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Ópera y Coronavirus. Crónica de una hecatombe (III)
La crisis sanitaria no solo ha impactado de lleno en las temporadas operísticas y de zarzuela, así como en todos sus profesionales, sino también en los festivales de verano.
La crisis del coronavirus, a nivel internacional, ha impactado directamente en las temporadas operísticas y de zarzuela y en todos sus profesionales, pero también en los festivales de verano. Las restricciones que impone sanidad para evitar contagios han obligado a cancelar la gran mayoría de la oferta de ópera y zarzuela del estío. La situación de los artistas, sin embargo, ha recibido un balón de oxígeno gracias a ayudas económicas y sociales. Los brotes verdes comienzan a verse en Alemania, donde ya funcionan el Teatro de Wiesbaden y la Ópera de Frankfurt, aunque con limitaciones.
En medio de la catástrofe sanitaria, social y económica provocada por el coronavirus que ha llevado a cancelar temporadas y festivales o a modificar su oferta, no solo se han visto perjudicadas las instituciones, sino también el amplio tejido humano que da vida a las artes escénicas en España y en el mundo. Y si en las primeras semanas el sentimiento de indefensión era enorme, en algunos países de Europa los profesionales de la industria han visto cómo los gobiernos movían ficha en su ayuda. La reacción ante la respuesta a la antigua reivindicación de los artistas y su compleja situación laboral intermitente, con contratos por obras o servicios –muchos dados de alta y de baja el mismo día de la actuación–, está siendo positiva incluso en España. Este colectivo no puede acogerse a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) o a la suspensión del contrato, pero un real decreto presentado el 5 de mayo anunciaba que los artistas podrán cobrar el subsidio de paro, una medida excepcional y transitoria para el ejercicio 2020 de la que, sin embargo, quedan excluidos los técnicos de escenario.
En rueda de prensa, el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, y la titular de Hacienda, María Jesús Montero, anunciaban el 5 de mayo, entre otras medidas, que el Gobierno español proponía 76,4 millones de euros en ayudas extraordinarias para la Cultura, una comparecencia que dejó satisfechos a los artistas, pero los programadores no lo vieron tan claro. Al día siguiente, cuando el decreto aparecía publicado en el Boletín Oficial del Estado, comenzaban a sucederse cancelaciones tan importantes como las del Festival Castell de Peralada 2020 o la del resto de la temporada 2019-2020 del Gran Teatre del Liceu de Barcelona (cuya nueva temporada se presenta el 17 de junio). Quedaba claro que las peticiones de los programadores de espectáculos con música en directo no habían sido atendidas: no se anunciaba la declaración de fuerza mayor –clave para que los programadores puedan cancelar su oferta–, ni se entraba en detalle sobre aspectos como el tratamiento del impuesto de sociedades, del IVA o de subvenciones a salas de concierto.
El sindicato ALE de artistas valoraba positivamente las medidas ya que, apuntaban en un comunicado, “se incluyen el acceso al paro de los artistas intermitentes que llevaban dos meses sin ingresos y la posibilidad de la compensación económica por los contratos cancelados”. Y aunque en un principio los artistas comprobaron diversos impedimentos, a finales de mayo el Gobierno flexibilizó el acceso a dichas prestaciones.
En Francia, el presidente Emmanuel Macron anunciaba medidas de apoyo a la Cultura en su país al considerar necesario “que los escenarios de creación revivan”. Hasta finales de junio cines y teatros seguirán cerrados y hasta septiembre están prohibidos los acontecimientos para más de 5.000 personas. Los derechos laborales de los artistas y técnicos con contratos intermitentes y sin puesto fijo, como es el caso de los cantantes y profesionales del ámbito lírico, se prolongarán hasta agosto de 2021.
Los brotes verdes llegan desde Alemania. El Internationale Maifestspiele de Wiesbaden, en mayo y junio, está incluyendo ópera semiescenificada –en versión reducida, con piano y sin orquesta ni coro–, pero también escenificada y para un público limitado (ver reportaje en este enlace), se unió la Ópera de Frankfurt, que reabrió sus puertas el 29 de mayo con un recital de la soprano sueca Maria Bengtsson acompañada al piano por Sarah Tysman y por miembros de la Frankfurter Opern- und Museumsorchester. El privilegiado centenar de asistentes debió llevar mascarilla hasta ocupar su butaca.
La oferta española
En España, entrado el mes de junio, cuando normalmente ya se tendría que haber presentado la mayoría de las temporadas para comenzar con la renovación de abonos y su venta por anticipado (en este enlace ofrecemos la oferta 2020-2021 del Teatro Real de Madrid y en este otro el de ABAO Bilbao Opera), al cierre de esta edición en papel y digital eran varios los coliseos que todavía no sabían cuándo podrían reabrir y, sobre todo, en qué condiciones. El Real, además, espera poder ofrecer en julio algunas funciones de La Traviata incluso en versión semi escenificada si la fase de desconfinamiento en la que entonces se encuentre la ciudad permite un aforo suficiente (lo ideal sería el 50 por cien). La Ópera de Oviedo –que comienza en septiembre con el programa doble L’heure espagnole / Les mamelles de Tirésias– y el Teatro de La Maestranza ya habían dado a conocer sus títulos.
En cuanto a los Festivales de verano, algunos como el de Pedralbes (Barcelona) –que acostumbra a incluir un concierto lírico y un ballet en su amplia oferta–, se lamentaban al anunciar que posponía su cartel al verano de 2021 (este verano espera ofrecer una oferta reducida y adaptada a la situación); se les habían prometido “medidas concretas”, pero sus esperanzas “se vieron rotas” cuando desde el Ministerio de Cultura se afirmaba que para tomar decisiones respecto de los festivales hay que esperar. “Decidiremos cuando llegue el momento”, dijo el ministro Uribes. Del mismo modo, el Festival Castell de Peralada, anunciaba que su 34ª edición quedaba cancelada, evento que estudia una programación de formato íntimo en streaming y con un mínimo de público invitado.
La actividad lírica en España en verano será prácticamente nula, más allá de algún recital para canto y piano. Espectáculos de música clásica, con intérpretes locales y en formatos reducidos, podrían programarse además en Santander, Granada, San Sebastián, San Lorenzo de El Escorial o Vilabertrán (detalle en este reportaje). A nivel internacional la lírica revive en Wiesbaden y Salzburgo (Austria, en este enlace más información), además de las localidades italianas de Verona, Pésaro, Roma, Macerata o Torre del Lago.– ÓA
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