Trágica mascarada tinerfeña

Una de las capitales mundiales del carnaval vive este mes un nueva fiesta de disfraces con las funciones de la séptima creación lírica de Verdi

15 / 11 / 2022 - Pablo GALLEGO - Tiempo de lectura: 3 min

Print Friendly, PDF & Email
unballoinmaschera-tenerife-operaactual Los decorados de esta producción que firma Marina Bianchi datan de 1913 y están pintados sobre papel por Giuseppe Carmignani © Teatro Verdi

Santa Cruz de Tenerife

Ópera de Tenerife
Verdi: UN BALLO IN MASCHERA
22, 24, 26_11

Riccardo: José Bros. Amelia: Monica Zanettin. Renato: Sergey Kaydalov. Ulrica: Enkelejda Shkoza. Oscar: Sofía Esparza. Silvano: Gianni Giuga. Samuel: Eugenio Di Lieto. Tom: Nicolò Donini. Un giudice / Un servo: Blagoj Nacoski. O. S. de Tenerife. Coro Titular de la Ópera de Tenerife (Coro Intermezzo. Dir.: Carmen Cruz). Dirección musical: Alessandro d’Agostini. Dirección de escena: Marina Bianchi.

Najo la máscara, “al amparo de lo no visto”, en palabras del escritor canario Servando Rocha, “nuestra identidad queda en secreto y somos capaces de hacer realidad nuestros deseos más prohibidos con cierta seguridad”. Un rey, un gobernador, puede comunicarse en medio de la multitud con la mujer amada sin despertar demasiadas sospechas. Y el marido de esta consigue asestar, también enmascarado e impulsado por la fuerza asesina de los celos, la puñalada mortal.

Un ballo in maschera, la séptima ópera compuesta por Giuseppe Verdi, levanta el día 22 de este mes el telón del Auditorio de Tenerife. Y mezclando en el caldero de la bruja Ulrica un amor imposible, intrigas políticas, falsas apariencias y una pizca de superstición, el genio de Busseto firmó una de las obras más redondas de su producción lírica, que llega a la temporada en la versión –y los nombres de los personajes– de su estreno en 1859.

A pesar del proceso sufrido a causa de la censura (con los sucesivos títulos de Gustavo III, Una vendetta in domino y el definitivo de Un ballo in maschera, cambiando Europa por una inofensiva ambientación norteamericana, y con el rey transformado en Riccardo, conde de Warwick, para no despertar asociaciones mentales en un público encendido por las ideas del risorgimento), el carácter de los personajes nunca se ha perdido. El honorable y heroico tenor –aquí interpretado por José Bros, galardonado con el Premio ÓPERA ACTUAL  2012– que tiene que morir por un pequeño flirteo, el barítono convertido en su enemigo feroz –en la voz de Sergey Kaydalov–, la atribulada soprano (Monica Zanettin) y la bruja oscura (Enkelejda Shkoza) permanecen incólumes en la trama. Y sobre esos cuatro pilares, sobre los cimientos construidos por la Sinfónica de Tenerife dirigida por Alessandro d’Agostini, se sostendrán las funciones de esta ópera.

Telones y perspectiva

El montaje lo firma Marina Bianchi y en febrero ya impactó al público del Principal de Palma con sus telones pintados sobre papel en 1913 por Giuseppe Carmignani. Es el marco para un Verdi generoso, que se vuelca con los protagonistas de este baile de máscaras. Arias icónicas, como las de Amelia (“Ecco l’orrido campo”, “Morrò ma prima in grazia”), o la famosísima “Eri tu” de Renato. Y en lo escénico, uniendo en el libreto firmado por Antonio Somma escenarios como el palacio del gobernador, la guarida de una hechicera, un patíbulo a medianoche y el baile de máscaras que oculta el delito ofrece un amplísimo campo de trabajo para la regia. La puesta en escena de esta coproducción entre el Auditorio tinerfeño y el Teatro Regio de Parma se aleja de los estereotipos habituales en este título sin perder de vista el espíritu de la obra original. La ópera no deja de ser un reflejo de la vida, y la trama del Ballo demuestra que algunas cuestiones no han cambiado tanto, como las pasiones humanas, el enfrentamiento político, la lealtad, la fidelidad y la traición.– ÓA