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ABAO amplía hasta nueve el número de funciones por las nuevas restricciones de aforo
ABAO Bilbao Opera inaugura su temporada número 69 representando por primera vez 'Il turco in Italia' con un reparto encabezado por Sabina Puértolas y en un montaje de Emilio Sagi
ABAO Bilbao Opera
Rossini IL TURCO IN ITALIA
21, 24*, 26*, 28, 30*_10, 02_11 (Palacio Euskalduna. *Dos funciones ese día).
Selim: Paolo Bordogna. Fiorilla: Sabina Puértolas. Don Geronio: Renato Girolami. Don Narciso: David Alegret. Prosdocimo: Pietro Spagnoli. Zaida: Marina Viotti. Albazar: Moisés Marín. Bilbao Orkestra Sinfonikoa. Coro de Ópera de Bilbao (Dirección: Boris Dujin). Dirección: Christophe Rousset. Dirección de escena: Emilio Sagi.
Contra la tristeza y la incertidumbre causadas por la pandemia del coronavirus, la alegría de Rossini como medicina. ABAO Bilbao Ópera inaugura el 21 de octubre su temporada número 69, y lo hace representando por primera vez Il turco in Italia con un reparto capaz de derribar la cuarta pared que separa la escena del patio de butacas. Una conexión, en las actuales circunstancias, más necesaria que nunca. La asociación bilbaína está viviendo en carne propia los estragos que está causando la pandemia en su segunda ola, y es así como las nuevas medidas sanitarias la han obligado a ampliar primero de cuatro a seis las funciones previstas y, una vez más, de seis a diez, reduciendo algunas escenas de la obra. Ello obedece a que según las nuevas medidas, el aforo en este tipo de espectáculos no puede sobrepasar las 400 personas, pero ABAO debe recolocar a todos sus socios en las diferentes veladas, cubriendo un total de 3.600 localidades. Para ello, el sábado 24, el lunes 26 y el viernes 30 se realizarán dos funciones el mismo día. Malabares.
La declaración del estado de alarma el pasado mes de marzo obligó a posponer las últimas citas de la anterior temporada abaísta. Los espectáculos pendientes han sido reprogramados, y en esta resaca del confinamiento que es la llamada nueva normalidad, la asociación bilbaína sigue con sus planes. Adaptados, eso sí, a las pautas de reducción de aforo, distancia social y uso de mascarillas que marcan las autoridades sanitarias, con el Euskalduna como espacio seguro, pero que no se salva del recorte de aforo. «Hay que luchar por mantener los espectáculos en vivo», defiende el director musical para estas funciones, Christophe Rousset, preocupado «por el futuro de la cultura». «Pocos países han puesto el foco en este sector, parece que lo único que les preocupa es la economía, sin darse cuenta de que la cultura es algo fundamental», sentencia antes de lanzar una dura advertencia: «Un mundo hecho solo sobre la base del consumo es estéril, sin estímulo, profundidad ni futuro».
Rousset tampoco pierde la oportunidad de unirse a una de las principales críticas por parte del sector cultural en España: «Entiendo poco las decisiones de gobiernos que obligan a reducir a la mitad el público en los espectáculos mientras los trenes y aviones están llenos y sin distancia social». Entrando en materia, el maestro francés señala las similitudes entre este Rossini y obras que le precedieron, como ese Marito disperato de Cimarosa, la trama de la Capricciosa corretta de Martín y Soler o el exotismo turco del cantante y empresario Manuel García. «Es heredero del siglo XVIII sin romper la tradición napolitana, al contrario de los italianos que se fueron a París, como Cherubini o Spontini, por ejemplo».
Hasta Napoles viajó, precisamente, Daniel Bianco, el escenógrafo de la producción de Emilio Sagi que se verá en Bilbao, para recrear en este Turco la luz mediterránea y la alegría y el color de los años 1960. Sagi firma la dirección de escena en un nuevo reencuentro con el público de una ciudad con la que mantiene una fuerte vinculación, no solo por haber sido director del Teatro Arriaga durante ocho años por empeño del recordado Iñaki Azkuna, sino por muchas noches de ópera en el Euskalduna. «Hablamos de una comedia urbana, de ahí esta propuesta fuertemente realista, con un toque de comedia burguesa que invita a pensar sobre las consecuencias de nuestros actos», explica Sagi, capaz de dar vida a cada ventana de un edificio de once metros de altura, al estilo del barrio español napolitano, que incluye la réplica exacta de un arco encontrado en un viaje a la populosa capital de la Campania.
Paolo Bordogna (el príncipe turco Selim), Marina Viotti (Zaida), Sabina Puértolas (Fiorilla) y Renato Girolami (Don Geronio) componen las dos parejas de esta comedia de enredo y malentendidos, en la que poeta Prosdocimo, interpretado por Pietro Spagnoli, mueve los hilos de la trama. David Alegret completa el reparto como Don Narciso, un papel que el tenor barcelonés debutó en 2005 en Hamburgo y que ya ha interpretado en Múnich, Barcelona, Viena y Luxemburgo.

Sabina Puértolas, como Fiorilla
Sabina Puértolas conoce muy bien a Fiorilla. Salvo en el estreno del montaje en Santiago de Chile, la soprano navarra ha sido la responsable de sacar adelante este difícil papel en las otras dos ocasiones que esta producción se ha llevado a escena, en Toulouse y Oviedo, con el aria “Non si dà follia maggiore” como entrada triunfal en esta fiesta rossiniana. Ahora lo hará en el Euskalduna, en cuatro funciones que serán «especiales porque llevaba 17 años sin cantar en la temporada de ABAO», tal y como afirma la cantante a ÓA, «uniendo esta vuelta con las dificultades que estamos pasando los artistas líricos». En un momento «de oscuridad, que afecta no solo a la música y la cultura sino a nuestros valores personales», Puértolas felicita a la ABAO «por levantar el telón», y reclama que «el entendimiento que está propiciando aperturas de temporada como esta siga más allá de la pandemia, porque la cultura es un bien social de primera necesidad, y así deben entenderlo las administraciones».
Un argumento que también defiende el barítono Paolo Bordogna. «La ópera da empleo a cientos de miles de personas en todo el mundo, generando riqueza en cada territorio y con peso en la economía. Además, siempre ha sido uno de los principales vehículos culturales, y los responsables políticos no deben olvidarse de ello». «Confío en poder darle al público de ABAO una oportunidad de disfrutar y salir del teatro algo más alegres de lo que hayan llegado, y para eso la música de Rossini es única», sentencia.
A pesar de las dificultades «hay que hacer lo que hay que hacer, y tirar para adelante», apostilla Emilio Sagi, «para demostrar, entre todos, que el teatro es un lugar seguro al que no hay que tenerle miedo».– ÓA
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