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ÓA 232: 'La fanciulla del West', estreno en ABAO Bilbao Opera
Oksana Dyka y Marco Berti, protagonistas puccinianos
ABAO Bilbao Opera incorpora este mes a su repertorio el wéstern de Puccini, La fanciulla del West. Con el español Josep Caballé-Domenech a la batuta, la obra se estrena en Bilbao en una producción de Hugo de Ana, con Oksana Dyka y Marco Berti como protagonistas. En esta entrevista, la soprano ucraniana comenta las claves de su emblemático personaje pucciniano.
La soprano ucraniana Oksana Dyka emprendió, hace poco más de diez años, una carrera meteórica que le ha abierto las puertas de los teatros más importantes del mundo, desde La Scala del Milán al Metropolitan de Nueva York. Poseedora de un instrumento privilegiado, de gran volumen y aún mayor proyección, Dyka es capaz de desenvolverse en papeles tan dispares como Nedda o Turandot. Ahora en Bilbao encarnará por vez primera a Minnie, la protagonista de La fanciulla del west de su “amado” Giacomo Puccini.
ÓPERA ACTUAL: ¿Cómo ve a la protagonista de este wéstern lírico?
Oksana DYKA: La fanciulla del West es una obra complicadísima. Es interesante ver cómo Puccini escribía roles femeninos tan distintos: Mimì no tiene nada que ver con Tosca y aún menos con Minnie o Turandot. La partitura de La fanciulla creo que es la más compleja de Puccini y el rol de Minnie el más difícil, al menos para mí. Cuando abrí la partitura y empecé a estudiarla, al cabo de un rato la cerré y me dije: “¡Esto no me lo voy a aprender nunca!” La parte de Minnie y los números de conjunto son de una complejidad increíble. Ahora que ya he profundizado en la obra debo decir que me encanta. Quizás no esté, aún, totalmente enamorada de Minnie, pero ya percibo que el personaje es maravilloso. ¿Cómo es ella? ¡Creo que como yo! ¡Una mujer fuerte rodeada de hombres! La veo con la inocencia de Butterfly, los celos de Tosca y la exigencia vocal de Turandot. Además, es un papel larguísimo ¡Canta aún más que Cio-Cio San! Pero Puccini, que era muy inteligente, exige mucho pero luego te da el tiempo justo para descansar. La orquesta también es enorme y eso exige a los intérpretes, vocalmente, mucha proyección. La producción la dirige escénicamente Hugo de Ana, a quien adoro. Es un genio y estoy segura de que me ayudará a profundizar en las claves del personaje y a acabar de enamorarme de Minnie. Cuando hice Tosca con él, en la Arena de Verona, aprendí muchísimo. Me encanta trabajar con gente que sabe más que yo. Este, además, será mi debut en ABAO Bilbao Opera. Últimamente vengo más a menudo a España. He estado en Valencia, donde he cantado varias veces, por ejemplo, con Zubin Mehta, uno de los grandes, pero también canté recientemente Turandot en Madrid, Santuzza en Barcelona y ahora debuto en Bilbao.

La soprano Oksana Dyka durante la entrevista concedida a ÓPERA ACTUAL en el Liceu de Barcelona
Ó. A.: Será también su primera colaboración con el director español Josep Caballé-Domenech.
O. D.: Sí, me apetece mucho trabajar con él. He trabajado con grandes directores, no solo con Mehta. También con Lorin Maazel, Daniel Harding, Nicola Luisotti… Pero tengo que confesar una cosa: ¡Me haría mucha ilusión trabajar con Riccardo Muti!
Ó. A.: Su repertorio abarca, principalmente, ópera rusa, Verdi y, finalmente, Puccini y el verismo. No hace mucho debutó Santuzza, de Cavalleria rusticana, en Barcelona.
O. D.: Fue mi primera experiencia en el Liceu, y mi debut en Cavalleria en una producción muy interesante de Damiano Michieletto. Se trata de un personaje muy duro, que básicamente se expresa en tonalidades menores. Una mujer insegura, depresiva, desesperada, y, en esa producción, embarazada. Me gustó, en este sentido, la propuesta de Michieletto que, al ser italiano, entiende muy bien ese universo.
Ó. A.: Ya que habla de este regista italiano tan innovador, ¿cómo valora en general su experiencia con los directores de escena?
O. D.: Hay de todo, pero mi opinión es que, aunque la dirección escénica no te guste o no estés del todo convencida, lo más inteligente es aceptar las directrices que te proponen. Porque si decides ir por libre, el resultado es aún peor. Y, por otra parte, cuando has hecho un papel dirigida por Franco Zeffirelli o Hugo de Ana y luego lo haces con otro director, debes dejar atrás los conceptos anteriores, por difícil que sea, y aceptar los nuevos. En éste sentido, siempre he tratado de adaptarme y aprender.
Ó. A.: Usted ha interpretado, con pocos años de diferencia, Nedda de Pagliacci y Santuzza. Una situación poco habitual.
O. D.: Sí, canté Nedda en La Scala y a las pocas semanas debutaba Santuzza, que tiene un registro casi de mezzosoprano, aunque Mascagni la escribió para una soprano spinto. En cambio Nedda, que algunos la califican como soubrette, requiere también mucho dramatismo en determinadas escenas. Aunque yo soy soprano, creo que Santuzza se adecúa más a una voz de mezzo. ¡Pero estoy tan enamorada de esa música! Se trata de una obra y un personaje que amo desde que la escuché interpretada por Elena Obraztsova en mis años de estudiante. Me encantaría algún día interpretar los dos papeles en una misma noche.

