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ÓA 251 (II): Intermezzo, coros a la carta. Premio ÓPERA ACTUAL a una institución

Jon Plazaola: “Somos un rompehielos que tiene claro dónde quiere llegar”

01 / 11 / 2021 - Gema PAJARES - Tiempo de lectura: 12 min

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Plazaola Intermezzo Jon Plazaola (Intermezzo coros a la carta) © Intermezzo
Intermezzo Joan Plazaola Jon Plazaola © Intermezzo

Intermezzo, coros a la carta, y su fundador y director, el empresario y tenor Jon Plazaola reciben el Premio ÓPERA ACTUAL 2021 por su labor como compañía pionera en España en servicios de refuerzo a coros de teatros y auditorios españoles. fundada en 2004, Intermezzo ostenta la titularidad del aclamado Coro del Teatro Real de Madrid, al que desde este curso se suma el de la Ópera de Oviedo. Siempre a la vanguardia, la empresa líder en contratación en el mercado de la lírica del país, ahora está en pleno proceso de digitalización.

Jon Plazaola es vasco. Ya pasa de los 50 y le queda todavía mucha tela que cortar. Puede presumir de estar al frente de una empresa única en España y también en Europa, Intermezzo, Premio ÓPERA ACTUAL 2021, radicada en Astigarraga (Guipúzcoa), donde tiene su centro de operaciones. ¿Cómo la definiría? “Como una realidad sui generis. Yo diría, para que se entienda de manera gráfica, que es un extraterrestre en la Tierra o un terrícola en Marte”. Cuenta que aún hay programadores en algún teatro de ópera de Europa que no se creen lo que hace, porque les parece marciano. Todo concuerda.
La idea surgió en 2004 (el 30 de junio de ese mismo año firmó las escrituras de Intermezzo) y salió, como no podía ser de otra manera, de un escenario. Cantaba Plazaola un Don Ramiro de La Cenerentola y se quedó colgado y sin coro a poco de acabar el ensayo y en mitad de un aria porque llegó la hora y los miembros del coro recogieron sus partituras e hicieron mutis. El director, Riccardo Frizza, fue testigo. “Y al ver aquello se me ocurrió montar una empresa que pudiera salvar ciertas circunstancias, como la que yo había vivido, en los coros profesionales de ópera, es decir, que ofreciera refuerzos”. Al tiempo facilitaría la labor de producción de los propios teatros. Intermezzo nació como una compañía distinta en el entorno de los coros profesionales. Conviene aclarar que no es un coro, sino múltiples: festivales, auditorios y programadores pueden contratar sus servicios a la carta, según las necesidades del programador.
Desde la oficina central vasca y con su personal en Madrid, Oviedo o Barcelona, el engranaje se pone en marcha. Es un equipo de profesionales el que realiza todo el proceso desde el momento en que se solicita un servicio. Comenzando por el departamento de administración, hasta los inspectores (in situ), se trata de un engranaje que gestiona la selección de los intérpretes –desde las audiciones y la elección de los cantantes apropiados para cada obra– hasta el momento en que –una vez concluido un espectáculo–, el último corista se va a casa. Audiciones, selecciones, contrataciones, entregas de partituras, ensayos, pruebas de vestuario, gestión de ensayos, coordinación de los mismos, control de horarios, relación con los teatros… Intermezzo se encarga de todo. Dice Plazaola que el manejo no es tarea baladí: “Es un lío tremendo, pero tengo la inmensa suerte desde el principio de estar acompañado por los mejores”. Y rectifica con orgullo: “No somos un equipo, somos un equipazo que trabaja con sus protocolos de gestión y en el que todos nos sentimos integrados. Cuando nos contactan contestamos una llamada o un correo y damos una solución lo antes posible porque nadie está para perder el tiempo. En Astigarraga el personal trabaja de 8 de la mañana a 6 de la tarde en turnos, con lo que siempre hay alguien que te puede atender”, explica. Plazaola habla con admiración de esta “cuadrilla de amigos”, como los llama, que se reúnen una vez al año para pasar tres días en lo que llama “la gamberrada”, lejos de móviles y pantallas de ordenador, o alrededor de una mesa cada 28 de diciembre. Sus máximas son la rapidez y la flexibilidad y son especialistas en resolver problemas de última hora. Dejando la pandemia a un lado, el número de contrataciones va creciendo desde 2015.
Plazaola disfruta viendo los números y comparando que aquel proyecto sui generis funciona y da trabajo a un montón de gente en el ámbito de la lírica. Las cifras no engañan: en 2015 hicieron 150 funciones y se contrató a 364 cantantes; un año después el número de funciones aumentó a 191 y las contrataciones a 554. En 2017 la empresa registró 216 funciones y 340 contratos; en 2018, 191 funciones y 543 contratados; en 2019 se montaron 154 funciones y 466 contratados; el año siguiente, pandemia mediante (y con la cultura encerrada en casa), la cifra de funciones descendió a 82 y 198 el número de contratados. Este año se han duplicado tanto las funciones (185) como el personal contratado (329).
Nunca esperó el tenor llegar donde está. Haber sido cocinero antes que fraile jugó a su favor: “Por mi condición de cantante mi conocimiento de los directores artísticos de la mayoría de los teatros españoles era alto, así que pensé que la idea iba a funcionar. Yo me tiro a cualquier charco”, asegura. Cuando Antonio Moral era director artístico del Teatro Real Plazaola ofreció su empresa de refuerzo. Y Moral le derivó a la Orquesta Sinfónica de Madrid, titular del foso. “En 2009 el Real no renovó con el coro de la OSM y me pidieron uno para cada producción, vamos, un coro a la carta”, recuerda. Y lo hizo.

