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ÓA 255: La magia de 'Alcina' inunda la Ópera de Lausana
La propuesta teatral viene llena de grandes nombres propios, como los de Diego Fasolis y Stefano Poda
El 6 de marzo la Ópera de Lausana, en Suiza, va a demostrar que se encuentra en plena forma con el estreno de una nueva producción de Alcina de Händel. La propuesta teatral viene llena de grandes nombres propios, como los de Diego Fasolis y Stefano Poda como responsables musical y escénico.
Una nueva producción de Alcina de Händel, firmada por el multidisciplinar Stefano Poda junto a Diego Fasolis en el podio, subirá al escenario de la Opéra de Lausanne (Suiza) del 6 al 13 de marzo con un elenco encabezado por Lenneke Ruiten (Alcina), Marina Viotti (Bradamante), Marie Lys (Morgana), el contratenor del momento Franco Fagioli (Ruggiero) y el tenor español Juan Sancho (Oronte), reconocido especialista en el repertorio. El coliseo de Lausana recupera así el fuelle de su programación lírica después de unas exitosas Nozze mozartianas, de la tradicional opereta navideña y de veladas dedicadas al ballet y a conciertos. Lo hace con una reflexiva y estética producción de esta obra maestra del Barroco estrenada en Londres en 1735. Poda promete una versión que invita a la introspección: “Alcina debe ser la representación de un mundo perdido”, afirma el regista a ÓPERA ACTUAL. “Venimos de una época en la que el hombre ha olvidado y descuidado su esencia y su vocación comunitaria y social. Se ha intentado imponer un mundo virtual segregado en el que incluso el arte se ha vuelto inmaterial. Debemos oponernos a ello: hay que recordar nuestras raíces y buscar una dimensión de verdadera paz espiritual”, asegura.
La obra de Georg Friedrich Händel para el teatro comprende unas 40 obras, la mayor parte creadas y representadas en Londres. Su Alcina, estrenada en el Covent Garden, tiene como referente el poema épico Orlando furioso de Ariosto (1516, cantos 6º y 7º), a partir del libreto de Riccardo Broschi L’Isola d’Alcina (1728). “Las óperas del período barroco tenían un uso muy diferente al actual. Eran ocasiones mundanas, para el entretenimiento social, cuya duración podía ser muy larga”, apunta el maestro ticinense Diego Fasolis. Entonces el concepto artístico miraba a los héroes griegos y latinos –mitológicos, épicos o clásicos– pero se escoran hacia las aventuras guerreras y amorosas de la épica caballeresca medieval.
Hoy, en cambio, según Diego Fasolis, la ópera debe tener en cuenta “que la duración del espectáculo sea razonable, con el público sentado en silencio”. Por ello aceptó la propuesta del intendente de la Opéra de Lausanne, Éric Vigié, de realizar algunos cortes a la obra. “Lástima por algunas arias hermosas, pero mi idea siempre es crear un espectáculo completamente sinérgico entre escenas y música y por eso estoy dispuesto a adaptarme y reprimir mi deseo musical de interpretar todo lo escrito si la propuesta respeta y mejora la audición de la ópera”.
La acción de la obra se sitúa en una isla encantada gobernada por la hechicera Alcina, que convierte a sus amantes en bestias, árboles o rocas. La maga encanta al caballero Ruggiero y lo retiene en su isla. La historia relata cómo su prometida, Bradamante llega a la isla para rescatarlo disfrazada de su hermano Ricciardo. Ahí se desarrolla un conjunto de encuentros y desencuentros entre Ruggiero –enamorado mágicamente de Alcina– y Bradamante. A su vez, el hada Morgana, hermana de Alcina, se enamora del nuevo caballero –el falso Ricciardo– y, por otra parte, Oronte recela del hada por sus sentimientos. Tras ser derrotada por su amado Ruggiero, Alcina y Morgana pierden toda su magia, se libera a las bestias –el león padre de Oberto– y las hermanas desaparecen en un lamento a la soledad y a la vida perdida. Según Poda, “el poema de Ariosto parece ser –más que el texto– el pretexto de Alcina”.
