El 'Ballo' se monta en Pamplona

El Auditorio Baluarte recibe la ópera de Verdi con un reparto encabezado por los españoles María José Montiel y Sergio Escobar

28 / 01 / 2022 - Mario MUÑOZ - Tiempo de lectura: 2 min

Print Friendly, PDF & Email
Ballo Verdi / operaactual.com 'Un ballo in maschera' en el montaje de Waut Koeken © Opéra National de Lorraine

Pamplona

Fundación Baluarte
Verdi: UN BALLO IN MASCHERA
04, 06_02

Gustavo III: Sergio Escobar. Amelia: Maria Pia Piscitelli. Ulrica: María José Montiel. Conde Anckarström: Artur Rucinski. Oscar: Nina Solodovniko­va. Christian: Darío Maya. Conde Ribbing: David Lagares. Conde Horn: Gianfranco Montresor. Juez y sirviente: Julen Jiménez. Orquesta Sinfónica de Navarra. Coro Lírico de AGAO (Dirección: Iñigo Casalí). Dirección musical: Yves Abel. Dirección de escena: Waut Koeken.

 

La gama de grises no es la especialidad de la ópera romántica. Sin embargo, hay excepciones que mantienen su independencia de los arquetipos. Un ballo in maschera tiene tanto de drama como de comedia negra, de luz y de oscuridad, de intimidad y de sentido del espectáculo. De la mano del montaje de Waut Koeken llega a Navarra el mayor quiebro a la censura de Verdi con su inapelable crítica a las falsas apariencias.  

Un ballo in maschera es el adiós a muchas cosas, la elegante despedida a una forma de entender la ópera que se basaba en la capacidad para la inocencia en la mirada del espectador. Verdi propone un abandono consciente de los patrones estructurales y los códigos estéticos por los que se había regido su arte –y el de muchos otros– durante décadas: la manera de organizar las escenas alrededor de la sucesión entre recitativo, cavatina, tempo di mezzo y cabaletta. Sus personajes irán cobrando mayor relieve, y esa profundización va a difuminar las siluetas tan marcadas que eran la norma a mediados del siglo XIX. El abandono progresivo del lenguaje belcantista no será más que una consecuencia de esa nueva manera de presentar a los protagonistas. También la paleta tímbrica tenderá al oscurecimiento, a hacer patentes las sombras morales y los conflictos fronterizos en los elaborados dibujos de la orquesta.

"El montaje de Waut Koeken bascula entre el esplendor y la intimidad del mundo del teatro"

Verdi se enfrenta a un libreto carcomido por la censura, que pretendía acercarse mediante el disfraz del duque de Pomerania a los entresijos que rodearon al asesinato en 1792 de Gustavo III en una mascarada. Pero los censores, que no podían permitirse un asesinato de la realeza sobre escena, obligaron al traslado de la trama a un Boston anhelante de independencia guiado por el conde de Warwick. El montaje de Waut Koeken, estrenado en la Opéra National de Lorraine, bascula entre el esplendor y la intimidad del mundo del teatro, y se sirve de toda la peripecia alrededor del estreno para construir metáforas más vistosas que profundas pero que funcionan con diligencia gracias a su instinto teatral. En el fondo del escenario quedan representados los palcos y el mural del techo del Teatro di San Carlo en Nápoles –espacio en el que se iba a estrenar originalmente la obra–, dando lugar a una perspectiva forzada que sintetiza el mundo de las apariencias en el que se mueven los protagonistas.

© Fidelio Artist / Fernando VÁZQUEZ M.

María José Montiel

Los telones rojos, las máscaras doradas, el juego reiterado del teatro dentro del teatro o el uso de la contraluz final serán algunos de los elementos que subrayen la vertiente simbólica de la producción. Koeken jugará con la doble confusión entre realidad y ficción girando el escenario principal para mostrar las bambalinas del teatro y hacer de ellas la guarida de la adivina Ulrica. Es precisamente en el personaje de la hechicera donde Verdi afila con más cuidado el trazo dramático. María José Montiel será la encargada de darle vida en las funciones en Baluarte. “Estoy encantada de volver a interpretarlo”, comenta a ÓPERA ACTUAL la mezzosoprano madrileña, “porque ha significado mucho para mí. Lo he cantado ya en diversas ocasiones y recuerdo con especial cariño las funciones que canté en Tel-Aviv junto a la Filarmónica de Israel bajo la dirección del maestro Zubin Mehta”.
“Ulrica es un rol verdiano de tesitura grave, pero al mismo tiempo tiene subidas a la zona aguda, y aunque no es excesivamente largo, es muy exigente”, continúa Montiel. “Además, demanda un gran volumen tanto en el grave como en el centro, que siempre es más costoso cuanto más peso orquestal hay debajo. En todo caso, siempre lo he sentido muy cómodo porque me permite desarrollar la voz a través de la respiración, resaltando la redondez y riqueza de toda la tesitura. La ópera contiene momentos gloriosos: se trata de una música volcada totalmente al despliegue melódico, con una orquestación realmente elaborada que le permite a Verdi empezar a jugar con un discurso más unitario, acercándose a las formas de la Grand Opera francesa de Meyeerber pero sin traicionar su italianidad”.

Montiel estará acompañada en escena, entre otros, por Sergio Escobar (Riccardo-Gustavo III), Artur Rucinski (Renato-Conde Anckarström), Maria Pia Piscitelli (Amelia) y del Coro Lírico de AGAO, todos a las órdenes de Yves Abel y con la Orquesta Sinfónica de Navarra en el foso del Baluarte en dos únicas sesiones.- ÓA