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Siegfried llega al Real con su alegato social
La segunda jornada del 'Ring' wagneriano podrá verse en el coliseo madrileño en la producción de Robert Carsen
Teatro Real
Wagner: SIEGFRIED
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Siegfried: Andreas Schager. Mime: Andreas Conrad. El Viandante: Tomasz Konieczny. Alberich: Martin Winkler. Fafner: Jongmin Park. Erda: Okka von der Damerau. Brünnhilde: Ricarda Merbeth. Voz del pájaro del bosque: Leonor Bonilla. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. (Coro Intermezzo / Orquesta Sinfónica de Madrid). Dirección: Pablo Heras-Casado. Dirección de escena: Robert Carsen.
La segunda jornada y tercera etapa del viaje wagneriano que supone El anillo del nibelungo llega a Madrid con su conciencia ecológica impoluta y su exacerbada necesidad de redención. Siegfried, la definición de lo sublime según Nietzsche, es puro Romanticismo, con bosques que aterran y acogen, con dioses nómadas y el recurrente abismo de la codicia. El concepto panteísta de Robert Carsen llega aquí a su máxima expresión coincidiendo con la madurez de un director, Pablo Heras-Casado, que ha sabido crecer ante su pentagrama casi infinito
El esplendor del héroe suele ser el momento más bello de cualquier gesta. El equilibrio entre lo que se ama y lo que se pierde todavía permanece anclado en el lado amable, y la mirada contiene aún más llama que rescoldo. Wagner consiguió en Siegfried sintetizar esta belleza con todo su ideario pro nuevo-hombre, construyendo una versión contemporánea del héroe moderno frente al clásico. Un nuevo Ulises frente al viejo Aquiles. Siegfried se alejará por ello de la servidumbre del poder y formará parte (desde su completa inocencia) de una arquitectura tan cercana a la maldad que él apenas sabrá distinguirla.
El montaje de Robert Carsen continúa con los mismos patrones de decadencia post-apocalíptica de las anteriores entregas de su Ring, con una icónica caravana anidando en un estercolero durante el primer acto o unas ruinas habitadas en el tercero, todo ello pensado para aportar dramaturgia sin monopolizar el discurso. «La producción de Carsen deja respirar maravillosamente a la música», explica a ÓA Pablo Heras-Casado, el director musical, «porque traduce con mucha profundidad el texto a la par que sabe dar espacio para reflexionar sobre el trasfondo tanto humano como social y su dimensión política. En realidad, la conciencia ambiental del montaje ya aparecía en el propia partitura de Wagner, con lo que Carsen hace una propuesta en la que se pueden seguir todos los niveles del libreto, con mucho respeto hacia los cantantes».
Mucho se habló en 2018 de la designación de Heras-Casado, Premio ÓPERA ACTUAL 2014, como director musical de este Anillo que encaraba el Teatro Real. La juventud, como le dijo Richard Strauss a un precoz Solti, parece jugar en contra a la hora de dirigir a Wagner, tal vez por el complejo entramado filosófico-musical que plantea. Pero el tiempo hay ido acallando el murmullo, principalmente a raíz de Die Walküre el año pasado. «Como ante toda gran obra maestra mi punto de partida es la humildad», reflexiona el director granadino, «a la que hay que sumar disciplina, trabajo y honestidad. Creo que para un director de orquesta la Tetralogía es el culmen, no hay nada más sublime, y hay que acercarse a ella procurando que hable al espectador de la forma más directa, dramática y expresiva posible, sin pretensiones de originalidad. Sí que me obsesiona conocer la sustancia musical y textual de Siegfried en profundidad, pero soy consciente de que las tradiciones interpretativas y sus inercias son una perpetuación de una única forma de ser, no siempre trasladable a tus circunstancias».
«Wagner en Siegfried«, continúa Heras-Casado, «es radical y moderno en su forma de orquestar, a la par que transgresor y revolucionario. No se trata de tener un plan preconcebido respecto a lo que yo pueda aportar a esta música. Se trata de ser igual de radical que el compositor siguiendo sus indicaciones para hacer una experiencia nueva cada vez, sin lugares comunes ni rutinas. El arte debe ser revolucionario».
Parte de la clave de la genialidad de Siegfried radica en el vínculo privilegiado entre la palabra y su representación sonora. Durante el tercer acto, por ejemplo, el vértigo y el miedo abrasador del héroe ante la visión de Brunilda se representan en la orquesta mediante múltiples y violentos trémolos. El verbo, se podría resumir, contiene todos los secretos… «Para poder comprender los infinitos estratos de Siegfried creo que hay que partir del texto», analiza el director. «Yo provengo de la música vocal, del mundo del madrigal o la música sacra, donde el texto es la fuente de cualquier retórica musical. Siempre hay un porqué para un acorde, disonancia o giro melódico que nace del texto. Es indispensable conocerlo para llegar a los niveles psicológico, simbólico, narrativo y dramático que son su esencia. A partir de ahí se traduce (y transluce) a la infinita imaginación orquestal wagneriana», concluye.
Un único reparto encabezado por Andreas Schager, Andreas Conrad, Martin Winkler y Ricarda Merbeth dará vida a Siegfried, con la española Leonor Bonilla –Premio ÓPERA ACTUAL 2019– como la Voz del pájaro del bosque. Serán ocho funciones desde el 12 de febrero hasta el 14 de marzo.– ÓA
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