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Fallece Helga Schmidt, 'la madre' de Les Arts
La que fuera intendente del coliseo valenciano durante quince años falleció el 25 de septiembre en su residencia italiana a los 78 años
Helga Schmidt, la artífice del teatro operístico valenciano falleció el pasado 25 de septiembre en su residencia del Piamonte a los 78 años. Fue intendente del Palau de Les Arts de Valencia desde su fundación hasta 2015, del que salió envuelta en un problema judicial por el que tenía que declarar el próximo 4 de noviembre.
Nacida en Viena, Helga Schmidt (1941-2019) desde muy joven estuvo unida a la música. Su padre adoptivo fue asistente de Wilhelm Furtwängler y así pudo entrar en contacto directo con la ópera al máximo nivel. Su primer cargo importante fue el de asistente del legendario Herbert von Karajan en 1963, quien la convenció para que consagrase su vida a la dirección artística. Tan determinante fue la personalidad de Karajan en su vida, que fue él, en realidad, quien la bautizó artísticamente: el apellido real de Helga Schmidt era Pittioni, pero fue Karajan quien la presentó en Viena como Schmidt (recordando a su padre adoptivo) y con tal nombre se dio a conocer en el mundo de la música.
En la década de 1970 fue directora artística de la Royal Opera House del Covent Garden de Londres, una época gloriosa del teatro londinense de la mano de Colin Davis, pero el talento de Schmidt está detrás de muchos de aquellos míticos repartos. Por ejemplo, ella contaba cómo viajó a Barcelona para convencer a Montserrat Caballé para que interpretase Tosca en Londres. Además de su trabajo en la ópera, también asesoró a las más importantes orquestas europeas.
Toda esa experiencia confluyó providencialmente en la puesta en marcha del Palau de Les Arts de Valencia, su gran obra. A diferencia de otros gestores del mundo de la ópera, Schmidt sabía que para crear un teatro de primer nivel no bastaba con grandes voces (para cuya selección tenía un talento insuperable), sino que era fundamental una orquesta de primerísimo nivel. Con tal fin buscó a Lorin Maazel para que crease la Orquestra de la Comunitat Valenciana. El director cedió a la tentación que supone crear un conjunto conforme a sus deseos, privilegio que no tuvieron maestros como Claudio Abbado. Además, consiguió implicar a Zubin Mehta como director del Festival del Mediterrani. Mehta terminó siendo con los años una especie de titular de facto en Les Arts hasta su marcha en 2014.
Durante su intendencia, Helga Schmidt situó a Les Arts en el panorama internacional en un tiempo récord. Consiguió que en España un teatro de ópera contase con una orquesta de primer nivel, la única dirigida por batutas de la talla de Chailly, Prêtre o Gergiev, y en los próximos meses Gatti. Pero además, poseía un talento innato para construir repartos perfectos para las óperas más difíciles. No solo sabía recurrir a voces consolidadas, sino que tenía una extraordinaria intuición para localizar a figuras emergentes. En ese sentido, en Valencia se pudo disfrutar de voces como Peretyatko, Grigolo, Schrott o Agresta antes de que se convirtiesen en estrellas. O incluso sabía ver el talento en los estudiantes a través del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo; a propósito del Centre, Schmidt concedió unas palabras a ÓPERA ACTUAL en su décimo aniversario.
Todo su magna obra, sin embargo, quedó ensombrecido tras su destitución en 2015 acusada de una serie de delitos que ahora quedarán sin ser juzgados.
Lejos de la imagen de mujer fría y distante, Helga Schmidt era una persona sensible y atenta en las distancias cortas. Como crítico tuvimos siempre una relación de comprensión y respeto mutuo. Nunca me reprochó nada de lo escrito, es más, si en algo no estaba de acuerdo no me quitaba la razón, simplemente me explicaba el porqué de una u otra decisión artística. Tras su marcha mantuvimos siempre el contacto, incluso hasta hace solo unas semanas con motivo de su cumpleaños. Descanse en paz.
