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ÓA 239: (I) El Liceu de Barcelona y su nueva temporada 2020-21

George Benjamin y el desafío de escribir ópera

01 / 10 / 2020 - Lourdes MORGADES - Tiempo de lectura: 7 min

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Benjamin George Benjamin dirigiendo en el Liceu de Barcelona su segunda ópera 'Written on Skin' © Gran Teatre del Liceu / Antoni BOFILL
Escena de la ópera 'Lessons in Love and Violence' © Royal Opera House

La temporada operística 2020-21 del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, que arranca en octubre con Il trovatore y Don Giovanni, llegará a uno de sus puntos culminantes en febrero cuando su escenario acoja el estreno en España de Lessons in Love and Violence, la tercera ópera del británico George Benjamin, el compositor más relevante de su generación.

Durante su infancia, George Benjamin (Londres, 1960) imaginaba óperas con historias extraídas de un libro sobre mitos que solo él escuchaba en su cabeza, pero pese a su inmenso talento como compositor, no se atrevió a abordar el género lírico hasta pasados los 45 años, cuando ya incluso había aceptado que jamás escribiría una ópera. Actualmente, con tres títulos estrenados, la obra de cámara Into the little Hill (2006), Written on skin (2012) y Lessons in Love and Violence, Benjamin ha conseguido algo que muy raramente se da en la ópera contemporánea, que sus obras se repongan y que se hagan en nuevas producciones.

Benjamin es un compositor singular, no solo por su personal estilo musical, sino por el hecho de que sus obras tienen un gran éxito aunque sea poco prolífico. De hecho, en la última década ha escrito solo cuatro horas de música, tres de ellas correspondientes a Written on skin y Lessons in Love and Violence; pese a ello, esas cuatro horas suponen un incremento de su productividad cinco veces superior a la década anterior. Así pues, es la ópera el género que estimula a Benjamin a escribir.

El compositor comenzó a estudiar música a los siete años después de ver Fantasía de Walt Disney. En el instituto escribió música para las obras de teatro que se representaban y a los 16 años se convirtió en alumno de Olivier Messiaen. Una vez al mes viajaba a la capital francesa para asistir a sus clases en el Conservatorio de París y cuando en 1977 se graduó en el instituto, se instaló un año en la capital francesa. De aquella experiencia contó: “El mundo parecía brillar incandescente cuando estaba en aquella clase; era un paraíso de civilización”. El maestro encaraba a sus alumnos con sus propias obras y con las últimas compuestas por Boulez, Lutoslawski o Ligeti, y les guiaba en el conocimiento de la historia de la música. En el ensayo que escribió en 2008 con motivo del centenario del nacimiento de Messiaen, Benjamin recordaba haber pasado 70 horas durante seis semanas analizando fascinado Pelléas et Mélisande de Debussy la ópera favorita de su maestro. Aquella etapa francesa le influyó y el mundo sonoro de Debussy, Ravel y Messiaen forma parte del ADN de su propio estilo musical.

En los años de adolescencia, George Benjamin ya era un talento musical que había trascendido las aulas. Faber & Faber, editora musical de sus obras, le persiguió para firmar un contrato de edición a los 16 años. El Festival Proms le encargó una obra, Ringed by the Flat Horizon, para estrenarla en la edición de 1980. Y después de pasar por la Universidad de Cambridge, a mitad de la década de 1980 regresó a París para hacer una estadía en el Ircam (Institut de Recherche et Coordination Acoustique/ Musique), fundado por Pierre Boulez.

Portada del DVD de su segunda ópera

La experimentación electrónica no fue plenamente satisfactoria. Las estéticas del postserialismo o el minimalismo americano, no atraían a Benjamin. Tenía 26 años, era un compositor alabado y de él se decía que no había nada que no pudiera hacer, pero lo cierto es que apenas componía nada. Su cabeza estaba llena música y de infinitas maneras de escribirla, pero esas mismas maneras suponían un freno. El lenguaje que había heredado no le satisfacía, ambicionaba escribir una obra de gran formato como una ópera, pero era un género denostado. Todavía debía encontrar su propia voz, su propio lenguaje.

