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ÓA 241: Cecilia Bartoli regresa con 'Queen of Baroque'

“La pandemia nos ha expuesto a todos a una situación sin precedentes”, afirma la mezzo romana a ÓA que presenta nuevo disco

01 / 12 / 2020 - Pablo GALLEGO - Tiempo de lectura: 5 min

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Cecilia Bartoli Portada con Cecilia Bartoli (revista Nº 241 diciembre 2020) © ÓPERA ACTUAL
Cecilia Bartoli La mezzosoprano romana Cecilia Bartoli © Decca / Uli Weber

Soñó con ser bailaora de flamenco, pero un talent show televisivo y la llamada de monstruos como Karajan o Barenboim inclinaron de forma definitiva la balanza vital de Cecilia Bartoli hacia la lírica. Artista siempre en busca de un nuevo desafío, vuelve a la palestra con un disco cuajado de joyas del barroco, por si alguien dudaba de a quién pertenece el trono.

La naturaleza dual que la astrología asocia a los nacidos bajo el signo de géminis se ajusta como un guante a la figura de Cecilia Bartoli. Una mitad es la mezzosoprano, de corazón italiano y mente suiza, que ha cimentado su carrera en la ortodoxia mozartiana y los fuegos de artificio de Händel y Rossini. La otra es la gestora que comanda el Festival de Salzburgo en Pentecostés, que ha creado el conjunto barroco Les Musiciens du Prince-Monaco y que, a partir del 1 de enero de 2023, será la primera mujer al frente de la Opéra de Monte-Carlo.

En medio se podría situar su faceta musicológica. Esa que, como ella misma ha explicado en diferentes ocasiones, le impulsa a seguir los pasos de uno de sus maestros, Nikolaus Harnoncourt, y buscar en bibliotecas e iglesias “obras perdidas del barroco” que saca a la luz periódicamente con su voz. La explosión comenzó con Vivaldi, hasta llegar a álbumes que aunaron profundidad musical y gancho mediático, como Opera proibita, con música censurada por la iglesia romana a principios del siglo XVIII; o Sacrificium, que incluyó once estrenos mundiales de arias barrocas cantadas originalmente por castrati. Trabajos capaces de competir en la lista de ventas con las estrellas del pop. Muchas de ellas han desaparecido del panorama, pero Bartoli sigue en la brecha, dispuesta ahora a reinar en el streaming y las plataformas digitales, copar las ventas navideñas y contribuir al papel jugado por la cultura durante el confinamiento y la pandemia.

La cantante reflexiona para ÓPERA ACTUAL respecto de la Covid-19 y de su impacto en el mundo de la ópera. “La pandemia nos ha expuesto a todos a una situación sin precedentes: durante el verano pasado los promotores y los artistas han tenido la oportunidad de mostrar cuánto es necesario el arte en nuestra sociedad. Hemos sido capaces de generar una nueva energía, ser creativos y al mismo tiempo saber protegernos a nosotros y a nuestro público. El arte y la música en particular necesitan del público para poder sobrevivir. A pesar de las dificultades actuales sigo pensando en que todos juntos vamos a salir de esta crisis y el arte volverá a triunfar”.

Mirar hacia atrás le permite, en cierto modo, sacarse la espina de no contar con estrenos actuales. “Lo admito, me dan cierta envidia los cantantes de los siglos XVIII y XIX, porque hoy no tenemos ese tipo de relación con los compositores”, ha reconocido. “Porpora compuso para Farinelli, Mozart lo hizo para Nancy Storace, Isabel Colbrand fue la musa de Rossini y Händel dedicó su genio a Senesino, pero yo no he podido vivir esa experiencia”.

Cecilia Bartoli pudo haber terminado en otro tipo de escenario. Su primera pasión fue ser bailaora de flamenco, pero al final siguió los pasos a sus padres, Silvana Bazzoni y Pietro Angelo Bartoli, también cantantes. Aún siendo estudiante una cadena italiana acudió a su conservatorio, la prestigiosa Academia Nacional de Santa Cecilia, para buscar caras nuevas que participasen en un talent show. Al otro lado del televisor la vieron monstruos como Barenboim o Karajan, que le ofrecieron trabajar con ellos. Fue en ese momento cuando comenzó a tomarse en serio eso del canto.