Abstracción extrema
El regista italiano considera que obras como esta, con su “abstracción extrema”, ayudan a que el público de hoy pueda “distanciarse de la realidad que le rodea y le encadena a diario y así tomar distancia de los conflictos que vivimos para redescubrir los dramas universales que tratan del alma humana, no de nuestras mediocridades concretas que son objeto de las grandes o pequeñas pantallas que dominan nuestros días. El arte y la cultura deben reclamar su condición de independientes de cualquier otro medio expresivo. Alcina nos permite este ejercicio de libertad absoluta gracias a la abstracción que propone su libreto: es la oportunidad perfecta para un experimento sobre los límites modernos del arte abstracto”. Todo ello bañado de un esteticismo en estado puro, con una escenografía impactante, mayormente en blanco, negro y rojo, colores con los que Poda juega habitualmente para representar conceptos como la pureza, lo maligno y la autoridad, la pasión y la violencia.
Las óperas de Händel demandan un canto de calidad. El público de la época iba a gozar de las proezas vocales de los protagonistas que debían brillar para garantizar el éxito de la obra. Se posee mucha información de lo que fue la vocalidad del barroco tardío. Se trataba ya de bel canto, con virtuosismo y pirotecnia, pero también de un canto sentido, de lamentos introspectivos llenos de sensibilidad. “En Lausana tendremos a uno de los poquísimos –quizás al único– contratenor que puede acercarnos a la voz de los castrati”, asegura Fasolis en referencia al cantante argentino Franco Fagioli, quien recreará el personaje interpretado en el estreno por el gran Giovanni Carestini. “Hoy no pueden existir representaciones auténticas en las que el disfrute de la música sea similar al de un teatro del siglo XVIII. Sin embargo, podemos ofrecer interpretaciones respetuosas en la ejecución, el sonido, el sentido y el significado del texto, del cual nos ponemos al servicio”, remarca el maestro.
Alcina es una ópera en la que existe un contraste evidente entre lo mágico y lo real. “Este aspecto dual es fundamental en esta obra”, apunta Stefano Poda. “Cada uno de los personajes vive en la ilusión, es decir, en un precario equilibrio entre la verdad y la mentira… Es un juego de dobles y correspondencias: incluso la naturaleza muestra una doble cara, hechizada por Alcina o abandonada a su realidad. La magia es el mecanismo que conecta cada extremo con su opuesto, sin que la verdad se manifieste claramente”. Con todo ello es inevitable que surjan interrogantes ante las relaciones y declaraciones de amor. ¿Son reales o fingidas? La belleza de Alcina ¿es el resultado de sus hechizos? “En el fondo, la magia es un concepto que se utiliza para explicar todo lo que la ciencia no puede justificar… La mayoría de las acciones que realizamos a diario (por ejemplo, encender una lámpara) deberían parecer pura magia para alguien de la época de Ariosto o de Händel… Quizás nuestra bruja se encuentra en un estado de conciencia y desarrollo más avanzado que los demás: su error es aprovecharlo para poner en marcha malas intenciones”, prosigue Poda. “Alcina se mueve en un mundo etéreo en el que la luz brinda alma a los elementos físicos que sin ella serían meros objetos… Su contrapartida será la música de Händel. En Alcina cada elemento que se ofrece al público debe estar relacionado con todos los demás, como si fuera un sueño en la cabeza de uno de los personajes”, asegura Poda dando pistas sobre su concepto dramático.

Lenneke Ruiten
La soprano holandesa Lenneke Ruiten, quien cosechó un éxito personal en este mismo teatro como Lucia di Lammermoor (2017), describe a Alcina, su personaje, como una hechicera “muy sensual que siempre está a la caza de un nuevo amante. Hay un juego de seducción y de encantamiento con ellos hasta que se le acaba la pasión (sexual), que es cuando los convierte en una pieza de su colección de placer. Para mí es evidente que, hasta el último momento de esta ópera, ella tiene un carácter sediento de poder y despiadado. Pero me interesa más su faceta de mujer. Hay muchos sentimientos humanos en sus arias y creo que realmente ama a Ruggiero. Sus emociones van del amor a la sospecha, la tristeza, la ira, la generosidad, la súplica y el remordimiento. La combinación y la diferencia entre su lado humano e inhumano hacen que el papel sea muy interesante”, apunta.
