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ÓA 236-237: Lise Davidsen: Una voz entre un millón
En todos los concursos que ha ganado el público se sintió fascinado al experimentar la presencia de una voz que está llamada a ser una de las más grandes del siglo
Lise Davidsen es un fenómeno en el mundo operístico actual. Su voz, generosa, potente, cálida y perfectamente centrada, está hecha a la medida del repertorio romántico alemán, y la ha convertido en la próxima figura del canto wagneriano de su generación. La entrevistamos en Londres antes de la pandemia de la covid-19.
Por Helena MATHEOPOULOS*
* Agradecemos a Opera Now la reproducción de esta entrevista aparecida en diciembre en la revista inglesa. www.operanow.co.uk
Nunca olvidaré la primera vez que oí la voz de Lise Davidsen. Fue en Operalia que en su edición de 2015 tuvo lugar en Londres. En el momento en el que la soprano, de 28 años entonces, abrió la boca, pudo oírse un murmullo muy audible entre los espectadores, que se volvían unos a otros con expresión de asombro. Oír una voz de estas características, de esa amplitud y con esta seguridad técnica no es frecuente en un concurso. Quedaba claro que estaba destinada al repertorio romántico alemán, y el hecho de ganar el primer premio no dejaba de ser una conclusión predecible.
Obtuvo también el premio Birgit Nilsson y el del público, y ese mismo año se haría con primeros premios en el Concurso Belvedere (Ámsterdam) y en el Queen Sonja (Oslo). En todos ellos el público se sintió fascinado al experimentar la presencia de una voz que está llamada a ser una de las más grandes del siglo.

Plácido Domingo junto a los ganadores de Operalia (Londres, 2015) Lise Davidsen y Ian Hotea
Tres años y varios debuts internacionales más tarde (incluyendo el rol protagonista de Ariadne auf Naxos de Glyndebourne en 2016) Davidsen cantó su primer Requiem de Verdi en el Covent Garden en 2018 con Antonio Pappano. No es exageración si digo que nunca, nunca, he oído esta parte cantada de manera tan perfecta y emocionante. La pureza de la línea vocal o los pianissimi perfectos me dejaron maravillada. Era no solamente una voz única, una de las más grandes oídas en mi larga experiencia musical, sino la de una artista sensible y verdadera. No fue desde luego una sorpresa el hecho de que poco después recibiera el Premio Gramophone 2018 a la Artista Joven del año.
Así pues, cuando nos conocimos para hacerle una entrevista en el despacho de su agente en el verano de 2019, poco antes del lanzamiento de su primer disco para Decca (las arias de Elisabeth en Tannhäuser y las Cuatro últimas canciones de Strauss, que en un par de meses se convirtió en el disco clásico más vendido), elegí empezar con una pregunta sobre esa inolvidable experiencia, sobre todo porque ella, nacida para la música de Strauss y Wagner, se enfrentaba con Verdi y, por tanto, con el repertorio italiano. “Cada vez que te acercas a un nuevo compositor te enfrentas a un nuevo estilo musical, lo que significa entrar en contacto con una mundo nuevo y distinto. La escritura de Verdi para la voz es muy especial porque él entendía y conocía el instrumento perfectamente y no me refiero solo a la voz de soprano, sino a todas, tanto masculinas como femeninas. Eso es lo que le hace tan gran compositor y lo que explica que todos los cantantes quieran hacer sus obras. Su música está muy bien escrita y, claro está, el idioma italiano con sus abundantes vocales tiene mucho que ver en ello, pues Verdi sabía muy bien cómo integrarlas en la música”.
¿Es más fácil cantar Verdi que Strauss o Wagner? “Es diferente. Strauss es difícil al principio, cuando se empieza a estudiar la música. La línea de canto podría parecer muy sencilla, pero cuando se lleva a cabo el montaje final se descubre que todo es más complejo, lo que acaba suponiendo un mayor tiempo en aprender el papel y la música. Una vez se consigue, sin embargo, todo tiene sentido y parece más fácil. La música de Verdi, por otra parte, tiene sentido inmediatamente. Es totalmente diferente; se canta sola”. De hecho, ella hubiera querido cantar los grandes papeles operísticos de Verdi y llegó a tratar con varios teatros sobre el particular.
