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ÓA 228: 20º aniversario de la reconstrucción del Liceu: 'Turandot' en un mundo virtual

'Turandot' en un mundo virtual

01 / 10 / 2019 - Lourdes MORGADES - Tiempo de lectura: 12 min

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Diseño de ordenador de una escena de 'Turandot' según Franc Aleu para el Gran Teatre del Liceu © Gran Teatre del Liceu / Franc ALEU

El Gran Teatre del Liceu inaugura la temporada del 20º aniversario de su reconstrucción mirando al pasado con una nueva producción de Turandot en un guiño a la reapertura del coliseo barcelonés el 7 de octubre de 1999, y a la vez abriéndose al futuro con un montaje firmado escénicamente por Franc Aleu, que apuesta por la tecnología trasladando la historia a un mundo de realidad virtual.

Retomando el hilo allí donde el incendio que el 31 de enero de 1994 lo interrumpió, el Gran Teatro del Liceu de Barcelona rea­­bría sus puertas el 7 de octubre de 1999 con Turandot, la ópera que el coliseo lírico tenía previsto subir a escena tras las funciones de Mathis der Maler de Hindemith, título en cartel el día del siniestro. Tras dos reposiciones de aquella producción dirigida escénicamente por Núria Espert, en las temporadas del quinto y décimo aniversario de la reinauguración, el coliseo lírico barcelonés festeja ahora los 20 años de su reapertura abriendo la temporada con una nueva producción de Turandot justo el mismo día que en 1999 reabría el teatro.

Una Turandot que no quiere­­ pasar inadvertida en medio de la celebración, con la que el videoartista Franc Aleu, colaborador habitual de la Fura dels Baus, debuta como director de escena compartiendo responsabilidad con Susana Gómez, y que apuesta por la tecnología trasladando la historia a un mundo de realidad virtual que Aleu presentó el pasado julio en el marco del Congreso Internacional de Creatividad y Tecnología Sónar+D. Josep Pons, director musical del teatro, se pone musicalmente al frente de esta nueva producción de la que se ofrecerán 14 funciones hasta el 25 de octubre con dos repartos encabezados por Iréne Theorin y Lise Lindstrom como Turandot, Jorge de León y Gregory Kunde en el papel de Calaf y Ermonela Jaho y Anita Harting en el rol de Liù.

© Gran Teatre del Liceu / Caterina BARJAU

Irene Theorin (Turandot) y Jorge de León (Calaf) caracterizados como los protagonistas de 'Turandot' en el Liceu

Una nueva producción de la obra de Puccini que a juicio del presidente del Patronato del Liceu, Salvador Alemany, significa historia. “La historia de un teatro que renació en 1999 y que este 2019 celebra los 20 años de su reapertura. Turandot también quiere decir riesgo y futuro”, asegura. “Hemos apostado por una nueva producción en la cual la tecnología es la protagonista, y apostamos por el talento local, Franc Aleu, que nos propone una puesta en escena que seguro que no dejará indiferente a nadie. Con esta nueva producción el Liceu apuesta por seguir siendo un teatro referente. El día 7 de octubre de 2019 el mundo de la ópera mirará a Barcelona y este será un primer paso hacia al futuro que queremos construir juntos”.

Alemany acudió a la función inaugural del nuevo teatro hace 20 años como consejero delegado de Autopistas (Acesa, actualmente Abertis) y recuerda que desde entonces ha asistido regularmente a las funciones del Liceu, de cuyo Consejo de Mecenazgo fue presidente a partir de 2015; al año siguiente fue nombrado presidente del Patronato, “una notable responsabilidad por lo que el Liceu significa para el prestigio y la proyección internacional de Barcelona”, señala.

Hace tres años, Franc Aleu propuso a Christina Scheppelmann, directora artística del Liceu hasta el pasado 31 de julio, dirigir una ópera de nueva creación, y ella le plateó una contrapropuesta, dirigir una nueva producción de Turandot para abrir la temporada del 20º aniversario de la reinauguración del teatro. “No lo dudé, le dije que sí”, recuerda Aleu, “era una gran oportunidad para mí. El Liceu ha sido muy valiente, porque es un apuesta muy importante”.

