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El bufón sin joroba vuelve al Liceu
'Rigoletto', la segunda ópera más representada en el Liceu, regresa con 14 funciones en el montaje de la neerlandesa Monique Wagemakers
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Verdi: RIGOLETTO
28, 30_11, 1, 2, 3, 5, 9, 10, 12, 13, 14, 17, 18, 19_12
Rigoletto: Christopher Maltman / Markus Brück. Duque de Mantua: Benjamin Bernheim / Saimir Pirgu / José Bros. Gilda: Olga Peretyatko / Aigul Khismatullin. Sparafucile: Grigory Shkarupa / Liang Li. Maddalena: Rinat Shaham / Nino Surguladze. Giovanna: Laura Vila. Monterone: Mattia Denti. Marullo: Michal Partyka. Borsa: Moisés Marín. Ceprano: Stefano Palatchi. Condesa de Ceprano: Sara Bañeras. O. Simfònica del G. T. del Liceu. Cor del Liceu (Dirección: Pablo Assante). Dirección musical: Daniele Callegari. Dirección de escena: Monique Wagemakers.
Rigoletto, la segunda ópera más representada en el Liceu, regresa al coliseo barcelonés con 14 funciones en el montaje de la neerlandesa Monique Wagemakers que el teatro ya presentó en 2017. La propuesta presenta a un bufón sin joroba y a un padre autoritario y maltratador en un frío escenario ocupado por una gran plataforma oscilante que crea bellísimas imágenes.
Verdi fue un compositor con un agudo olfato teatral capaz de detectar argumentos y personajes a los que con su música convirtió en obras maestras. Rigoletto es uno de esos personajes a los que convirtió en paradigmáticos y en un imán para todos los barítonos, que sueñan desde el inicio de sus carreras con llegar a cantarlo. Un personaje –trasunto de Triboulet, el bufón deforme y amargado creado por Víctor Hugo en Le Roi s’amuse, la obra que inspiró a Verdi– en permanente contradicción entre su vida pública como inmoral y despiadado bufón de la corte del duque de Mantua y su vida privada como abnegado, afectuoso y protector padre de Gilda. «El drama más grande de los tiempos modernos […] digno de Shakespeare […], un tema que no pude fallar«, escribió Verdi a su libretista, Francesco Maria Piave respecto de la obra.
Y efectivamente, Rigoletto no falló. Fue un éxito rotundo desde el día de su estreno, el 11 de marzo de 1851 en el Teatro La Fenice de Venecia, y no tardó en representarse en todos los grandes escenarios de Europa. Al Gran Teatre del Liceu llegó dos años y medio después, el 3 de diciembre de 1853, y desde entonces no ha dejado de escenificarse convirtiéndose en la segunda ópera más representada de coliseo lírico barcelonés tras Aida.

Christopher Maltman
Esta vez Rigoletto regresa al Liceu con el montaje coproducido con el Teatro Real que se presentó en Barcelona en marzo de 2017, una producción firmada escénicamente por la neerlandesa Monique Wagemakers creada originariamente en 1996 para la Ópera Nacional de Holanda que la directora reprodujo para Madrid y Barcelona. Wagemakers presenta un Rigoletto bufón sin joroba y un padre autoritario y maltratador en un frío escenario vacío ocupado por una gran plataforma con bordes de neón que sube, baja y se inclina creando bellísimas imágenes plásticas. Un espacio que potencia el drama sobre las relaciones de poder entre los personajes, donde se desenvuelve la decadente y parasitaria corte de Mantua, que luce un espectacular vestuario de estilo veneciano renacentista de la figurinista británica Sandy Powell.
El barítono británico Christopher Maltman regresa al Liceu para meterse en la piel de Rigoletto, personaje que cantó por primera vez en mayo de 2019 en la Wiener Staatsoper. «Soñaba con cantarlo. Para mí es la cumbre del repertorio para barítono«, explica a ÓPERA ACTUAL, “un personaje enorme para interpretar dramáticamente y pura genialidad musical. Me fascina porque es muy humano. Como nosotros, trata de hacer lo correcto, pero al hacerlo lleva al desastre su vida y la de su hija. Esta es la condición humana, pura y simplemente”.
Para Maltman el mayor desafío del rol es no emocionarse demasiado cuando lo interpreta. «Como padre, la historia me rompe el corazón. Un hombre pobre y oprimido que trata desesperadamente de proteger a su hija del horror que sabe que existe en la vida. Sin embargo, todos sus esfuerzos la llevarán a la muerte. Es increíblemente trágico, y como artista debes mantener el control para poder cantar de forma técnicamente correcta, de lo contrario, el papel también te matará. Soy cantante, pero también actor y mantener en equilibrio a las dos bestias es difícil. La parte emocionalmente más desafiante es el final, cuando Rigoletto descubre que Gilda está muriendo«, asegura.
Afirma el barítono que su interpretación del personaje está en permanente construcción. «Como todos los grandes personajes dramáticos, siempre hay algo nuevo que aprender sobre Rigoletto. Alguna experiencia de vida que cambia la manera en que lo vemos o alguna idea del director de escena o del director de orquesta que nos hace reevaluar lo que está bien o lo que está mal. Es la alegría del arte y la música, de algo que está vivo y que cambia cada día que te relacionas con un personaje como este«. ÓA
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