NOTICIAS
ACTUALIDAD
La dama de picas juega sus cartas en el Liceu
La ópera de Chaikovsky regresa al Gran Teatre en la suntuosa producción de Gilbert Deflo, una de las más caras de su época
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Chaikovsky: LA DAMA DE PICAS
26, 27_01, 01, 02, 04, 05, 06, 08, 10, 11_02
German: Yusif Eyvazov / George Oniani. Tomsky / Zlatogor: Lukkasz Golinski / Gevorg Hakobyan. Yeletsky: Rodion Pogossov / Andrey Zhilikhovsky. Condesa: Elena Zaremba / Larissa Diadkova. Lisa: Lianna Haroutounian / Irina Churilova. Polina / Milovzor: Lena Belkina / Cristina Faus. Chekalinsky: David Alegret. Surin: Ivo Stanchev. Chaplitsky: Antoni Lliteres. La gobernante: Mireia Pintó. Masha: Gema Goma-Alabert. Maestro de ceremonias: Marc Sala. Prilepa: Mercedes Gancedo / Serena Sáenz. O. Simfònica del G. T. del Liceu. Cor del Liceu (Dirección: Pablo Assante). Dirección musical: Dmitry Jurowski. Dirección de escena: Gilbert Deflo.
La penúltima de las diez óperas de Chaikovsky, La dama de picas, entró en el repertorio del Liceu gracias a una producción de Gilbert Deflo, estrenada en 1992. Tras sucesivas reposiciones, el montaje regresa este mes por cuarta vez al teatro de La Rambla con un doble reparto encabezado por Yusif Eyvazov. Sondra Radvanosky, por motivos personales, ha cancelado su participación en este montaje. Las sopranos Lianna Haroutounian e Irina Churilova se alternarán en el papel de Lisa.
Una buena producción puede contribuir a que una ópera de un repertorio poco frecuentado como el ruso encuentre su lugar en un teatro. Este es el caso del montaje de La dama de picas que el Gran Teatre del Liceu encargó a principios de la década de 1990 al director de escena flamenco Gilbert Deflo y que se estrenó el 16 de enero de 1992. Desde entonces la producción –una de las más caras del coliseo– se ha repuesto en las temporadas de 2002-03 y 2009-10, lo que ha hecho que más del 65 por cien de las funciones de esta obra de Chaikovsky estrenada en el coliseo lírico barcelonés el 1 de diciembre de 1922 se hayan programado en las últimas tres décadas. Ahora, con el regreso al Liceu de esta suntuosa y preciosista producción, de la que se editó un DVD en 2011, habrá que sumar diez funciones más, convirtiendo La dama de picas en una ópera más representada en el coliseo de La Rambla que Ariadna auf Naxos, que inauguró la temporada, o Les contes d’Hoffmann, representada el curso pasado.
Con La dama de picas Chaikovsky logró componer su mejor ópera, una partitura brillante en la que se mezcla hábilmente la música de estilo occidental con la popular y religiosa rusas. La obra, en las últimas décadas y como en el Liceu, ha logrado imponerse en el repertorio de muchos teatros internacionales. Chaikovsky fue un compositor romántico que halló en un escritor también romántico, Aleksandr Pushkin, su fuente de inspiración para componer óperas. Además de La dama de picas (1890), Evgeni Onegin (1869) y Mazepa (1883) se inspiran en relatos de Pushkin, pero solo las dos primeras han entrado en el repertorio internacional.
La historia de La dama de picas había atraído desde su publicación en 1834 a hombres de teatro y músicos. Antes que Chaikovsky, Jacques-Fromental Halévy ya había escrito una ópera sobre el relato, y Franz von Suppé, una opereta. En el último tercio del siglo XIX al director de los teatros de San Petersburgo, Ivan Vsevolojsky, le atraía la idea de estrenar una ópera sobre La dama de picas y durante dos años, entre 1885 y 1887, tres libretistas, entre ellos el hermano menor de Chaikovsky, Modest, y tres compositores trabajaron en el tema, pero la ópera no avanzaba y Vsevolojsky le propuso la composición de la obra a Chaikovsky, quien en principio rechazó la oferta, pero posteriormente, en 1889, aceptó.
Compuso la partitura rápidamente y en 126 días la ópera estaba lista para su estreno que tuvo lugar en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo el 7 de diciembre de 1890 con gran éxito. Junto con su hermano libretista, Chaikovsky trasladó la acción a la época de Catalina la Grande y transformó el relato de Pushkin de realismo lírico en una ópera romántica en la que se rinde homenaje a todos los elementos de la grand opéra del siglo XIX, como coros arrolladores, escenas de tormenta, fiestas y melodrama.
Pese a sus 30 años, la producción de Gilbert Deflo resiste el paso de tiempo. Director de escena que abomina de las actualizaciones de época en las óperas, Deflo busca la belleza y la poesía para interpretar de forma fiel el concepto original de las obras en una realización escénica poético-realista. El montaje que recupera el Liceu fue uno de los más caros de su época, costó 60 millones de pesetas, que sumado a la inflación desde 1991 alcanzaría actualmente los 700.000 euros. Una superproducción de línea clásica, suntuosa, con una escenografía y vestuario de William Orlandi de gran calidad y belleza, que recrea un San Petersburgo soñado y un brillante diseño de iluminación de Albert Faura que crea dramáticos efectos.– ÓA
NOTICIAS RELACIONADAS