Mulán sí, no Blancanieves
Junto al Ruggiero de Franco Fagioli, un referente en este repertorio, tal y como explica Diego Fasolis –ver despiece al final del artículo–, estará el Bradamante de Marina Viotti: “Me encanta este personaje y que sea una mujer la que decida ir a salvar al hombre que ama, a recuperarlo. Y que, para ello, se disfrace de guerrero. ¡Esto es inusual!”, declara la mezzosoprano suiza. “De hecho, de pequeña no quería ser una princesa sino una amazona o una valquiria, o incluso un caballero. Prefería a Mulán que a Blancanieves. Por eso me siento muy cerca de Bradamante, y este lado de mujer fuerte y travestida se refleja en la partitura, ya que la tesitura es bastante grave, con muchas frases musicales muy imperativas y coloraturas flamígeras”, concluye.
Lenneke Ruiten no solo es una enamorada de su personaje, Alcina, sino de la propia dramaturgia de la ópera. Considera que, dado que en casi todos los diálogos uno o varios personajes fingen ser diferentes entre sí o distorsionan la verdad cuando se comunican, “el mejor momento para mí es el enfrentamiento entre Alcina y Ruggiero en el tercer acto, cuando ella demuestra que lo sabe todo y ante él no puede evitar confesar la verdad y Ruggiero la abandona (‘Molestissimo incontro’). Es un encuentro breve y muy doloroso en el que Alcina admite su verdadero amor por él y en el que él dice que añora a su prometida y su deber es estar en otro lugar”.
Vocalmente la obra representa “un reto” para los roles protagonistas, apunta Marina Viotti, “porque tienes que ser capaz de cantar esas notas tan graves sin usar demasiado el pecho para no agotarte (la ópera es larga), y al mismo tiempo pasar por sobre la orquesta, por lo que debes encontrar un equilibrio”. Lenneke Ruiten asegura que el papel de Alcina exige del intérprete “una buena base técnica para garantizar que siga siendo dramáticamente interesante durante toda la representación. Todas las arias son muy diferentes y requieren dominio de la coloratura, hay que trabajar el color de la voz, los silencios y la actuación para que queden claros los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa el personaje”, aclara. De hecho, en Händel subyace una perfecta alternancia entre el interés propiamente musical y la preeminencia del texto. El elemento expresivo más común con que el personaje muestre su intimidad es el aria, aunque su uso se diversifica en cinco fórmulas distintas, como son la propiamente da capo –la más usual–, la bipartita, la monotemática, la arietta y el airoso. En contraste y cumpliendo con otra función, el compositor utiliza como medio para revelar las intenciones del personaje el recitativo habitualmente secco. Para Marina Viotti, su reto tanto a nivel musical como del perfil del papel de Bradamante es el de “no parecer que está siempre enfadada, hay que encontrar matices, diferentes formas de declamar los recitativos… Por otro lado, la coloratura ayuda a ello, y me despierta, ¡estoy disfrutando los ensayos!”.

Juan Sancho
Para el tenor español Juan Sancho, a cargo del personaje de Oronte, “un antiguo amante de Morgana”, según explica, el suyo es un rol muy especial ya que es “el único ex a quien se le ha permitido mantener su forma humana después de haber sido seducido por la hermana de Alcina. Morgana exime a Oronte de ese fatal destino, pero en contrapartida lo conserva como siervo, y éste es testigo de todas las conquistas de Morgana, a quien todavía ama”. En definitiva, se trata de un personaje “que acepta vivir una vida en la que ve a diario, y con repugnancia, cómo su amada se comporta como una depredadora con los hombres que llegan a su isla y, a su vez, lo acepta con complicidad porque espera que algún día ella vuelva a quererle”.
