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¡Viva Offenbach!
La magia en discos del rey de la opereta francesa, de quien hoy se conmemoran los 140 años de su muerte
El padre de la muy manipulada Les Contes d’Hoffmann posee una amplia discografía, especialmente con referencia a esta obra maestra de la lírica francesa. Pero Offenbach, de cuya muerte se cumplen este mes de octubre 140 años, es mucho más que su Hoffmann, llegando a entronarse durante su vida como el rey de la opereta francesa.
Hasta la aparición de la edición crítica de Fritz Oeser, en 1978, todas las versiones de la discografía de Los cuentos de Hoffmann seguían la partitura editada por Choudens en varias ocasiones, con modificaciones, cortes y alteraciones, entre ellas una intervención de André Bloch, alumno de Ernest Guiraud, responsable de la puesta a punto para el estreno de la obra más ambiciosa de Jacques Offenbach. El compositor murió sin terminarla, por lo que nunca se podrá contar con una versión de referencia absoluta y, lo que es peor, lo que ofrecen no pocas representaciones tiene poco que ver con las intenciones –y quizá sus sueños y premoniciones– del genial músico francés de origen alemán.
El director belga André Cluytens, con sus dos grabaciones para Emi, es una opción de máximo interés para aproximarse a esta extraordinaria ópera. La primera, de 1948, es una versión genuinamente francesa que conserva la atmósfera de la Opéra-comique, con un estilo y un cuidado en la dicción únicos. El tenor Raoul Jobin es un protagonista de medios sólidos, con slancio, notables agudos y gran talento a la hora de recrear y diferenciar los diferentes estados de ánimo que el poeta vive a lo largo de la acción dramática. A un más que notable trío femenino –Renée Doria (Olympia), Vina Bovy (Giulietta ) y Georí Boué (Antonia)–, se suma la rica y certera caracterización de Lindorf, a cargo de Louis Musy y el notable Doctor Miracle de Roger Bourdin. Hay, además, secundarios de lujo como Camille Maurane (Hermann), Charles Cambon (Schlemil) y el famoso actor-cantante Bourvil, que borda los cuatro criados. Vina Bovy, por cierto, asume todos los papeles femeninos estelares junto a René Maison y al legendario Lawrence Tibbett bajo la dirección de Maurice Abravanel en un live neoyorquino de 1938 (Naxos).
Siempre musical, elegante y preciso, Cluytens fue escogido por el gran productor Walter Legge para la que prometía ser la grabación más espectacular de la ópera, con su esposa Elisabeth Schwarzkopf, Victoria de los Ángeles y nada menos que Maria Callas como Olympia, papel que la diva de divas rechazó y acabó en manos de Gianna d’Angelo. La delicada Antonia de la gran soprano catalana y el extraordinario Hoffmann de Nicolai Gedda son los puntos fuertes de este registro, con la caprichosa asignación del papel de Nicklausse al barítono Jean-Christopher Benoit y cuatro cantantes en los personajes malignos, con el notable Dapertutto de Ernest Blanc, George London en horas bajas (Coppélius) y Nicolai Ghiuselev (Lindorf).
Un inspirado y entusiasta Richard Bonynge (Decca), al frente de la Orquesta de la Suisse Romande, sorprendía en 1971 con una edición propia que restablecía los diálogos en lugar de los recitativos cantados y recuperaba material inédito. El clima teatral, la variedad expresiva de Plácido Domingo en su primer Hoffmann discográfico y la espectacular Olympia de Joan Sutherland son lo mejor de una vital lectura en la que la esposa de Bonynge asume con menos éxito los otros papeles femeninos (incluida Stella) y Gabriel Bacquier y Hugues Cuenod dan vida con gran acierto a los villanos y criados.
