cine, vídeo-artistas, pintores, escultores… Hay que seguir en la estela del espectáculo total, pero con los medios actuales, porque la ópera debe hablar a la sensibilidad de hoy y provocar una reflexión sobre lo que pasa y ser un elemento transformador de la sociedad. Tenemos el compromiso de potenciar a los nuevos creadores y consolidar al Liceu como un espacio de nueva creación”, asegura Ollé.
Para el director de escena Paco Azorín, el Liceu tiene que haber hecho algo bien si ha podido llegar a sus 175 años. “Si como comunidad de artistas hemos de pensar el Liceu para los próximos siglos, debemos enfocarnos en un teatro de calidad que haga un servicio importante a su sociedad. En este sentido, veo un peligro, que no es exclusivo del Liceu: que en el futuro los teatros sean relegados a ser museos. Un teatro debe ser un lugar en el cual pasan cosas, donde hay conocimiento, y esto tiene más que ver con el repertorio contemporáneo que con la revitalización de la ópera”, afirma. “En el siglo XXXI se explicará el siglo XXI por las obras estrenadas en sus teatros. Actualmente, los teatros líricos viven del pasado, de Verdi, de Wagner, de Puccini, que están muy bien, pero si no se cambia esto, los teatros de ópera se convertirán en cementerios”.– ÓA
La emoción de una larga historia compartida
El 4 de abril de 1847. Ese día se inauguraba el Gran Teatre del Liceu y desde entonces estos 175 años están llenos de infinitas vivencias que toman sentido gracias a todos los que, en todo este tiempo, han ofrecido a Barcelona brillantes espectáculos culturales y superado serias dificultades: incendios, atentados…, para llegar al día de hoy. Una institución sólida que apuesta por la Cultura persiguiendo la calidad artística desde el equilibrio económico, pero que también asume la responsabilidad de una función educativa y social que justifica el apoyo de las instituciones públicas para seguir siendo el “Liceu de todos y para todos”.

Salvador Alemany
La apuesta por los proyectos LiceuAprèn y LiceuApropa, el educativo y el social, con una gestión liderada por el director general, Valentí Oviedo, son dos ejes fundamentales del Teatre. En este ámbito, la temporada 22/23 estrenará La gata perduda, ópera original cocreada por vecinos del barrio del Raval y una iniciativa reconocida a escala europea. Una institución como el Liceu no puede estar ajena al latido de la sociedad y, como parte de este ecosistema cultural, el Teatre quiere caminar junto a todas las artes haciéndolo de la mano y desde el convencimiento de nuestro director artístico, Víctor Garcia de Gomar. Un proyecto basado en la creación, la innovación, el diálogo y la participación que actualmente cuenta con el asesoramiento artístico del reconocido director de escena Àlex Ollé.
El Gran Teatre seguirá apostando por la excelencia de las grandes voces, por el uso de los nuevos lenguajes y con coproducciones internacionales con teatros de referencia, así como impulsando oportunidades para los creadores del país. Josep Pons, director musical del Teatre, nos seguirá regalando veladas únicas al frente de la Orquestra Simfònica del Liceu, una formación consolidada, reconocida y aplaudida, así como un Coro que seguirá caminando hacia el estilo personal y el equilibrio, con el liderazgo de Pablo Assante, su nuevo director. Orquesta y Coro como estructuras propias y estables que permiten crecer al Liceu junto a un gran equipo profesional en toda la organización.
Ahora y aquí podemos celebrar nuestros 175 años contando con el apoyo de ÓPERA ACTUAL y de todos aquellos que amáis la música, la ópera y la cultura. Juntos seguiremos escribiendo esta historia compartida. Ahora y aquí, empieza el futuro. Gracias. * Salvador ALEMANY, presidente de la Fundación del Gran Teatre del Liceu
La voz de la experiencia
Desde la constitución del Consorcio del Liceu el teatro ha tenido siete gerentes/directores generales, de los que cinco viven y desde su experiencia y la perspectiva actual se atreven a pensar en las necesidades del teatro en el futuro. Coinciden en la necesidad de una financiación estable y del compromiso de la sociedad y las administraciones públicas.

Juan Francisco Marco
El antecesor del actual director general, Roger Guasch (2013-18), lo tiene claro, el Liceu es un teatro resiliente, que puede seguir cumpliendo años sin problemas, “pero debe ser ambicioso y aspirar a estar entre los grandes coliseos líricos europeos. Para ello”, asegura, “necesita un presupuesto estable y el compromiso no solo de la sociedad catalana, sino también de todas las administraciones públicas”.
Para Juan Francisco Marco (2008-13), si el Liceu ha pasado por todo lo que ha pasado en estos últimos 175 años, “está inmunizado para todo los que le espera”. “El futuro del teatro pasa por tener una economía mejor para ser competitivo”, afirma.

Rosa Cullell, directora del Liceu (2005-08); Caterina Mieras, consellera de Cultura de la Generalitat catalana (2003-06); y Josep Caminal, director del Gran Teatre (1993-2005)
Rosa Cullell (2005-08) considera que para sobrevivir “la ópera necesita financiación suficiente y una propuesta artística innovadora e internacional que evite que el teatro se convierta en un museo. Esto es lo que me hace pensar”, señala, “que la ópera seguirá viva”. Josep Caminal (1993-2005) recurre a la poesía para definir al Gran Teatre como “un espacio creador de belleza accesible a todos los públicos que no debe olvidar su condición de teatro público”. Y reclama “una mayor implicación de las empresas” citando a Isidre Fainé, presidente de la Fundación La Caixa: “Sin un compromiso social y cultural, el crecimiento económico no es sostenible en el tiempo ni aceptable moralmente”. “El legislador debe ofrecer de una vez por todas una propuesta de incentivo fiscal en los ámbito social y cultural”, reclama. Finalmente, Josep Maria Busquets (1986-1992) indica como imprescindible para el futuro “la excelencia de los cuerpos estables del teatro” y “la necesidad de contratar a directores de orquesta y cantantes que prestigien al Liceu y atraigan el interés de televisiones y plataformas de streaming así como de sellos discográficos”. Y la necesidad de captar a nuevas generaciones de espectadores. * L. M.