Una reina wagneriana

La soprano Lise Davidsen caracterizada como Elisabeth para el Festival de Bayreuth 2019
Davidsen estaba a punto de viajar a Bayreuth para empezar los ensayos en su debut allí con Tannhäuser, ocasión que le reportaría fantásticas críticas. “La voz del siglo” o “¡Una de las mejores voces que he oído!” eran los comentarios críticos más escuchados [ver crítica de la edición en DVD de este montaje en ÓPERA ACTUAL 235]. Estaba especialmente motivada por la oportunidad, porque aunque había cantado el papel de Elisabeth en dos ocasiones anteriores en Zúrich y Múnich, se trataba de producciones ya existentes, y lo que ella deseaba era “hacer las cosas desde el principio. El rol, obviamente, no es nada fácil; tiene sus dificultades pero le va bien a mi voz y cuanto más lo canto más cómoda me siento. Dramáticamente veo a Elisabeth como una mujer complicada pero fuerte y determinada en quien las pasiones están atemperadas por su fuerte espíritu religioso. En cierta manera, siento envidia de su energía. Empieza con un delirio de felicidad para después sufrir una rápida decepción. Tras del dúo con Tannhäuser empiezan sus dudas. ‘Quizá no tengamos un futuro juntos’, le dice, sugiriendo que él deba cambiar, si quieres volver a partir de nuevo. Ella acepta que todo el mundo cometa errores y cree que cualquiera tiene derecho a una segunda oportunidad. Yo creo que esa es una manera de vivir buena y generosa. Es muy fácil juzgar, pero no es tan fácil darles a los demás una segunda oportunidad. Eso es lo que me gusta de ella”.
Me sorprendió la forma en que Davidsen quería profundizar en la faceta espiritual de Elisabeth, que para ella es fundamental en este papel. “Quizá esa espiritualidad, este sentido de la vida como algo que nos excede, forma parte de mí como persona. Creo firmemente que hay algo más, mayor que nosotros, y que ese algo está también presente en la música. Esta comunicación entre la música y la fe es algo maravilloso”.
Me intrigaba saber si se formaba una idea del personaje por sí misma al estudiarlo o si eso ocurría más tarde, al ensayar con el director de escena y el director musical. “Mientras me documento y estudio un papel y a medida que voy adentrándome en él, me hago con una imagen mental del mismo. No se trata de una decisión intelectual consciente, sino de un acercamiento instintivo a la música. Al profundizar en ella, la imagen se va haciendo más clara. Paradójicamente, descubro que cuanto más clara es la imagen en mi mente, más fácil resulta cambiarlo por indicación del regista. Porque si yo no tuviera ideas claras sobre el personaje, no sabría ni qué cosas habría que cambiar ni cómo cambiarlas, o qué preguntas formular. Teniéndolas, estoy en condiciones de decirle al director, ‘si esta es Elisabeth según yo la veo, y esa la que ve usted, habrá que ponerse de acuerdo para que esto funcione’”.
Los otros papeles wagnerianos de Davidsen hasta el momento incluyen a Seglinde, en una audición en forma de concierto de Die Walküre en París, y Freia, una Hija del Rin y una Norna en la producción de El anillo del Nibelungo para el Covent Garden con dirección de escena de Keith Warner, ocasión de la que comenta que fue “muy divertida”. Puede tratarse de papeles pequeños, pero la presencia en ellos de una gran cantante (en este caso de una potencial superestrella wagneriana) hace que el público repare en ellos y tome la debida nota. Recuerda que esa experiencia le hizo darse cuenta de la importancia del vestuario para ayudar a los intérpretes a vivir sus personajes. “La primera vez, y la más importante, en que fui consciente de ello fue cuando hice Freia. En cuanto me puse el vestido y la peluca rubia me dije, ‘¡Ah! Esta es Freia’”.
Heroinas wagnerianas
Tiene la intención de hacer más versiones en concierto de Sieglinde, como paso previo a su debut escénico del papel en el Festival de Bayreuth de 2020 [retrasado hasta 2021]. “Adoro el papel y el personaje. Hay algo especial en estas heroínas wagnerianas, llenas de fuerza y de determinación, y requieren mucha energía tanto vocal como física. Vocalmente el rol es más grave que el de Elisabeth pero me resulta muy cómodo, aunque su intervención sea mayor, al aparecer en los tres actos. Como personaje, Sieglinde está mucho más apegada a la tierra, mucho más que Elisabeth. Pero lo que más me atrae en ella es su ansia de amor. Su situación es horrible, casada con un hombre abominable; la llegada de Siegmund le permite salir de ella y le sigue. Es lo bastante fuerte como para señalarle la forma de huir y ayudarle. Admiro su fuerza y la forma en que apoya a su amante”.