Meticuloso y equilibrado, Sylvain Cambreling (Emi) se apuntó un éxito en 1988 al seguir la edición de Fritz Oeser, mucho más fiel y próxima al mundo de misterio, encanto, y pasión romántica soñado por Offenbach. con lo que tenemos la sensación de descubrir una nueva obra, más misteriosa y sugerente aún. Las masas estables de La Monnaie realizan un trabajo impecable en una lectura de certero pulso teatral que cuenta con las excepcionales caracterizaciones de Neil Shicoff en la piel del poeta y un sensacional José van Dam, capaz de recrear a los cuatro villanos con el carácter y la expresividad más intensos. La edición restituye en el acto de Giulietta mucha música entonces inédita en disco, lo que permite disfrutar de los maravillosos colores y la soberbia entrega de la grandísima Jessye Norman. Perfecta en las agilidades de Olympia Luciana Serra, y discreta Rosalind Plowright como Antonia. Muy bien Ann Murray (Nicklausse) y Rober Tear (criados).

Al año siguiente, Jeffrey Tate (Philips) grababa una versión de gran relieve y belleza tímbrica –deslumbrante y muy bien grabada Staatskapelle Dresden–, siguiendo la edición de Michael Kaye a partir de manuscritos del compositor encontrados por el director de orquesta Antonio de Almeida, que incluye pasajes de la orquestación original y ofrece casi una hora más de música que la edición clásica de Choudens (también es mucho más completa que la propuesta de Bonynge). Otro factor muy importante para aproximarse a la concepción original de Offenbach es la recuperación del formato original con los diálogos hablados y muchas páginas de extraordinario interés, como el aria de Giulietta «L’amour lui dit», el «Tourne, tourne, miroir», de Dapertutto, en lugar del apócrifo «Scintille diamant» o los cuplés de Nicklausse. La compleja gestación de la grabación –casi tres años– lastra la continuidad narrativa y el reparto promete más de lo que ofrece. Francisco Araiza solo convence en las partes más líricas y Jessye Norman es una opulenta pero desdibujada Antonia. Correcta Cheryl Studer (Giulietta) y discreta Eva Lind (Olympia), mientras que Anne-Sophie von Otter firma un Nicklausse (y la Musa) de referencia y Felicity Palmer da gran relieve dramático al papel de madre de Antonia. Samuel Ramey es un fantástico Doctor Miracle, de los mejores de la discografía, pero, aunque bien cantados, convencen menos sus caracterizaciones de Dapertutto y Coppélius.
Para disfrutar plenamente la versión Kaye y Jean-Christophe Keck –la misma utilizada por Cambreling–, la opción más preferible es la dirigida por Kent Nagano (Erato) en 1996, de una fuerza teatral apasionante y brillante respuesta del coro y la orquesta de la Ópera de Lyon. En un momento vocal óptimo, Roberto Alagna es un juvenil y arrollador Hoffmann, de dicción natural y fraseo majestuoso. José van Dam vuelve a sentar cátedra como actor y cantante en los cuatro villano –es un Dapertutto antológico– y Natalie Dessay deslumbra con una Olympia tan espectacular en los agudos como la de Sutherland, pero de timbre más claro y dicción modélica. No acaba de convencer, salvo en su aria, Sumi Jo como Giulietta, mientras que Leontina Vaduva firma una cálida y emotiva Antonia, de expresividad desbordante. Los veteranos Gabriel Bacquier (Crespel) y Michel Sénéchal (Spalanzani) rebosan teatralidad.
Hay más versiones en disco compacto, entre ellas la de Beverly Sills en los cuatro papeles femeninos, con el histriónico Norman Treigle y el discreto Stuart Burrows, y buena dirección de Julius Rudel (Westminter), la fallida versión de Seiji Ozawa (Deutsche Grammophon), fuera de estilo y con exceso de decibelios, que cuenta con un Domingo más fatigado, pero siempre gran cantante, y una Edita Gruberova, brillante Olympia pero decepcionante en los otros papeles. El lujo de Christa Ludwig como madre de Antonia no compensa las discretas actuaciones de Gabriel Bacquier, Justino Diaz y James Morris.