El videoartista no es un novato en el mundo de la ópera. Colaborador habitual de La Fura dels Baus, ha trabajado en producciones de ópera dirigidas por dos de sus directores, Carlus Padrissa y Àlex Ollé. En el Liceu, su trabajo se ha podido ver en dos óperas, Quar­tett, en febrero-marzo de 2017, y Tristan und Isolde, en noviembre-diciembre de ese mismo año, ambas producciones firmadas escénicamente por Àlex Ollé.

Franc Aleu: “No pido a los cantantes nada extraordinario, acostumbrado a trabajar con Carlus Padrissa que los pone a cantar cabeza abajo. Mis peticiones son normales”

Turandot es una ópera que Aleu conoce bien. Trabajó en ella en la producción para la Bayerische Staatsoper que estrenó en diciembre de 2011 Carlus Padrissa con dirección musical de Zubin Metha y que el coliseo muniqués repondrá por cuarta vez en enero próximo. “Me gusta mucho musicalmente. Puccini tiene algo que engancha, es casi inevitable que te guste”, afirma. El videoartista volvió a escuchar una y otra vez la ópera. “Me empapé de la obra y vi claro el paralelismo que hay con la realidad virtual y la gente que vive en un mundo paralelo, y esto me llevó a entender el personaje de Turandot como una droga necesaria, imprescindible, para todos los que viven a su alrededor”.

“Inicialmente pensé una puesta en escena muy diferente, basada en la unidad mínima de información digital, conocida como vóxel, la unidad mínima procesable de una matriz tridimensional, pero lo cambié por lo que haremos finalmente, porque la primera propuesta era demasiado difícil, en exceso radical. Cuando las cosas encajan bien lo ves claro y en la propuesta final que presentaremos todo encaja. No hay escenas forzadas”, asegura Aleu.

El videoartista traslada la acción de Turandot a un futuro imaginado en el cual su pueblo es víctima del mundo creado por la princesa china que hace desgraciados a todos, pero del que nadie puede sustraerse. “No es una droga, es realidad virtual de la que todos son dependientes”, explica convencido de que en un futuro no muy lejano los seres humanos quedarán atrapados en mundos inventados para evadirse de la realidad.

“La gente vivirá en mundos creados por otros, como en la película Matrix. Trabajo con este mundo de la realidad virtual y lo veo muy claro”, señala Aleu. “Es lo que estoy haciendo con Turandot, entender el personaje como alguien que emite una onda, un mundo del que todos son víctimas. Ella la primera, porque es una mujer traumatizada, que tiene fobia a los hombres. Creo que está en su derecho de no casarse con nadie, pero para rechazar las normas dictadas por su padre decide una huida hacia adelante creando un mundo imposible tanto para sus pretendientes, que acaban con la cabeza cortada, como para la sociedad que la rodea; un mundo que quita la razón, que anula la voluntad y convierte a todos en adictos a Turandot”.

© Gran Teatre del Liceu / Franc ALEU

Ping, Pang, Pong en una escena por ordenador de la 'Turandot' del Liceu según Franc Aleu

Una adicción fatal

Únicamente los extranjeros están libres de la adicción a la princesa, siempre que no se pongan las gafas de realidad virtual, que solo les son entregadas a forasteros si aceptan ser pretendientes de Turandot. Calaf, Liù y Timur al ser extranjeros están libres de la adicción, pero cuando el pretendiente persa falla las pruebas y es condenado a morir, se le quitan las gafas de realidad virtual que Calaf aprovecha para recoger y, cuenta el videoartista, “al ponérselas se convierte en dependiente y se obceca con casarse con Turandot hasta convertirse en un acosador, que pretende conseguirla a cualquier precio”.

Franc Aleu se ha rodeado para esta propuesta de un equipo de habituales de La Fura del Baus, como al figurinista Chu Uroz –un colaborador de Carlus Padrissa en sus producciones operísticas–, quien ha creado un vestuario que el videoartista define como “muy futurista, de estética bastante industrial, una mezcla entre Oriente, Occidente y el futuro”, explica, y revela que tanto Turandot como Ping, Pang y Pong lucen vestidos creados por una tela de leds que en realidad es una pantalla de vídeo que proyecta colores que mutan dependiendo de lo que cantan los personajes y de sus emociones en cada momento. “Se controlan por wifi. Las proyecciones son sensoriales, interpretan estados de ánimo, no son imágenes realistas, sino colores, tonalidades”.