La voz de Davidsen parece hecha a medida de los papeles wagnerianos, habitualmente considerados como peligrosos para las voces, especialmente las jóvenes. ¿Por qué se considera peligroso a Wagner en este sentido? “En primer lugar porque la longitud y la intensidad de sus obras incrementan el perfil de sus personajes. No hay pausa para ellos y es necesario desplegar una gran energía. Pero si tienes la voz adecuada, Wagner es para ti. No obstante, hay que preparar y medir cuidadosamente estas óperas. Y además hay que aprender a negarse a abusar de ellas, cantándolas una tras otra. Lo mismo podría decirse en el caso de Strauss. Elektra es un papel que podría ser peligroso, de modo que, aunque me gustaría hacerlo algún día, como es el caso de Salome, prefiero empezar con Chrysothemis.
De Strauss a Chaikovsky
Hablando de Strauss, confieso que me sorprendió el hecho de que le hubiera gustado el montaje de Katerina Toma de Ariadne auf Naxos para el Festival de Glyndebourne de 2017, en el que se situaba la acción en una magnífica residencia que, tras ser bombardeada, se convierte en un hospital en la Segunda Guerra Mundial. “¡Me encantó! La verdad es que sí”, exclama entusiasmada. ¿Le gusta, por tanto, participar en producciones discutibles o no convencionales? “Sí, creo que es propio de los tiempos que vivimos. Creo que es importante mostrar como esas cosas podrían decirse en nuestros días, lo que viene a demostrar lo importantes e intemporales pueden ser estas obras. Es necesario, con todo, que se trate de montajes muy bien pensados, cosa que no siempre ocurre”. ¿Ha habido directores de escena de los que haya aprendido mucho? “Cada vez que trabajo con alguien nuevo aprendo algo, porque los registas llegan a la sala de ensayos con tanta energía y con tanto conocimiento de lo que traen entre manos que, si se está dispuesto a oír sus razones, se descubren siempre aspectos nuevos, y no solo de los personajes, sino de uno mismo”.
Habiendo cantado Ariadne en Oslo y Viena, así como en festivales como los de Aix-en-Provence y Glyndebourne, afirma que ya lo siente suyo. “Ariadne tiene un amplio espectro vocal y emocional, como una criatura obsesiva que empieza perdida y en un estado depresivo hasta estallar de júbilo al final. Lo que me admira de ella es su firmeza en permanecer esperando a Theseus, sin considerar en ningún momento que él podría no regresar. ¡Volverá, porque así me lo ha prometido! Y esto puede servirnos de lección. A veces tenemos que esperar para que suceda algo y debemos aprender a no precipitar las cosas… Dando así lugar a que ocurran. Porque es importante tomarse el tiempo necesario incluso para poder aceptar que las cosas no van a ocurrir”. Otros papeles straussianos que a Davidsen le gustaría interpretar son los de Arabella y la Mariscala de El caballero de la rosa. “Son dos de mis papeles favoritos, aunque no sabría decir exactamente por qué. Quizá porque se trata de dos mujeres tan generosas, tan complejas y al mismo tiempo tan clarividentes”.
En marzo de 2020 Davidsen tomaba parte en la más esperada producción de la presente temporada cantando Fidelio de Beethoven en la Royal Opera House de Londres junto a Jonas Kaufmann como Florestan. A finales de noviembre debutó como Lisa de La dama de picas en la Metropolitan Opera de Nueva York. Ya había cantado anteriormente este papel en Stuttgart en una reposición de una típica muestra del teatro de regia alemán, lo que hace que desee volver a cantar la obra en una producción más “tradicional”.
“Cantar Chaikovsky es totalmente distinto a todo lo demás que he hecho hasta ahora. Está, claro, está el tema del idioma –todas esas consonantes tan especiales– que exige otro nivel de preparación, pero tanto el personaje como la acción resultan muy interesantes. Lisa tiene un carácter mucho más duro que el de las mujeres que hasta ahora he interpretado. El solo hecho de que admita a su hombre en su habitación en aquella época es de una intrepidez extraordinaria; es algo que le corta a una el aliento. Está, además, la circunstancia de que está dispuesta a darlo todo por el amor de un hombre que no pertenece a su propio círculo. Y lo más interesante es que su rival no es otra mujer sino la obsesión de su amante por las cartas, que él imagina han de proporcionarle el camino para alcanzar el poder, la posición social y la riqueza. Es así como Lisa descubre que ha sido utilizada como la excusa para tener acceso a la Condesa y a su secreto para ganar a las cartas. Quizá sea esto más horrible que ser traicionada por culpa de otra mujer. Lisa oscila de un extremo a otro desde un punto de vista dramático desde el éxtasis hasta esa aria esotérica en la que revela toda su sensibilidad interior. Me gusta esta dualidad. Vocalmente no es un papel fácil y me llevó algún tiempo encontrarme en él, pero una vez conseguido he disfrutado mucho porque, como en el caso de Verdi, la música está muy bien escrita”.