La ópera le tentaba pero no hallaba la fórmula para hacer una ópera del siglo XXI; dudaba sobre la viabilidad real de la forma ópera. Anhelaba encontrar la solución para superar la artificialidad del género, a la vez que recelaba de compartir la creatividad con un desconocido. Pero en 2005 el musicólogo estadounidense Laurence Dreyfus le presentó al dramaturgo británico Martin Crimp, también músico, que toca el piano y el clavicémbalo.

Como Benjamin, Crimp dudaba de la viabilidad de la forma tradicional del género, pero aceptó que Benjamin le enviara la lista con 60 posibles temas para hacer una ópera que había apuntado a lo largo de dos décadas. Ahí estaba el cuento de El flautista de Hamelin, sobre el cual había intentado hacer una ópera cuando tenía 13 años. A Crimp le gustó la idea y recreó el cuento con dos voces, una soprano y una contralto, la primera representa la voz de los niños desaparecidos y la segunda, el lamento de las madres que los han perdido.

© Gran Teatre del Liceu
Una escena de 'Into the little Hill' la ópera de George Benjamin estrenada en los Teatros del Canal © La Veronal / Míriam RODRÍGUEZ
Benjamin 'Written on Skin' de George Benjamin en su paso por la Royal Opera de Londres © ROH

A George Benjamin le atrajo el uso del lenguaje por parte de Martin Crimp. Conciso, económico, imaginativo y directo. Y le gustó la idea de narrar la historia en lugar de representarla. Vio en la fórmula la manera de superar el muro que hasta entonces había sido una barrera infranqueable para él, la narración tradicional. Así nació Into the little Hill, la primera ópera de Benjamin y también su primera colaboración con Crimp. Se estrenó en noviembre de 2006 en la Opéra de París, en el Festival de Otoño, y desde entonces se han realizado más de cien representaciones en todo el mundo y diversas producciones.

Luego se atrevieron con una ópera de gran formato, Written on the skin, encargo del Festival de Aix-en-Provence sobre una historia trovadoresca del siglo XIII, Le coeur mangé, acerca de un terrateniente que contrata a un iluminador para que ilustre un libro a mayor gloria de Dios y de él. La mujer del terrateniente se enamora del iluminador y el marido lo mata, cocina su corazón y lo sirve a su esposa. De nuevo la historia se explica desde la distancia, a través de unos ángeles del siglo XXI. La obra se estrenó en 2012 en Aix y desde entonces se han ofrecido más de 130 representaciones en una veintena de teatros en seis producciones. En el Liceu y en el Real se ofreció en concierto.

Sin narrador

© Matthew LLOYD

El compositor británico George Benjamin

No le faltaron novios a su siguiente ópera, Lessons in Love and Violence, basada en la vida de Eduardo II, rey inglés del siglo XIV, que se estrenará el 26 de febrero de 2021 en España en el Liceu y que llegará a Madrid el 30 de abril. Ambos son coproductores de la obra junto a la Ópera de Holanda, la Staatsoper Hamburg, la Opéra de Lyon, la Lyric Opera de Chicago y el Covent Garden, donde se estrenó el 10 de mayo de 2018 (Crítica DVD Opus Arte). La obra explica la relación amorosa entre Eduardo y Piers Gaveston, un noble inglés de origen francés a quien el monarca otorga un prominente cargo judicial, además de los entresijos del poder y de la violencia en la corte.

A diferencias de las anteriores óperas, Crimp y Benjamin esta vez no se distancian de la representación tradicional de la obra con un narrador. Se lo pedía el argumento de Lessons in Love and Violence para evitar un exceso de manierismo, afirman, y la experiencia y seguridad proporcionada por sus anteriores colaboraciones les ha permitido abordar la obra sin prejuicios respecto a la forma.

Josep Pons, director musical del Liceu, dirigirá la ópera Lessons in Love and Violence en el Liceu y el Real. “Me lo pidió el compositor”, asegura. Pons fue el introductor de la música de Benjamin en España en 1991 con un concierto de sus obras interpretadas por la Orquestra de Cambra del Teatre Lliure. Le invitó cuando era director titular de la Orquesta Ciudad de Granada y en 2005 le programó una Carta Blanca en la Orquesta Nacional de España. “¿Qué me atrajo de George Benjamin? Todo. Era enorme, lo controlaba todo, la orquestación, la tímbrica. Es inmenso, como Debussy, como los grandes compositores. No tiene ni una obra menor”.  ÓA