Aleu también ha creado una aplicación de realidad virtual gracias a la cual se puede ver la escenografía antes de empezar los ensayos. “Esto me ha permitido enseñar a los cantantes cómo es cada escena sin tener la escenografía montada y con las gafas de realidad virtual se han podido hacer una idea de cómo será en cada momento. Es una herramienta bastante revolucionaria y es la primera vez que hago algo así para poder previsualizar el montaje intentando que ayude a los cantantes a superar los miedos, porque les permite visualizar la escenografía. No pido a los cantantes nada extraordinario, acostumbrado a trabajar con Carlus Padrissa que los pone a cantar cabeza abajo, mis peticiones son normales”, aclara.

La versión musical de Turandot que se ha elegido es la habitual con el final de Franco Alfano después de los recortes de la partitura que hizo Arturo Toscanini, que es la que editó Ricordi. “Lo discutimos con los cantantes y todos estuvimos de acuerdo en hacer la versión habitual”, explica Josep Pons, quien con este título dirige por primera vez una ópera de Puccini. “Empiezo por el final, cuando Puccini ya ha mutado, ha abandonado el verismo y está en el simbolismo, por eso el personaje de Turandot es tan complicado, está como desubicado en la misma ópera”.

“Estéticamente hay una evolución”, indica el director musical del Liceu. “Puccini ha bebido de las fuentes italianas y hace un esfuerzo para distanciarse de Verdi, de la corriente del verismo en la que ha participado, pero cuando escribe Turandot ya es un buen conocedor del mundo musical francés, de Debussy, del impresionismo musical, que le acaba influyendo en su lenguaje, siempre muy personal, propio, en parte herencia del mundo italiano, de la frase preciosa, pero con una orquesta muy rica y un mundo armónico de gran belleza que forma parte de la corriente extática que busca una sonoridad almibarada, que también encontramos en Schumann, Debussy y en algunos aspectos de Wagner, esa armonía placentera y una instrumentación siempre bellísima”.

Para Pons, que recuerda la butaca del tercer piso en la que vio la función inaugural de Turandot en la reapertura del Liceu hace 20 años cuando era director de la Orquesta Ciudad de Granada, de la Orquestra de Cambra Teatre Lliure y de la Jove Orquestra Nacional de Catalunya, la función del 7 de octubre de Turandot no será para él, y afirma que para nadie, una representación más. “Es una celebración y la vivo como tal. No será una función más, será especial porque entre todos le damos carta de excepcionalidad, de efemérides. Se ha encargado una nueva producción que dirigirá Franc Aleu y tenemos un reparto de cantantes fantástico. Mi situación es muy diferente a la de hace 20 años, ahora soy el director musical del Liceu y para mí supone un gozo. Mi compromiso con el coliseo lírico barcelonés es total y mi misión es que cuando deje la orquesta esté en el nivel más alto posible, el que me gustaría para el teatro de mi ciudad. Me siento muy satisfecho de pertenecer a este Liceu que arranca ahora y esperemos que nos acompañe una cierta estabilidad presupuestaria. Y que el público disfrute”.

© Gran Teatre del Liceu / Caterina BARJAU

Irene Theorin como 'Turandot' en el Liceu en la producción virtual de Franc Aleu

Emoción ante la tragedia

El nuevo director artístico del Gran Teatre, Víctor García de Gomar, también estuvo hace 20 años en la función inaugural de Turandot cuando era estudiante de Derecho y se formaba como cantante en el Conservatorio del Liceu. Todavía recuerda la emoción que sintió al ver por primera vez la nueva sala y el giro inesperado del final propuesto por Núria Espert para la ópera póstuma de Puccini, “que nos hizo llorar a todos y daba mucho sentido a la tragedia personal de Turandot”, cuenta.

García de Gomar considera la dirección artística del Gran Teatre del Liceu “un espacio simbólico para poder orientar la parte creativa de uno de los coliseos líricos más prestigiosos del mundo los próximos años. Es más que un sueño. Con el convencimiento de que la ópera es una guía para la vida, es un auténtico placer poder trabajar para mejorar la vida de las personas y aspirar a hacer crecer la sociedad. Nos proponemos que el género más bonito del mundo dé sentido a la vida de muchas personas”.