Cecilia Bartoli Cecilia Bartoli en Semele de Händel © DECCA
Portada del Cd 'Queen of Baroque' protagonizado por Cecilia Bartoli © DECCA

39 años después de que el mítico director austriaco crease el Festival de Salzburgo de Pentecostés, como buena pionera, la mezzo romana se convirtió en la primera mujer en dirigirlo, cargo al que llegó en 2012 (el año pasado renovó hasta 2026). Es en este Festival, junto con la Ópera de Zúrich, donde programa e interpreta las contadas óperas escenificadas que pueden encontrarse en su agenda. De nuevo la dualidad intérprete-gestora. Allí ha sido Cleopatra, cantado los roles principales de La sonnambula, Norma y Cenerentola, o puesto en marcha el primer musical que levantó el telón en el  Festival, West Side Story. “Necesitamos atraer nuevas audiencias”, sentencia.

Sus ideas y sus iniciativas en la gestión la convertirán en 2023 en la directora de la Ópera de Montecarlo, cargo que combinará con el que ostenta en la ciudad natal de Mozart. “Llevo en la dirección artística del Festival de Pentecostés de Salzburgo desde 2012. En estos años he tenido el privilegio de programar este certamen que forma parte del fantástico Festival de Salzburgo: ha sido un gran placer poder reunir a los mejores artistas con los que he colaborado a lo largo de mi carrera y compartir con nuestro público el entusiasmo que significa hacer música en las mejores condiciones. La dirección de la Opéra de Monte-Carlo es un nuevo reto: una vez más seré la primera mujer en el cargo. La Opéra Garnier del Principado de Mónaco es una verdadera joya de sala, con una gran historia; desde sus inicios ha cultivado una relación importante con grandes cantantes, empezando por el mismísimo Enrico Caruso. Estoy muy ilusionada con este proyecto y ya tengo mil ideas que me gustaría realizar en los próximos años”.

Su empeño por profundizar en zonas oscuras del repertorio dificulta establecer una comparación directa con cualquier otro artista contemporáneo. Sus giras han recalado en España en numerosas ocasiones. Con Les Musiciens du Prince-Monaco habría vuelto este año a la temporada del Centro Nacional de Difusión Musical y al Palau de la Música Catalana, si la crisis sanitaria lo hubiese permitido.

Bartoli siempre ha sido extremadamente cuidadosa con su voz, seleccionando solo aquellos trabajos que siente “que encajan”, y marcando su propia agenda –tanto en fechas como en obras y teatros–, para desarrollar proyectos musicales propios. En activo desde 1987, “no voy a retirarme pronto”, advirtió en una entrevista promocional en el Festival de Edimburgo, porque “como Pavarotti, solo gasto el interés, nunca el capital”. La cantante, que colecciona objetos que pertenecieron a María Malibrán, tampoco escapa a lo trucos y costumbres particulares de muchos colegas de profesión. En su caso, el arma secreta son los bombones de grosella negra que toma antes de cantar o cuando siente “algo” en su instrumento. “Si los tengo conmigo me siento protegida”, asegura.

Tras más de 30 años de carrera, es ahora cuando Cecilia Bartoli afirma tener una técnica absolutamente sólida. “La voz es un instrumento frágil, y hoy puedo hacer con ella mucho más que hace veinte años, porque conozco y controlo mi instrumento mejor y he ganado capacidad de resistencia. Al cantar tratas de convertirte en el personaje, evidentemente lo que has vivido, lo bueno y lo malo, te ayuda, pero al final todo depende de tu sensibilidad. Creo que cantar es pintar con la voz. Soy como un pintor, y ahora lo hago mejor porque tengo más colores en la paleta”.

Queen of Baroque

En su nuevo album, Queen of Baroque, incluye obras grabadas a partir de 1993 y piezas inéditas de Leonardo Vinci y Agostino Steffani. “Queen of Baroque es un amplio recorrido por algunas de las arias más bellas del barroco que he grabado a lo largo de mi carrera. Hemos hecho la recopilación a la manera de un pasticcio, una forma de componer veladas operísticas muy al uso en la época barroca. Se trataba de reunir una serie de arias de gran éxito de varios compositores, y de darles una continuidad con fuertes contrastes entre melodías infinitas y preciosas y otras arias de bravura que requieren un gran virtuosismo. También hemos querido incluir algún que otro dueto con alguno de mis amigos artistas. “E l’honor stella tiranna” fue escrita por Steffani a quien he dedicado el proyecto Mission en 2012. El aria son verdaderos fuegos artificiales de coloratura. El aria de Vinci fue compuesta para el joven castrato Giuseppe Appiani y también es muy virtuosa”.

La reina ha vuelto. Larga vida a la reina. (ver crítica completa del CD en este enlace) ÓA