Precisamente, esta dicotomía entre la manipulación y los sentimientos verdaderos es la que percibe la soprano lausanesa Marie Lys, la intérprete de Morgana. “Se pasa por emociones muy humanas con las que toda mujer (¡y hombre!) puede identificarse”, asegura. El suyo es un papel exigente, “ya que es muy agudo, más aún cuando se canta con la afinación moderna, como se hará en Lausana, es decir, un semitono más alto que en la época de Händel”. Con todo, Morgana –y más allá de las pirotecnias vocales de la conocida “Tornami a vagheggiar”, que despertó los celos de la Alcina del estreno, Anna Maria Strada del Po, por el éxito de la Morgana de Cecilia Young y que hizo trasladar el aria a su personaje– es un rol que desplega una rica amalgama de sentimientos –amor, desprecio, deseo, arrepentimiento–, como sucede en “Ama, sospira, ma non t’offende”. Lys, que en menos de un año habrá cantado en las tres óperas de la tríada épica händeliana (Orlando, Arodiante y ahora Alcina), considera al compositor como uno de sus favoritos. “Se nota en su escritura que conocía muy bien las voces y que quería que sus cantantes se sintieran cómodos en sus papeles. Para mí, cantar Händel es como volver a casa después de un largo viaje; encontrar mis olores, mis costumbres y mi comodidad”.
Juan Sancho, respecto de Oronte y su vocalidad, considera que “bajo el paraguas de tenor en el canto de la época nos referimos tanto a los cantores que había en las catedrales como a ciertos baritenores de la ópera del siglo XVII, a los haute-contres, a los tenores de la tradición napolitana y a los de la escena londinense. Todos estas tipologías eran tan increíblemente dispares, que es difícil hablar del tema sin incurrir en imprecisiones. Si hablamos de los tenores específicamente händelianos, y más concretamente de su música escénica ya que en muchos de sus oratorios los tenores son los protagonistas, es cierto que el tenor tenía un papel secundario con respecto a la principal figura masculina de la escena operística en Inglaterra, Italia o España, que era el castrado”.
El tenor español es un especialista en el repertorio, en el que se siente muy cómodo porque, afirma, “la música barroca es la que siento como más mía; pero más que considerarme un tenor barroco, yo me siento un cantante históricamente informado, es decir, un intérprete que tiene un acercamiento a la obra musical basado en el estudio de los tratados históricos y de las fuentes originales”.
Orquestación händeliana
Capítulo aparte merece la música instrumental de Alcina. Händel dispuso de una orquestación habitual –cuerda, dos oboes, fagot y continuo– siguiendo los cánones franceses. También aparecen dos flautas, dos trompas y percusión, cuya presencia está relacionada con los grandes momentos dramáticos o de magia. La obertura, de carácter ternario y hecha a la manera de Lully, las danzas que cierran el primer acto y abren el segundo, la curiosa batalla entre pesadillas y sueños, la sinfonía inicial del tercer acto y el habitual ballet final evidencian la excelencia de un trabajo instrumental al servicio de la expresión teatral. Por ello, uno de los alicientes de esta producción es ver a Diego Fasolis ante la Ochestre de Chambre de Lausanne (OCL), ya que en este repertorio raramente dirige otras formaciones que no sean sus I Barocchisti. “Acepté porque la OCL es un conjunto maravilloso que tiene un espíritu y un cuerpo raro y brillante y la capacidad de profundizar en los repertorios del pasado incluso con instrumentos modernos. Nuestro entendimiento después de muchos años de éxito común es profundo y amistoso”.
Varios de los solistas vocales ya habían debutado en la Opéra de Lausanne. De hecho, para Marie Lys y Marina Viotti es como volver a casa. “Este teatro fue mi primer escenario como solista, por lo que significa mucho para mí y al que estoy muy unida emocional y profesionalmente”, afirma Viotti. “Éric Vigié fue el primero en creer en mí y en darme una oportunidad, y eso es algo que nunca olvidaré. Además, siempre me sorprende la calidad de este teatro, sus repartos, las producciones, los equipos técnicos. Siempre están a la cabeza, profesional y artísticamente”.