Coro Intermezzo El Coro Intermezzo en 'Peter Grimes' en 2021 © Teatro Real / Javier DEL REAL
Coro Intermezzo Peralada El Coro Intermezzo en 'Madama Butterfly' en Peralada (2017) © Festival Castell de Peralada
Coro Intermezzo Oviedo Coro Intermezzo en 'Nabucco' en 2021 © Ópera de Oviedo

Las mejores condiciones

Tiempo después salió el concurso público para el coro titular del Real que ganó el Coro de la Comunidad de Madrid, que renunció a ello. Se optó entonces por la entidad que había quedado en segundo lugar: Intermezzo. Así pasó a convertirse en el titular del coliseo: “Es la joya de la corona”, dice con orgullo. Desde este año también Intermezzo es el Coro de la Ópera de Oviedo, “Una joyita chulísima. Le tengo especial cariño porque con ellos he cantado bastante y porque el primer refuerzo que hicimos fue en una Aida precisamente allí. Después vino La Gazzetta de Dario Fo en el Liceu. Y desde entonces no hemos parado”. A parte de estos dos teatros, ¿no se perfila un coro estable en un tercero? Adelanta que ha habido conversaciones, pero que los tiros no apuntan a Valencia. Y la internacionalización, ¿para cuándo? “Ahora quiero actuar con prudencia, no se trata de hacer por hacer y meternos en una empresa que no hayamos pensado previamente. Siempre lo he tenido en la cabeza, pero ahora tenemos, afortunadamente, un montón de trabajo. Intermezzo es un buque rompehielos que tiene clarísimo cuál es su objetivo y dónde quiere llegar. Quiero dar el mayor trabajo posible en las mejores condiciones y con buen trato. Tenemos los mimbres para poder ayudar a otros teatros. Y eso es lo que hacemos desde 2004”.
Este vasco que se define como “pasional”, busca la excelencia como premisa y base, “que el producto final sea excelente. Somos una de las empresas de gestión cultural que más contrataciones realiza. Nuestro valor son los coristas. Si ellos lo hacen bien, y de eso nos encargamos nosotros, esto funciona”, señala. Otra confesión: no le gusta perder ni a las canicas. Y una tercera: las tecnologías y él se llevan, pero cada uno en su espacio, lo que no impide que, con el parón de la Covid aprovecharan para dar un impulso a la digitalización: “Era el momento oportuno”, comenta. Ahora, cada corista tiene su iPad y un correo corporativo en el que recibe información, así como una App propia de Intermezzo con editor de partituras, planning de trabajo, horarios, libreto. El corista puede, además, editar las partituras. Y a cada uno se le hace llegar un karaoke con la música para que el cantante ponga la voz y así se les pueda evaluar y señalar las posibles carencias: “El corista llega ya con todo aprendido, lo que facilita infinitamente el trabajo y así conseguimos que el producto que presentemos sea excelente, aunque nos signifique muchas horas de trabajo”. Un “corazo”, dice, que se asemeja a un Ferrari, el mejor, “y procuro ir rejuveneciéndolo, cambiarle los inyectores cuando lo necesite… La media de los coristas es de 34 años. Y doy fe de que están muy bien preparados. Están elegidos por la empresa, y de eso, algo sabemos”. ÓA


 

Amor por el escenario

El ordenador, que es hoy la oficina virtual de todo profesional, rastrea una imagen. Se resiste a aparecer escondida, quizá entre carpetas, pero acaba por dar la cara. Año 2011, Teatre del Liceu. Anna Bolena. Jon Plazaola posa junto a Elina Garanca. En otra de las fotografías aparece el equipo al completo de aquel título de Donizetti que se representó por primera vez en el coliseo barcelonés en 1847. Edita Gruberova, Simón Orfila, José Bros, Carlo Colombara… “Han pasado ya diez años”, comenta Jon Plazaola. Gregory Kunde también se deja ver en otra imagen: él se encargó de sustituir a Bros en alguna función de esa Bolena que no olvida. Se nota que el empresario, que no ha dejado nunca de ser cantante, añora subir nuevamente a las tablas y sentir el calor que llega desde el patio de butacas: “Echo mucho de menos el escenario. Si me pregunta por ello me toca la fibra. El precio que he pagado por tener esta empresa es dejar de cantar”, cuenta con cierta melancolía. Este año se cumplen 25 de su debut. Lo recuerda como si fuera la tarde de ayer: Fue El caserío, de Guridi en el Teatro Victoria Eugenia y yo hacía el José Miguel. Era el año 1997”. ¿Volverá a cantar? “Si alguna vez me ofrecieran un secundario, lo haría encantado. Y entre los teatros me gustaría muchísimo hacerlo en La Zarzuela, donde no lo he hecho. Ya lo he hablado con Daniel Bianco alguna vez. Pero apenas me queda tiempo y el estudio de una partitura y de un personaje sería un problema. Pero, ¿Quién dijo miedo?”, se pregunta Plazaola. ÓA