El nuevo director artístico no oculta los nervios ante la que será su primera función de ópera y su primera nueva producción como responsable artístico del Liceu, pero asegura que es una garantía contar con “una familia creativa única y un reparto de cantantes que garantiza la espectacularidad a todos los niveles”. “Turandot es un título mítico para el púbico y perfeccionando el círculo inauguramos la temporada del 20º aniversario de la reconstrucción con una mirada al pasado, pero a la vez con un montaje futurista y muy tecnológico. Hay muchas expectativas y el mundo nos mira. Hemos enviado una carta de amor, en breve sabremos cómo contesta el público”.  ÓA

Un nuevo final

© Gran Teatre del Liceu

Josep Pons dirige la 'Turandot' inaugural del Liceu

Cuando el Gran Teatre del Liceu reabrió sus puertas hace 20 años con Turandot, Núria Espert, directora escénica de la nueva producción, se propuso que la ópera póstuma de Puccini no pasara inadvertida entre la emoción de la reinauguración. Con voluntad de ser coherente con la historia, Espert rechazó el final feliz de la versión de la obra completada por Franco Alfano al consider poco probable que la fría y despiadada Turandot, que ha cortado la cabeza de numerosos pretendientes, sucumba a los encantos de Calaf por el solo hecho de haber adivinado los tres enigmas que ella misma ha puesto para evitar que nadie los acierte, ya que ella es el premio como esposa y no está dispuesta a casarse con nadie. En el final de Espert, Turandot prefiere suicidarse antes que entregarse a un hombre, aunque el jubiloso coro final suene entonces fuera de lugar. A esta misma conclusión llegó este pasado verano Àlex Ollé en la producción que firmó en la inauguración del Festival de Ópera de Verano 2019-20 Japón ↔ Tokio ↔ Mundo. Franc Aleu también propone un final diferente para su Turandot, aunque su propuesta escénica cuenta con elementos más mediáticamente destacados que su nuevo final. Al videoartista no le molesta un final feliz para la obra, el suyo lo es, pero no es el de la versión de Franco Alfano en el que la princesa china cae rendida a los pies de Calaf cuando este acierta los tres enigmas. Para Aleu, Calaf se obsesiona con Turandot hasta el punto de convertirse en un acosador, circunstancia que aprovecha para hacer una defensa del “no es no”, “un alegato de rechazo a una actitud inaceptable y que quiero evidenciar”, revela. “En realidad, lo que gana al final es la verdad, el mundo real. Turandot descubre el amor con Liù, no con Calaf, aunque se da cuenta demasiado tarde. El final es un canto al amor libre y todos se quitan las gafas, descubren la luz y se miran los unos a los otros y se aceptan como son”.  ÓA

Mundo virtual, escenografía real

© Gran Teatre del Liceu

El videoartista y director de escena Franc Aleu

Pese al mundo de realidad virtual y las proyecciones, la versión de Turandot de Franc Aleu cuenta, como en la mayoría de las producciones operísticas, con una escenografía real, en este caso obra del propio Aleu y Carles Berga basada en una pirámide de la que salen dos brazos robóticos con focos móviles y que ocupa el centro del escenario giratorio, que, explica el videoartista, representa el trono del emperador, que se abre y de su interior aparece Turandot. “La pirámide representa el poder”, señala Aleu. “A los pies de la pirámide hay tres filas de escaleras concéntricas que giran y por arriba tres círculos de luz móviles. En el fondo, una pantalla curva de retroproyección y delante un tul. Hacemos proyecciones mapping sobre la escenografía y por detrás, desde donde se proyecta un ojo gigante, el gran hermano que todo lo ve en el mundo de las redes sociales y la conectividad permanente. A veces jugamos con proyecciones sobre el tul creando hologramas que flotan”. En todo caso, explica, “la escenografía es importantísima”. “Además de los cambios de posición de los elementos que la componen, puedo proyectar sobre ella y trabajamos con unas luces móviles que nos permiten hacer que la escenografía sea transparente”. Aleu ha elegido a un iluminador italiano con el que ya ha trabajo, Marco Filibeck, de La Scala de Milán. “Con la aplicación de realidad virtual ya lo veo todo antes, y me permite enseñarle a los cantantes cómo es cada escena sin tener la escenografía montada. Con las gafas de realidad virtual pueden hacerse una idea de cómo será en cada momento. Es una herramienta bastante revolucionaria”.- ÓA

 

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