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Muere el filántropo, benefactor operístico y defraudador condenado Alberto Vilar
Amante incondicional de la ópera, donó 225 millones de dólares a grandes teatros líricos hasta que su compañía de inversión se arruinó hace casi 20 años
El que fuera filántropo y gran benefactor del mundo de la ópera Alberto Vilar, condenado por fraude, murió el sábado 4 de septiembre en Nueva York a los 80 años. Gran amante de la lírica, Vilar donó hasta 225 millones de dólares a grandes coliseos y festivales como el Met de Nueva York, la Wiener Staatsoper, el Covent Graden de Londres, La Scala de Milán, los festivales de Salzburgo, Glyndebourne y Bayreuth hasta que su firma de gestión de fondos se arruinó con el pinchazo de la burbuja de las empresas tecnológicas en la bolsa a principios del siglo XXI. Fue acusado de haberse apropiado de dinero de inversores y condenado en 2008 por fraude a 10 años de cárcel.
Cuando Alberto Vilar salió de prisión en otoño de 2018 lo primero que hizo fue ir al Met de Nueva York a ver una ópera, Samson et Dalila protagonizada por Elīna Garanča y Roberto Alagna. «Fue una función fascinante y los cantantes estuvieron brillantes. El Met es el Met. La producción es espectacular», dijo a preguntas de un periodista del Vail Daily, un periódico de una comunidad turística de montaña en el centro oeste del estado de Colorado, en Estados Unidos, donde Vilar tenía una casa y financió la construcción en 1998 de un auditorio que lleva su nombre, el Vilar Performing Arts Center.
La ópera era la gran pasión de Alberto Vilar, un estadounidense de origen cubano que amasó una enorme fortuna con la creación en 1979 junto a Gary Alan Tanaka –condenado junto a Vilar por fraude– de la firma de gestión de fondos de inversión en empresas tecnológicas Amerindo Investment Advisors, con base en San Francisco, Nueva York y oficinas en Londres.

Vilar Performing Arts Center
Vilar amasó una inmensa fortuna con la explosión en bolsa de los valores tecnológicos en la década de 1990 y decidió convertirse en uno de los filántropos más importantes de su época y, sin duda, el mayor benefactor del mundo de la ópera, donde llegó a donar 225 millones de dólares hasta que el pinchazo de la burbuja tecnológica le arruinó y una serie de inversores le denunciaron de haberse apropiado de 22 millones de dólares.
Según la revista Forbes, en su mejor momento, Amerindo Investment Advisors tenía un valor estimado de 9.000 millones de dólares. Una época en la que Alberto Vilar se convirtió en el mecenas más deseado del mundo de la ópera. En 2001 donó 50 millones de dólares al Kennedy Center de Washington para que durante los 10 años siguientes contrataran cada temporada a la compañía de ópera y ballet del Mariinsky de San Petersburgo y para crear el Vilar Institute for Arts Management.
La millonaria donación que hizo al Met de Nueva York le valió que el principal teatro de ópera de Estados Unidos bautizara su Grand Tier como Vilar Grand Tier. También el Covent Garden de Londres puso el nombre de Vilar al Floral Hall tras una generosísima donación. Los 6 millones de dólares que dio al Festival de Salzburgo le valieron una fotografía de página entera en los programas de mano.

Inscripción tallada en granito que el Covent Garden de Londres situó en la entrada de Bow Street en 1999 y que retiró en 2005
Donó dinero a La Scala de Milán para patrocinar producciones del año Verdi, a las óperas de Chicago, Los Angeles, Berlín, Mariisky, los festivales de Bayreuth, Glyndebourne y Baden-Baden y en febrero de 2002 firmó un contrato de patrocinio con el Gran Teatre del Liceu por el que se comprometía a financiar los 2,4 millones de euros que costó instalar ese año el sistema de subtitulación personalizada del coliseo lírico de Barcelona, del que el teatro nunca vio ni un céntimo.
En marzo de 2005 Alberto Vilar fue detenido en Nueva York acusado del robo de 5 millones de dólares de un inversor para «pagar gastos personales y hacer donaciones sin el conocimiento ni la autorización del inversor». Las denuncias de los inversores llamaron la atención de los fiscales federales que acusaron a Alberto Vilar y su socio de «mentir repetidamente a sus clientes entre 1986 y 2005 al prometer ganancias seguras mientras malgastaban millones de dólares en arriesgadas inversiones en valores tecnológicos».
En 2008 fue condenado a nueve años de prisión por 12 cargos de conspiración y fraude a lo que hubo que sumar un año más de condena tras perder la apelación que había presentado. Su nombre y su fotografía fueron desapareciendo de los foyers del Met de Nueva York y el Covent Garden y de los programas de mano de la Ópera de Viena.
Alberto Vilar salió de la cárcel en otoño de 2018 y desde entonces hasta su muerte, el pasado sábado, vivió de forma precaria y con muchos achaques de salud que requerían de un gran gasto en medicamentos que no siempre podía costearse.– ÓA
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