En la carrera de Davidsen han ocurrido tantas cosas y tan deprisa que sorprende que la hayan encontrado tan bien preparada para el éxito. Hay personas a las que les cuesta hacerse a la idea, pero ella asegura que siempre ha creído en “el pensamiento positivo”. A sus 32 años da ciertamente la impresión de ser una persona equilibrada, con una calma y una serenidad bien cimentadas, virtudes que no son precisamente muy comunes entre jóvenes, especialmente si se trata de cantantes de ópera. Además de estar técnicamente bien preparada por “unos profesores fantásticos que me enseñaron muy bien” tanto en la Academia Grieg de Bergen –no muy lejos de la pequeña localidad noruega de Stokke donde nació–, como en el Conservatorio de Copenhague. “Trabajo con un buen equipo. Todos los que me rodean advierten que estoy nerviosa durante los ensayos, pues una première siempre impone, pero todos siguen ahí. Mi agente y mi familia han contribuido a formarme, cosa siempre importante al principio de una carrera para poder adquirir una buena espina dorsal, hablando en términos metafísicos. Y no solo lo han hecho, sino que continúan haciéndolo constantemente”. ÓA
Interpretar grandes papeles

Lise Davidsen ganadora del Concurso de Canto Queen Sonja junto a la Reina noruega
Influyen los personajes que interpreta en su propia vida? “Sí. Por ejemplo, después de cantar la Lisa se siente una deprimida al abandonar el escenario… Se ha dejado lo mejor de una misma en la escena y ello deja una huella. Con Elisabeth pasa lo mismo, que acaba renunciando a todo en su plegaria aunque en ella la desesperación no es tan traumática. La desesperación de Lisa sí es absoluta y la resignación a terminar con todo es mucho más específica. De modo que la respuesta a su pregunta es que sí, y si se cantan estos papeles con frecuencia la cosa puede ser muy dura. Ocurre algo parecido con el Requiem de Verdi. Hay tal intensidad en la música que cuando una llega a casa se siente como vacía. Mi pareja dice que la cosa no tiene importancia y que si te sientes así es porque le has dado mucho al público, y de eso es de lo que se trata”. Su pareja es un director danés de teatro y de ópera, con el que lleva seis años y que ha tenido un papel importante en el progreso de su carrera. Bromeo con ella diciendo que probablemente eso haya influido en su receptividad para con los directores de escena. “Supongo que así debe ser” responde, riendo. * E. M.
Entre Wagner y Strauss de disco

Portada del primer CD en solitario de Lise Davidsen
Anunciada como la primera soprano escandinava en firmar con Decca desde Birgit Nilsson y como la primera cantante noruega en unirse a la compañía desde las aclamadas grabaciones de Kirsten Flagstad en la década de 1950. Esta joven soprano noruega que es aclamada como la próxima gran heroína de Wagner y Strauss, ya ha demostrado su calidad debutando en el Festival de Bayreuth (2019) como Elisabeth, personaje del que en este disco interpreta dos escenas y del que ha aparecido recientemente una excelente grabación en DVD. Se trata además de una de las cantantes más jóvenes de todos los tiempos en grabar los Vier Leztze Lieder de Strauss. Davidsen se presentó al mundo con este disco cuyo programa es igualmente espectacular, con arias de Tannhäuser y Ariadne auf Naxos, además de grandes Lieder orquestales de Strauss rematando la jugada con las cuatro soberbias obras póstumas antes citadas. Un lujo sorprendente, ya que la voz es oro puro, la extensión increíble, los agudos y los graves maravillosos, el centro carnoso y todo ello bañado de diversos colores y de gran expresividad… Esta joven cantante lo tiene todo, porque además sabe apianar en los momentos precisos y usar la messa di voce, algo poco usual en el repertorio germánico. Es que es impresionante como disecciona, por ejemplo, “Beim Schlafengehen” de los Vier letzte Lieder en esas escalas que ella modela desde su terreno evitando el ataque directo a la nota, ya que lo inicia con un sonido fijo en pianísimo y aplica un crescendo hasta que emergen los armónicos, el timbre, el esmalte y, por qué no decirlo, también la cordura y la belleza. Un ataque a los agudos que la identifica y le da personalidad, pero también nubla un canto sublime. * P. M.-H.