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Norma, atrapada en las normas en el Liceu
El icónico personaje de Bellini vuelve al Gran Teatre barcelonés en una producción de Àlex Ollé con las voces de Marina Rebeka, Marta Mathéu y Sonya Yoncheva
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Bellini: NORMA
18, 19, 21, 22, 24, 25, 26, 27, 28, 30, 31_07
Norma: Marina Rebeka / Marta Mathéu / Sonya Yoncheva. Pollione: Riccardo Massi / Airam Hernández. Adalgisa: Varduhi Abrahamian / Teresa Iervollino. Oroveso: Nicolas Testé/ Marko Mimica/ Clotilde: Núria Vilà. Flavio: Néstor Losán. Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. Cor del Liceu (Dir.: Pablo Assante). Dirección musical: Domingo Hindoyan. Dirección de escena: Àlex Ollé.
El Gran Teatre del Liceu clausura su temporada con Norma en una producción del Covent Garden de Londres que firma Àlex Ollé y que sitúa la acción en una comunidad fanático-religiosa de ritos cristianos. Con este montaje, la soprano tarraconense Marta Mathéu debuta el rol protagonista alternándose en el reparto con Marina Rebeka y Sonya Yoncheva. El tenor canario Airam Hernández, por su parte, se alternará como Pollione con Riccardo Massi.
El de Norma es uno de los papeles más exigentes, difíciles y temibles del repertorio operístico. Escrito por Bellini para la cantante-actriz Giuditta Pasta, cuya extensa tesitura abarcada desde los graves de las contraltos a los agudos de las sopranos, se ha convertido en un reto para sus intérpretes, no solo vocal, sino también dramático. Es un personaje con poder, que, como druidesa, puede decidir sobre la paz y la guerra, y sobre la vida de sus sacerdotisas subordinas. Una mujer atrapada en las normas de su sociedad, con complejas emociones con respecto a si misma, sus relaciones y su comunidad, que se suceden en la ópera en una suerte de montaña rusa de sentimientos capaz de poner en jaque a la mejor de las sopranos.
La historia de Norma va ligada a la de sus protagonistas y cuando una soprano asume por primera vez el papel, sabe que tiene ante sí no solo el reto de asumir un rol extenso y exigente, sino también con un bagaje de intérpretes históricos impresionante. La soprano tarraconense Marta Mathéu debuta el papel de la druidesa en la ópera de Bellini con la que el Gran Teatre del Liceu clausura su temporada, alternándose con Marina Rebeka –ver entrevista en este enlace– y Sonya Yoncheva. Segura de sí misma, no se amedrentó ante la propuesta de cantar por primera vez el rol. “Interpretar Norma es llegar al punto álgido. Me alegré cuando me propusieron debutar el personaje, porque es una de las grandes óperas para soprano y el papel llega en un momento óptimo de mi voz, que ha evolucionado y madurado”, afirma. “Para mí es una oportunidad para que el público me conozca y conozca mi visión de esta ópera y del personaje”.

La soprano Marta Mathéu
Mathéu explica que antes de abordar la parte del canto se sumergió en la psicología del personaje: “Norma pasa por muchos estadios emocionales. Está al frente de una comunidad, es madre de unos hijos que ha tenido con uno de los invasores de su pueblo, que además la ha traicionado con una de sus sacerdotisas. Es un personaje que carga con un gran peso y había que trabajarlo mucho antes de que me enfrentara a la partitura para poder dar a los recitativos y las arias la intención necesaria”. Reconoce la soprano que musicalmente el personaje es difícil, pero asegura que “el mayor de los retos es la montaña rusa de emociones por las que el rol transita. Además de la consistencia vocal se necesita una solidez dramática. La emoción, la psique y la voz están en sintonía y hay que buscar el equilibrio adecuado, porque si te pasas de visceral puedes llegar muy cansada al final y si eres demasiado técnica, puede que no llegues a dar ese punto dramático al personaje que permite al público olvidarse de la cantante y ver solo al personaje”.
Para Marta Mathéu, Norma es mucho más que “Casta diva”. “Hay otras arias que también requieren esfuerzo, pero es cierto que cuando interpretas por primera vez el papel y ves esas agilidades que suben y bajan y los saltos hacia el agudo, sientes mucho respeto por el personaje. Ciertamente es un reto, pero si sabes cómo usar tu instrumento y la técnica que debes utilizar en cada momento, no creo que pueda haber problema. En cualquier caso, nunca me confío. Solo hay que confiarse tras oír la última nota y con el telón ya bajado”, advierte.
Bomba de relojería
La soprano catalana compartirá reparto en las dos funciones a su cargo con el tenor canario Airam Hernández, quien en su regreso al Gran Teatre asumirá un total de seis representaciones con el papel de Pollione, que debutó en septiembre de 2019 en el Téâtre du Capitole de Toulouse, en Francia.

El tenor Airam Hernández
El cantante español considera que “el Pollione de Norma es uno de los roles más líricos dentro del repertorio belcantista para mi cuerda, y en estos tres años que han pasado desde que debuté el personaje mi voz se ha convertido en más lírica y eso juega a favor en los pasajes más dramáticos”, señala el tenor de Tenerife a ÓPERA ACTUAL. Airam Hernández reivindica la necesidad de permitirle a Pollione explicarse. “Para mí no es un personaje vacío. Tiene motivos por los que abandona a Norma”, asegura. “Durante años ha querido irse con ella y sus hijos, pero Norma no quiere porque es la druidesa de su pueblo. Sabe que ella es una bomba de relojería, que tarde o temprano los pillarán y matarán y ve en Adalgisa la Norma joven que conoció y que ya no encuentra en la protagonista”.
El Liceu ofrecerá la producción de Norma con la que Àlex Ollé inauguró la temporada 2016-17 del Covent Garden de Londres, una propuesta con una espectacular escenografía de Alfons Flores, que sitúa la acción en una comunidad fanático-religiosa de ritos cristianos. “Proponemos una Norma en una ambientación realista, incluso hiperrealista, que apunta hacia el temor plausible del retorno hacia posiciones violentas, fanáticas y excluyentes que Europa ya ha experimentado trágicamente en el pasado”, explica Ollé.
El director de escena se refiere a fuerzas “que se articulan en torno a símbolos como el de la cruz. Pero no se trata de la cruz de las religiones que cumplen con sus principios morales de amor al prójimo, sino de la cruz bordada en los estandartes de grupos militarizados, fanáticos, intolerantes que, en los últimos años, han vuelto trágicamente a aparecer”.– ÓA
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