Escena en casa de Minnie de 'La fanciulla del West'
Ó. A.: Su voz se caracteriza por su amplitud, con mucho metal y gran proyección.
O. D.: Sí, esa es mi naturaleza vocal. Mis profesores insistían en el aspecto de la proyección, una característica típica de las voces del Este. Los latinos poseen una voz más aterciopelada, nosotros aportamos voces más puntiagudas.
Ó. A.: ¿Es esa característica la que le permite abarcar un repertorio que va de Nedda a Turandot?
O. D.: Sí, lo sé, mi repertorio presenta una gama amplísima de personajes. No pretendo compararme con ella en absoluto, pero también Maria Callas cantaba desde Lucia hasta Isolda. Lo importante es cantar con tu propia voz. Por ejemplo, cuando empecé a trabajar el personaje de Santuzza tendía a cantarlo muy oscuro, a la Obratzsova. Pero si no cantas con tu voz te acabas dañando, y entendí que debía plantear el papel aprovechando las mejores cualidades de mi propio instrumento, sin forzar. Con Turandot sucede lo mismo. Aunque la escritura vocal es casi straussiana, debes buscar tu propio modo de interpretarla, de entender cuáles son tus mejores armas para aplicarlas al personaje. Por ejemplo, en “In questa reggia” hay que saber dónde colocar la voz y no perder nunca la posición. Para mí no es el papel más difícil, ya que es relativamente corto: el aria y la escena de los enigmas es lo más demandante. Luego está el dúo final, que es realmente duro, pero últimamente se ha puesto de moda no hacerlo. ¡Mejor para mí! Me adapto bien a la vocalidad de Turandot aunque reconozco que, si un día estoy mal de voz, me atrevo con Tosca pero no con Turandot. Pero el mundo de la ópera es así, los teatros te ofrecen determinados roles y es lo que hay. Yo le insisto a mi representante que quiero cantar tal o cual papel, pero a veces no tienes la posibilidad de hacer lo que te gustaría y hay que aceptar lo que te ofrecen. Así funciona el mercado. La verdad es que el papel que deseo cantar es Manon Lescaut, otra obra de Puccini que me marcó desde joven. Es mi música preferida.
Ó. A.: Pasando de Puccini a Verdi aparece otra de sus especialidades como intérprete.
O. D.: Mi última ópera de Verdi ha sido en Zúrich, Abigaille, de Nabucco. En la última función lo canté con Plácido Domingo.
Ó. A.: Una producción que significaba el retorno a Europa de Domingo tras la polémica que estalló en el verano.
O. D.: De esta polémica no quiero hablar, yo no estaba ahí y no conozco los detalles. Solo puedo decir que a él le adoro y le admiro. Conmigo ha sido siempre un caballero. He colaborado varias veces con él y hemos coincidido muchas veces en diferentes teatros. En ese Nabucco él vino para la última función y fue muy emocionante su reencuentro con el público europeo. La producción estaba ya rodada, pero él pidió tres ensayos de conjunto. ¡Una leyenda como Domingo pidiendo tres ensayos! ¡Qué gran profesional! Y nosotros encantados de ensayar con él. ¡Qué energía, qué amor por el canto! En el ensayo de nuestro dúo me impresionó cómo trataba de profundizar en el texto, su curiosidad, su energía tanto mental como física al personaje.
Ó. A.: ¿Se siente igualmente cómoda en los roles verdianos como en los puccinianos?
O. D.: La diferencia, para mí, es que Verdi requiere un canto más controlado. En Aida, por ejemplo, tras grandes escenas en las cuales lo has dado todo, llegas al dúo final que exige un canto intimista en un registro complicado. Si no controlas tus energías durante la función es imposible acabarla en condiciones. Mi carácter es más pasional, ¡tengo un espíritu verista! Pero le confieso una cosa: mis ejercicios para mantener la voz en forma ¡son frases de Nabucco! Me ejercito con Verdi, pero mi carácter está más cercano a Puccini y los compositores veristas. Con el papel verdiano que más he disfrutado ha sido el de Lady Macbeth. Me encantan hacer de mala, me es más fácil. Me siento más segura y me identifico más que con papeles más inocentes como el de Tatiana, de Evgeni Onegin. Es curioso, aunque soy ucraniana, dicen que mi Tatiana es ¡demasiado italiana!
Ó. A.: Quizás eso se explica porque lleva muchos años viviendo en Italia.
O. D.: Sí, puede ser, porque mi marido, el barítono Gabriele Viviani, es toscano y por eso hace muchos años que vivo en Italia, aunque mis padres aún viven en Ucrania. Mis años en la compañía de la Ópera Nacional de Kiev fueron importantes para mí, sobre todo por los coaches que teníamos. Gente preparadísima y con mucha experiencia que lo sabían todo. Además, en el Conservatorio de Kiev donde estudié tenemos un teatro propio y, mientras estudias ya estás involucrada en producciones con orquesta y escena.
Ó. A.: Pese a vivir en Italia, ¿cómo vive la situación política de su país?
O. D.: Con mucha tristeza. Pero, por suerte, parece que ahora la situación en Ucrania está mejorando. Es lo que deseo.
Ó. A.: O sea que, si tuviera que pedir tres deseos, pediría la paz en Ucrania, interpretar Manon Lescaut y cantar con Muti.
O. D.: ¿Dónde hay que firmar?– ÓA