'Doña Helga', ópera con mayúsculas - Por Fernando Sans Rivière, director de ÓPERA ACTUAL
Doña Helga. Así la llamaban algunos de sus más íntimos colaboradores en el Palau de Les Arts. Conocí a Helga Schmidt durante el concierto inaugural del coliseo valenciano en un ahora lejano 8 de octubre de 2005, un concierto con un programa en el que ya señalaba cuáles eran las claves del que sería su proyecto, encargo de la Generalitat valenciana al frente de ese espectacular equipamiento lírico español del arquitecto Santiago Calatrava. La presencia en el proyecto de los directores Lorin Maazel, Enrique García Asensio y Zubin Mehta, la creación de la Orquestra de la Comunitat Valenciana de manos del gran director estadounidense de origen francés –la condición sine qua non de Schmidt para estar al frente de la ópera valenciana– y la participación y selección desde ese mismo día de renombrados intérpretes internacionales, españoles y valencianos en los repartos. La línea artística se reflejó en las obras programadas, sin complejos, con especial atención al valenciano Martín y Soler –que da nombre a la segunda sala del coliseo–, al repertorio español –con gran presencia de zarzuela– y a un Centre de Perfeccionament para jóvenes cantantes que llevaría el nombre de Plácido Domingo y que ya aparecía en su proyecto inaugural.

Helga Schmidt en el Palau de Les Arts, en la imagen que ilustró la portada de ÓPERA ACTUAL 131, en junio de 2010
Durante los quince años que Helga Schmidt estuvo al frente del coliseo valenciano fueron numerosas sus invitaciones para que presenciara los espectáculos más importantes de cada temporada, descubriendo sus proyectos de enorme envergadura, como esa Tetralogía wagneriana que por primera vez se le ofrecía en nuestro país a un director español y que Carlus Padrissa (de La Fura dels Baus) supo recrear con un éxito sin precedentes. Títulos importantes y apuestas arriesgadas, como Cyrano de Bergerac de Franco Alfano (2007), o esa fantástica producción de Los esponsales en el monasterio de Prokofiev (2008) proveniente del Festival de Glyndebourne, siempre con cantantes consagrados y jóvenes valores que ella descubría al mundo muchos años antes de ser famosos, una capacidad que demostraba su gran talento para esta profesión a la que había dedicado su vida. Con fama de trabajadora incansable de extensos horarios, todo lo importante tenía que pasar por su aprobación.
Era una mujer de cuidada educación y talante, con temperamento y muy exigente en el trabajo; sabía recibir como pocos directores de teatros, buscaba el trato directo y cercano con los artistas, músicos, directores de medios y críticos, a los que invitaba antes de las funciones para comentar proyectos y problemas del Palau de Les Arts. Una profesional que puso a un gran nivel artístico al nuevo coliseo con un presupuesto limitado y una temporada que en pocos años llegó a la altura de otros teatros históricos, especialmente con una orquesta a la que los mejores directores e intérpretes querían dirigir. A punto estuvo de que el actual director musical de La Scala de Milán, Riccardo Chailly, lo fuese de la ópera valenciana tras su Bohème de 2012, operación truncada por un paso en falso de algún empleado del coliseo que lo hizo público antes de tiempo.
Su idea de que para contratar a los más grandes tenía que viajar en business y estar alojada en los mejores hoteles le trajo bastantes problemas, especialmente en los años de crisis. Su participación en una empresa ajena al Palau para captar patrocinadores –a petición de los representantes políticos de la Generalitat, según ella explicaba, y de la que nunca cobró comisiones– le valieron, junto a su participación en una empresa que retransmitía óperas en pantallas al aire libre, ser detenida y que el Palau fuese registrado por la policía en enero de 2015 acabando de esta manera tan triste una carrera brillante. Ella siempre pidió celeridad en la causa judicial que se le abrió para poder declarar y para que se realizase el juicio lo antes posible, a pesar de que un cambio de abogado –debido a la retirada del suyo– ocasionó una última dilación este mismo año hasta primeros de noviembre. Fue despedida al quedar imputada y se le llegó a retirar el pasaporte.
Vivió hasta su muerte, a finales del mes pasado, con el peso de una imputación que le dejó sin trabajo, sin opciones de encontrar otro –tuvo varias propuestas pero todas a la espera de que se limpiase su nombre tras un juicio que la exonerase– permaneciendo a la espera en su casa del Piamonte italiano. Viajaba varias veces al año a Valencia para seguir visitándose por los médicos que la trataban tras una enfermedad grave y me consta que mantenía el contacto con varios profesionales de Les Arts, al que nunca pudo volver.
Tuve la oportunidad de comer con ella en varias ocasiones en Madrid y Valencia para demostrarle mi amistad y saber de primera mano su situación jurídica y personal. Una justicia que casi cinco años después todavía no ha resuelto sobre dicha imputación que seguro pesó en gran manera en su ánimo durante este quinquenio final de su vida. Su repentino fallecimiento deja tras de sí un proyecto como el del Palau de Les Arts que es modélico en muchos aspectos y que supuso un estímulo para mejorar el nivel operístico en todo el país. Sin duda la seguiremos echando de menos durante años. Descanse en Paz.
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