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Las intrigas palaciegas de 'Pan y toros', según Juan Echanove
El mítico título de Barbieri regresa al Teatro de La Zarzuela en una nueva puesta en escena que marca el debut del actor Juan Echanove como director zarzuelístico
Madrid
Teatro de La Zarzuela
Barbieri: PAN Y TOROS
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Doña Pepita: Yolanda Auyanet / Raquel Lojendio. Princesa de Luzán: Carol García / Cristina Faus. Capitán Peñaranda: Borja Quiza / César San Martín. La Tirana: Milagros Martín. Goya: Gerardo Bullón. Duquesa: María Rodríguez. Abate Ciruela: Enrique Viana. Corregidor Quiñones: Pedro Mari Sánchez. Pepe-Hillo: Carlos Daza. Pedro Romero: Pablo Gálvez. Costillares: José Manuel Díaz. El General: Pablo López. Ciega: Lara Chaves. Padre ciego: Sandro Cordero. Santero: Alberto Frías. Jovellanos: César Sánchez. Niño ciego: Julen Alba.
Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro Titular del Teatro de La Zarzuela (Dirección: Antonio Fauró). Dirección musical: Guillermo García Calvo. Dirección de escena: Juan Echanove.
Mientras el mundo lírico europeo se sacudía el polvo del bel canto, España posaba su mirada en el pasado como reivindicación identitaria. El Madrid goyesco de finales del siglo XVIII se ilumina con la paleta orquestal de Francisco Asenjo Barbieri, el verbo profuso de Picón y la mirada lúcida de un gran dogo del teatro como Juan Echanove. Es el retorno al Teatro de La Zarzuela de un título mítico: Pan y toros.
No era una novedad. Frente al uso común en muchos libretos de esa visión idealizada de la vida campesina, donde trabajo, honestidad y religión convivían, otro buen número de textos decidió mirar hacia la historia, hacia la España del reinado de Felipe V (Jugar con fuego) o al Madrid carlista e ilustrado (El barberillo de Lavapiés). Pan y toros se acoge a ese denso entramado político como excusa para sobrevolar las dificultades cotidianas del pueblo, los fantasmas de una nación que buscaba su sitio bajo la pátina de nostalgia que adornaba el pincel de Goya.
En lo musical, la obra es el trabajo más maduro del compositor, que se sirve del retrato del duelo entre liberales y reformistas para dejar atrás los inevitables tics musicales italianizantes y mostrar una voz propia que se nutre de la música popular sin convertirse en un compendio folclorista. Por su parte, el libreto de José Picón juguetea con la sátira –como ya hiciera en textos anteriores– como herramienta de crítica política y social, algo que le ocasionó no pocos problemas durante la década de 1860.
Uno de los papeles principales es el de la Princesa de Luzán, una mujer “muy fuerte, con mucho aplomo, muy recta y decidida”, según comenta Carol García, que encarnará el rol en el primer reparto. La mezzosoprano catalana, Premio ÓPERA ACTUAL 2015, llega en un espléndido momento vocal para enfrentarse a “esta antítesis de Pepita Tudor, una especie de Juana de Arco –según la visión de Juan Echanove– dispuesta al sacrificio para salvar juntos su amor y su patria. Curiosamente, para mí la mayor dificultad en este papel no es de tesitura, sino de palabra: tiene muchísimo texto, necesario para entender la historia, que además es complejo por alejarse del tipo de lenguaje actual. Técnicamente, es un papel central, que pone todo el acento en el carácter. Estoy muy cómoda en él”, detalla.
La relación del popular actor y director teatral Juan Echanove con el Teatro de La Zarzuela tampoco es nueva, aunque este sea su primer montaje en el género. Muchos recuerdan su labor como narrador hace unos años en la versión adaptada de La tempestad de Chapí. Su presencia como director de escena habla de la línea cada vez más fina que separa el teatro puro de otra formas teatrales mestizas. En el ámbito de la lírica, el público exige cada vez una mayor implicación teatral de los cantantes, una necesidad que las retransmisiones por streaming no han hecho más que recalcar. “Debuté hace bastantes años como director de escena”, comenta Juan Echanove a ÓPERA ACTUAL, “y esta es mi sexta producción, aunque es la primera en el género zarzuelístico, y lo hago con humildad, capacidad de decisión y espíritu de aprendizaje, además de contar un equipo fantástico. El teatro en general mantiene unos códigos extraordinariamente claros que se pueden aplicar a todo lo que se hace sobre la escena. El único cambio, en este caso, es que hay que tener en cuenta aspectos musicales, conocer cuál es la armonía, el desarrollo de la partitura y de los textos para, con todo ello, narrar una historia que conmueva al espectador”.
La incorporación de Juan Echanove al mundo de la dirección de escena lírica no podía servirse de un mejor título: “Pan y toros es una obra fundamental que cuenta una parte de la historia de España en la que las intrigas, las sucesiones y las camarillas de Palacio eran la norma; un tiempo en el que el rey reinaba pero gobernaba Godoy”, explica el actor madrileño. “Lo fascinante es que todo este caldo político, que revertía finalmente en el sufrimiento y en la pobreza de la gente… Goya lo pintó, ¡Goya estuvo allí! Y estuvo en todos los bandos: pintaba el cerrado mundo de la corte borbónica en Palacio, y también todo lo que su alma atormentada imaginaba con el lápiz en sus caprichos e imágenes. Eso es lo que hace tan especial a Pan y toros, ese discurso profundamente español que refleja algo que a día de hoy todavía se contempla en las calles: somos un país de intrigas, de espías, que se ve obligado no a amarse los unos a los otros, sino a amarse a pesar de los otros”.
La visión de Echanove se complementa con la escenografía propuesta por Ana Garay, “basada en Goya, en la belleza, la armonía y las imágenes que hagan al espectador adentrarse en una vía emocional parar vibrar todavía más si cabe con esta zarzuela”. Desde el podio, la batuta del director musical del coliseo, Guillermo García Calvo, estará pendiente de un reparto con nombres como los de Yolanda Auyanet, Raquel Lojendio, Cristina Faus o Borja Quiza.– ÓA
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