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'L'Orfeo' y la poesía de Sasha Waltz llegan a Madrid
La prestigiosa coreógrafa y directora de escena alemana regresa al Teatro Real con cuatro funciones de su aclamada versión de la obra maestra de Monteverdi
Madrid
Teatro Real
Monteverdi: L’ORFEO
20, 21, 23, 24_11
Orfeo: Georg Nigl. La Música / Eurídice: Julie Roset. La Mensajera / La Esperanza: Charlotte Hellekant. Caronte: Alex Rosen. Proserpina: Luciana Mancini. Plutón: Konstantin Wolff. Apolo / Eco / Pastor 4: Julián Millán. Ninfa / Pastor 1: Cécile Kempenaers. Pastor 2 / Espíritu: Leandro Marziotte. Pastor 3: Fabio Trümpy. Pastor 5 / Espíritu: Hans Wijers. Espíritu: Florian Feth. Vocalconsort Berlin. Freiburger Barockorchester. Dirección musical: Leonardo García Alarcón. Dirección de escena: Sasha Waltz.
La prestigiosa coreógrafa alemana regresa al Teatro Real con cuatro funciones de la obra maestra de Monteverdi. Ante el complejo momento actual la creadora apuesta por “la fuerza de la comunidad frente al individualismo”. Sasha Waltz vuelve en Madrid a su visión de una de las primeras óperas de la historia, aunque está inmersa en la puesta en escena de una Pasión de Bach, un compositor por el que muestra absoluta devoción, y que estrenará en 2024.
La mítica favola in musica de Monteverdi L’Orfeo, representada por vez primera en 1607 en Mantua, vuelve a la vida en el Teatro Real con cuatro funciones a cargo de Sasha Waltz como directora y coreógrafa. Su nombre es sinónimo de excelencia, aunque ella se aleja de cumplidos cuando se la define como un nombre fundamental de la danza contemporánea: “Yo hago mi trabajo lo mejor que puedo. Ahora vuelvo al Real, un teatro que me encanta; para mí, para todos nosotros, mi equipo, es un verdadero placer trabajar allí. Posee una atmósfera única que hace que el trabajo resulte muy llevadero”, cuenta al otro lado del teléfono.
Para Waltz, Monteverdi es un compositor de referencia; sin embargo, no desea elegir a este o aquel cuando se le mencionan otros grandes a los que ha versionado, como Wagner o Purcell. Reconoce, no obstante, la absoluta calidad que posee el texto monteverdiano que invita a reflexionar y plantearse determinadas preguntas sobre la vida y que están en la esencia de todo el mundo. “Me resulta imposible decantarme por este o aquel compositor, pero me muestro más próxima hacia los maestros contemporáneos, sobre todo si aún son compositores vivos”, explica. Del estreno de esta “ópera coreografiada” como ella la define, han pasado ocho años: “Ya la llevamos rodada, el cuerpo es nuestra materia de trabajo. Sí que hemos cambiado algunas cosas referentes al vestuario, pero la esencia del montaje se mantiene”, comenta a ÓPERA ACTUAL.
El cuerpo, lo primero
Conseguir que cantantes y bailarines evolucionen en escena sin que unos primen sobre otros, asegura la artista que “es bastante complicado” porque en el escenario “no se habla un único lenguaje. Hay sonidos barrocos y otros más románticos, cada cambio de repertorio implica que también haya un cambio de lenguaje. Para conseguir este Orfeo se necesitan muchas horas de trabajo. He intentado crear un vocabulario internacional para que todo el equipo trabaje en conjunto. Creo que es fundamental transmitir ese mensaje a las generaciones más jóvenes para que sean capaces de acercarse a la ópera sin temor”.

La coreógrafa y directora de escena Sasha Waltz
¿Y cómo consigue que L’Orfeo dance? “Lo que no hago es reproducir la ópera tal y como es. En primer lugar está el cuerpo, su ductilidad, su maleabilidad, y después la música, y es a partir de la unión de ambos que trato de comunicar la esencia de la obra de Monteverdi y los conflictos de los personajes a través del movimiento”, explica Sasha Waltz.
¿Se puede bailar el miedo, el temor? La coreógrafa responde con un “absolutamente” y no deja lugar a la duda: “Es una emoción más, y una emoción muy humana”, comenta. Y habla del negro panorama que envuelve al ser humano en estos tiempos, “con una pandemia que parece que no termina de desaparecer, una guerra abierta en el corazón de Europa, los precios de los alimentos disparados… No considero que sea el momento de mirar hacia determinadas creencias religiosas o de asirnos a ellas. Es el momento de la unión, de dejar a un lado las individualidades, de que tomemos conciencia de dónde estamos y de hacia dónde queremos ir. Unidos podemos cambiar este panorama, hacerlo en comunidad, vivir juntos y colaborar. Creo profundamente en la comunidad, en su necesidad”, zanja.
Bach, próxima parada
Después de modelar obras tan dispares como Tannhäuser, Dido y Eneas o L’Orfeo, queda claro que la ópera ocupa un lugar prioritario en su trabajo: “Es una parte muy importante y no la voy a dejar. Significa la unión de las artes, un compendio de luz, música, danza, texto, espacio, en la que cada disciplina tiene su sitio y no prevalece una sobre otra. Ahora estoy trabajando en una nueva obra que no es ópera, una de las pasiones de Johann Sebastian Bach, que espero estrenar en 2024. Se trata de un compositor que me entusiasma”, asegura.
En el podio del Real en este regreso de Orfeo a los infiernos estará el maestro y clavecinista Leonardo García Alarcón (La Plata, Argentina, en 1976), con quien Sasha Waltz ya ha trabajado y con quien comparte su pasión por Bach, que dirigirá a la Orquesta Barroca de Friburgo. Quienes le conocen le reconocen como uno de los talentos más destacados de su generación.– ÓA
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