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El director de escena alemán Harry Kupfer muere a los 84 años
Con sus puestas en escena psicológicas contribuyó a aportar contemporaneidad a la ópera
El director de escena alemán Harry Kupfer murió ayer 30 de diciembre en Berlín a los 84 años. Kupfer fue uno de los directores de escena operísticos más destacados de su época. Con sus puestas en escena, caracterizadas por puntos de vista psicológicos, aportó a la ópera contemporaneidad. En su medio siglo de carrera dirigió dos centenares de producciones operísticas en los principales teatros líricos y festivales.
Para Harry Kupfer la ópera era su vida. Dotado de una gran musicalidad, su voz no era lo suficientemente buena para dedicarse al canto y optó por la dirección de escena operística para colmar su pasión lírica.
Nacido en Berlín el 12 de agosto de 1935, estudió teatro en la Escuela Hans Otto de Leipzig entre 1953 y 1957 y fue discípulo de Walter Felsenstein, uno de los más destacados ejemplos de Regietheater (teatro de director), estilo de dirección escénica operística que concede al argumento y al drama una importancia capital. Harry Kupfer junto a Götz Friedrich fueron sus dos discípulos más sobresalientes.
Kupfer debutó en 1958 a los 23 años dirigiendo Rusalka de Dvořák en el Landestheater Halle, donde trabajaba como director de escena asistente. Entre 1958 y 1962 fue principal director en el Theater Stralsund y entre 1962 y 1966 en el Theater Chemnitz. En 1966 fue nombrado director operístico del Nationaltheater Weimar y de 1972 a 1982 de la Dresden Semperoper, donde sus puestas en escena le reportaron fama internacional.
En 1981 fue nombrado director de la Komische Oper Berlin donde imprimió su sello a lo largo de dos décadas en obras de Händel, Gluck, Mozart, Wagner, Musorgsky, Offenbach, Henze y Reimann. A la vez que dirigía la Komische Oper ejercía como profesor en la Academia de Música Hanns Eisler de Berlín.
La muerte de Kupfer ha sido especialmente sentida en la Komische Oper, donde el pasado marzo estrenó una nueva producción de Poros de Händel. Barrie Kosky, actual director del teatro de ópera berlinés ha dicho sobre Kupfer en un comunicado: «Su excepcional instinto artístico, su dirección virtuosa, su apasionada forma de comunicar, su gran amor por el detalle y el ritmo y su humor único y maravilloso hicieron de él uno de los directores de ópera más excepcionales e influyentes de los últimos sesenta años».
Bayreuth y Wagner
En 1978 Harry Kupfer fue invitado por primera vez por el wagneriano Festival de Bayreuth para dirigir El holandés errante. Desde entonces la obra de Richard Wagner fue una constante en su carrera. Kupfer había conocido a Wieland Wagner en su época de estudiante. De él aseguró que había aprendido a concentrarse en las personalidades de los cantantes que actúan.
En 1988 regresó a Bayreuth para dirigir El anillo del Nibelungo formando tándem con Daniel Barenboim a la batuta. Junto al director de orquesta llevó a escena las 10 óperas más importantes de Wagner en la Staatsoper Unter der Linden de Berlín, uno de los principales hitos de su trayectoria como director de escena.
A lo largo de su medio siglo de carrera, Harry Kupfer dirigió más de 200 producciones operísticas entre las que destacan el estreno mundial de La máscara negra de Krzysztof Penderecki en 1986 en el Festival de Salzburgo, adonde regresó en 1989 para dirigir Elektra y en 2014, Der Rosenkavalier. Y también destacada de su trayectoria el estreno absoluto de Bernarda Albas Haus de Aribert Reimann en 2000 en la Bayerische Staatsoper. En el Gran Teatre del Liceu de Barcelona pudo verse su ciclo sobre El anillo del nibelungo.- ÓA
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