Para los coleccionistas furibundos, la grabación corsaria dirigida con pericia por Peter Maag (Melodram) en 1970 en el Teatro Colón de Buenos Aires, que cuenta con la bellísima voz de Sándor Konya, el encanto de Mady Mesplé y un imponente Bacquier como grandes bazas del reparto. Jobim y Pinza, destacan en el live del Met de 1944 bajo la batuta de Thomas Beecham (Myto) y Artur Rother (Myto) dirige una muy germánica versión con Anders, Streich, Klein, Berger, Prohaska y Müller, grabada en directo al frente del coro y la orquesta de la Radio de Berlín.
Offenbach más allá de Hoffmann
Para disfrutar el genio, la chispa teatral, la comicidad y el arrollador melodismo de Offenbach la discografía ofrece formidables versiones de sus mejores operetas. La suntuosa voz de Jessye Norman es el gran lujo de La belle Hélène grabada en 1984 bajo la muy inspirada dirección de Michel Plasson (Emi) al frente de las masas estables del Capitole de Toulouse, con John Aler, Gabriel Bacquier, Jean-Philippe Lafont, Charles Burles y Colette Alliot-Lugaz. Tres años antes, en 1981, Plason reunía en Toulouse un reparto de lujo para La Périchole, encabezado por Teresa Berganza, Josep Carreras, Bacquier y Michel Sénéchal. Es una versión encantadora con Berganza y Carreras en óptima forma. Junto la versión dirigida por Igor Markévitch (Philips), la discografía de esta opereta incluye una versión protagonizada por Régine Crespin, Alain Vanzo y Jules Bastin, dirigida por Alain Lombard (Erato) y la reciente, y soberbiamente dirigida, versión de Minkowski (Bru Zane) al frente de Les Musiciens du Louvre, con Audée Extrémo y Stanislas de Barbeyrac como pareja protagonista.
Para Orphée aux Enfers, la opción más recomendable lleva la firma de Marc Minkowski ( Emi), probablemente el mejor intérprete de Offenbach de su generación –todas sus producciones teatrales con Laurént Pelly como director de escena son absolutamente recomendables– por el dominio del estilo, la jugosa teatralidad y el refinamiento orquestal. En esta famosísima opereta, cuenta con la asombrosa Natalie Dessay al frente de un reparto modélico en el que figuran Laurent Naouri, Yan Beuron, Ewa Podles, Patricia Petibon, Véronique Gens y Jean Paul Fouchécourt.
John Eliot Gardiner (Emi) amplió la discografía offenbachiana con una notable grabación de Les brigands y, entre las reediciones del mismo sello, destaca Vive Offenbach!, que reúne tres operetas en un acto –Pomme d’Appi, Monsieur Choufleriu y Mesdames de la Halle– dirigidas por Manuel Rosenthal. Otra reedición magnifica, de Sony, rescata la versión de La grande-duchesse de Gérolstein dirigida impecablemente por Michel Plasson, con Régine Crespin y Alain Vanzo encabezando un gran reparto que incluye a Chrles Burles, Robert Massard y Mady Mesplé.
En la recuperación del copioso legado de Offenbach merece un lugar de honor la labor del sello Opera Rara con una serie de importantes primicias discográficas. Desde Robinson Crusoé y Christopher Columbus, bajo la batuta de Alun Francis, y Vert- Vert y la selección Entre-nous, con dirección de David Parry, a logros más recientes como Fantasio, con una espléndida Sarah Connolly y brillante dirección de Mark Elder al frente de la estupenda Orchestra of the Age of the Enlightement.
Atención también a la recuperación de la ópera bufa en tres acto Maître Péronilla –con la Orquesta Nacional de Francia dirigida por Markus Poschner– grabada en directo en el Théâtre des Champs-Élysées en 2019 y editada en un libro-disco por Bru Zane, y de la deliciosa opereta Un marí à la porte editada por Dynamic y grabada el año pasado en el Maggio Musicale Fiorentino bajo la dirección de Valerio Galli, con motivo del Bicentenario del nacimiento del rey de la opereta francesa.
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