Opinión
Desde el Teatro de La Zarzuela de Madrid
Zarzuela, el éxito del compromiso
La zarzuela no es un sueño de otro tiempo. Hoy ya no. Hoy la zarzuela vive. Y no solo con la magia urdida por maestros que como Sorozábal, Vives, Moreno Torroba, Luna, Fernández Caballero, Chapí, Bretón o Barbieri, siguen alimentando nuestro día a día, sino también con la de los nuevos creadores e intérpretes: músicos, dramaturgos, libretistas, directores de escena, escenógrafos, diseñadores, cantantes… Por unos y otros la zarzuela ocupa en la música y en el teatro el estatus que por justicia, y aun diría que por lógica le corresponde. La zarzuela hoy está viva (mucho), y sin duda se sigue divirtiendo.
Pero además de la salvaguardia y la renovación artística del género lírico hispano, para llegar hasta aquí ha hecho falta un compromiso. Obligatorio. Inevitable. Un compromiso firme desde las instituciones, desde el propio Teatro de La Zarzuela, y a través de aquellas y de este, también, cómo no, desde el público. Eso es lo que ha sucedido, lo que está sucediendo. Y con los deberes hechos y buena caligrafía, la zarzuela, nuestro querido género lírico, ese patrimonio que no solo nos incumbe, sino que nos corre por las venas, interesa ahora al espectador de siempre pero también al nuevo. ¡Y así hasta a cuatro generaciones a un tiempo! Y es precisamente a este compromiso al que quiero referirme. Tan solo en esta temporada, por poner un ejemplo real e ilustrativo, están programados los estrenos absolutos de dos zarzuelas contemporáneas, así como la recuperación de otras dos obras importantes y el regreso a este escenario de una composición cumbre después de 85 años.
Especialmente valiosas son las siete ediciones del Proyecto Zarza, que va consiguiendo que el género cale hondo en la juventud que simplemente lo desconocía. Y la sala llena casi cada noche. Así son las temporadas en el Teatro de La Zarzuela. Vida y alegría. Un círculo que por justicia y cordura debería cerrarse con la distinción de la zarzuela y su teatro –únicos en el mundo– como patrimonio inmaterial de la humanidad. * Daniel BIANCO, director del Teatro de La Zarzuela de Madrid
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