Opinión
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Ópera de Oviedo: Una nueva era
Hay motores que impulsan esta casa desde hace quince años, el tiempo que mi predecesor, Javier Menéndez, estuvo al frente de la dirección artística y luego general de la Ópera de Oviedo. Se amplió el repertorio en casi 40 obras nunca antes representadas aquí; se desacralizó el consumo de la ópera; se tuvo ambición en la nómina de artistas y directores y se apostó por la producción propia y la coproducción con vocación internacional. El último hito fue el estreno absoluto de Fuenteovejuna con muy buenos resultados de crítica y en taquilla.
Asistí a la evolución artística de la institución desde las más diversas perspectivas. Como cantante en mis inicios, como espectador orgulloso de lo hecho en casa, como gerente de Intermezzo en los refuerzos del coro y como amigo. Tras incorporarme como director general propongo una palabra muy conciliadora que paradójicamente implica grandes dosis de creatividad: continuidad. Y la aplicaremos con la incorporación al patrimonio del Campoamor de nuevos títulos y compositores para seguir llenando lagunas históricas importantes; en la creación, en la medida de nuestras posibilidades, de nuevos títulos. Tenemos que seguir abriendo la sensibilidad de nuestro público con nuevas propuestas artísticas exigentes que cumplan con la tradición, por supuesto, pero que sigan aportando riqueza al mundo cultural del país. Continuidad en la puesta en marcha de proyectos que hagan de la ópera un bien de acceso lo más amplio posible, dentro y fuera del teatro. Todo lo que hagamos para aproximar el género a un público que no es el habitual será siempre interesante. Nos acercaremos a las áreas alejadas de Asturias, al público joven, el escolar y el universitario; a quienes todavía no han experimentado el placer de ver ópera y pondremos también un especial empeño en llegar a las comunidades vecinas. León, por ejemplo, está a apenas una hora de Oviedo y todos nuestros títulos tienen función de fin de semana. Queremos ser la gran ópera de Noroeste español y seguir consolidando uno de nuestros objetivos prioritarios, el de recuperar y potenciar el número de socios abonados a la Ópera de Oviedo, la base de la institución.
Traspasar fronteras es el objetivo, pero no solo para ganar público. Los teatros de ópera son iconos en nuestras ciudades, templos en los que siempre se han potenciado las artes y el humanismo desde las más diversas ópticas. Son la mayor expresión de nuestra capacidad artística y de la historia cultural de una comunidad. Ahora que Europa vive inmersa en una gran crisis de identidad y que la economía no ha logrado salvaguardar su papel unificador, la cultura y el enorme patrimonio operístico continental debería ejercer por fin el papel que siempre ha debido otorgársele. Europa debe seguir potenciando su principal seña de identidad, desarrollar una auténtica diplomacia cultural y nosotros, desde los teatros, convertirnos en una red de centros de representación adaptada a los nuevos tiempos, sí, pero atesorando sus más antigua esencia. * Celestino VARELA, director general de la Ópera de Oviedo