Como máximo responsable de todo lo que sucede en escena –dirección, escenografía, luces, coreografía–, Stefano Poda apunta que esa unidad del discurso artístico le permite, desde que comenzó su carrera, “ser libre para reconstruir un mundo lo más coherente posible. Mi estilo de trabajo es bastante atípico, pero es el único con el que me siento capaz de ofrecer un resultado sincero”. Para el regista italiano existe una relación íntima entre la escenografía y la iluminación. “Van siempre juntas, viven la una para la otra”, dice. “La puesta en escena te brinda la posibilidad de crear un mundo paralelo, puramente espiritual, que proporciona un escape de la vida cotidiana. Tras años de investigación sobre la luz, la escultura, el vestuario, el cuerpo en movimiento y la palabra, he desarrollado un código de representación plástica que me ayuda a darle a la música una dramaturgia. La ópera es como una patria perdida que muestra un espejo de lo que somos sin formar parte de una secuencia lógica o realista de acontecimientos. También es una forma de dejar de lado las exigencias de una razón que tiene que dar sentido a todo. La música aquí pretende ser un acto de purificación para la mente y los ojos, una concentración en lo esencial”, concluye.– ÓA
Éric Vigié: “Händel está en nuestro ADN”
Todos los teatros del mundo han sufrido y están sufriendo los efectos de la pandemia. La Ópera de Lausana tuvo que cerrar por completo sus puertas hasta el inicio de esta temporada. Para su máximo responsable, Éric Vigié, esta nueva producción de Alcina “es uno de los proyectos más importantes después de estos meses sin actividad”.

Eric Vigiè
En esta nueva producción está trabajando el equipo artístico codo con codo con Vigié, ya que, afirma, “siempre intentamos construir con todos los implicados –director de escena, cantantes, director musical– una versión que tenga sentido dramático. Hay partituras barrocas que parecen una competición vocal sin que haya una verdadera trama. Por eso hay que ir a lo esencial, a una dramaturgia consistente para todo y, sobre todo, para el público”. Esta nueva Alcina, en todo caso, forma parte una tradición arraigada: “¡Händel y el Barroco está en nuestro ADN!”, apunta el director francés, y él sabe bien de lo que habla al contar ya 18 años frente a uno de los coliseos más importantes de Suiza. Para el gestor del teatro del cantón Vaud, para esta “propuesta artística excepcional firmada por Stefano Poda –que será espléndida e innovadora, como siempre–, contamos con un maestro como Diego Fasolis que inyecta una energía muy potente a la partitura junto a un reparto de altísima calidad”. Sobre la evolución de la temporada ante la situación actual, Éric Vigié considera que, por el momento, el público les ha apoyado con lealtad, “ya que en Lausana no ha habido un repunte de contagios. Los asistentes salen entusiasmados y siguen la temporada con placer”. * A. G.
Franco Fagioli y su virtuosismo
El contratenor argentino causa sensación por donde pasa. Y no es para menos, ya que posee una espectacular técnica, variedad tonal y una amplia tesitura, siendo un experto en papeles escritos para castrati. Ha trabajado con Harnoncourt, Jacobs, Minkowski, Muti, Rousset, Haïm, Fasolis o García Alarcón, entre muchos otros.

Franco Fagioli
En julio de 2015 se convirtió en el primer contratenor de la historia en ser contratado por Deutsche Grammophon. Con Ruggiero, uno de los roles icónicos, vuelve a la Opéra de Lausanne, personaje de una obra que, considera, “musicalmente muestra toda la genialidad de Händel y, además, la estrecha colaboración que hubo entre el compositor y sus cantantes. En Ruggiero podemos apreciar la vocalidad que tenía Carestini en los diferentes affetti y en arias guerreras o melancólicas y, especialmente, en unas arias un poco burlonas. Esto se ve al inicio de la obra, cuando Ruggiero está un poco turbado por el hechizo de Alcina. Dramáticamente creo que es una obra maravillosa que muestra la universalidad del drama humano”. Para Franco Fagioli, los bellos momentos de su personaje “aparecen ya en el desengaño de Ruggiero, cuando ve la realidad y no a través del hechizo que obraba en él. Vuelve a lo que es la realidad de su vida pasada. En ‘Verdi prati’, un aria tan famosa, hay colores que a mi modo de ver tienen una especie de melancolía, pero al mismo tiempo mucha verdad, que es cuando se despide del hechizo. ‘Sta nell’Ircana’, en cambio, le muestra como el guerrero que de alguna manera se prepara para combatir contra esa magia”, concluye. * A. G.